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Yo soy economista, y claro que estoy de acuerdo con bancarizar. Pero primero deben existir las condiciones necesarias. Y lo otro que recomiendo es no pensar que todo es bancarizable.
Cuando se habla de los problemas de la bancarización, la culpa se le echa a los privados que no quieren recibir transferencias. En muchos casos esto es comprensible: el banco que quiere efectivo no vende divisas, y los negocios privados tienen que ir al mercado informal con efectivo en la mano a buscar las divisas necesarias para reiniciar sus ciclos.
¿Por qué no se habla de los problemas que enfrenta la población para obtener efectivo?
Pregunto:
¿Acaso se paga el taxi con transferencias? La guagua, casi inexistente, se paga en efectivo.
¿Acaso se pagan las medicinas en el mercado informal —pues en el formal casi no existen— con transferencias?
¿Acaso cuando algo se rompe en nuestras casas, el servicio se paga por transferencias?
¿Acaso en los mercados agropecuarios se puede pagar por cualquier vía, Transfermóvil o EnZona?
¿Entonces, cómo es posible que no se comprenda que la población necesita efectivo?
En un recorrido encuentro tres cajeros sin efectivo y otros con grandes colas. Después de una hora de cola, tiempo que pude utilizar para trabajar, se rompió el cajero. ¿Quién perdió? En primer lugar, todos los que estaban en la cola, ancianos y trabajadores como yo, que dejamos de hacer otras cosas.
Pero también perdió el país, pues aumenta el malestar, la inconformidad repetida una y otra vez, la desconfianza en las medidas.
Restringen el efectivo a la población —y si no, que expliquen la ausencia del mismo en cajeros—. No se entiende.
Esto no es bancarización, esto es empecinamiento y generación de mucho malestar unido a los apagones, falta de agua, medicamentos, basura por todas partes y canasta básica que no existe más que en el mercado en CUP —devaluado por la inflación—, en MLC o en dólares. Se acabó la libreta y no lo han dicho.
Con altos precios, gracias a la concentración de importadores privados incentivados por el Estado que ralentiza la aparición de nuevos actores, y la nula transformación de la empresa estatal.
Tiempo que pasa, perdidos en la jungla de medidas y más medidas que no conducen, al menos, a mejorar las condiciones de vida actuales.
*Este texto se publicó originalmente en la cuenta de Facebook de su autora. Se reproduce con su consentimiento expreso.