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Por Eszter Wirth, Universidad Pontificia Comillas
Erosión del centro
Con una participación récord del 82,5 %, los resultados electorales reflejan una erosión significativa de los partidos tradicionales de centro, como la CDU/CSU (derecha) y el SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania, izquierda), que han dominado la vida política alemana desde 1949.
El SPD ha sufrido su peor desempeño electoral desde 1887, consecuencia del descontento generado por la coalición semáforo liderada por el socialdemócrata Olaf Scholz, que integraba a los Verdes y a los liberales-demócratas (FDP).
Por su parte, los Verdes han experimentado una pérdida menor a la anticipada, con una caída del 3,1 % de los votos, mientras que el FDP quedó fuera del Bundestag al no llegar al 5 % del escrutinio.
Los democristianos, liderados por Friedrich Merz, sacaron un 28,52 % de los votos, su segundo peor resultado histórico.
Como dos partidos pequeños –el FDP y la izquierda conservadora antiinmigración de Alianza Sahra Wagenknecht (BSW)– se han quedado fuera del parlamento, los partidos grandes se reparten más escaños, lo que le permite a Merz formar coalición con un solo socio.
Lo más probable es la repetición de una gran coalición entre CDU/CSU y SPD, que con 328 escaños superaría los 315 necesarios para una mayoría. Ambos partidos han acordado aplicar el cordón sanitario marginando a AfD y apoyar a Ucrania.
Subida de los extremos
Los partidos de extrema derecha y extrema izquierda se han beneficiado de la alta participación en las elecciones. AfD ha pasado del 10,3 % al 20,8 % de los votos y fue capaz de movilizar a unos 4,4 millones de votantes que se habían abstenido en 2021, dominando en las regiones de la antigua RDA (salvo Berlín y Potsdam) y ganando en algunos feudos socialdemócratas occidentales desindustrializados, como Gelsenkirchen.
La formación izquierdista Die Linke ha dado la sorpresa de la noche electoral al casi duplicar sus votos de 2021, siendo la formación más votada en Berlín y entre los jóvenes de 18-24 años. Su movilización del electorado más joven por su líder carismática, Heidi Reichinnek, a través de TikTok resultó destacable a pesar de sufrir la escisión y división del voto de la izquierda conservadora BWS.
Entre la población más joven resulta llamativa la diferencia por género: mientras la mayoría de mujeres jóvenes eligieron a Die Linke, la mayoría de hombres jóvenes se decantó por AfD. Esta diferenciación del voto por género es una tendencia presente en muchos países desarrollados, especialmente en Corea del Sur, EE. UU. y el Reino Unido. Mientras que ellos viran cada vez más hacia la derecha, las mujeres jóvenes lo hacen hacia izquierda, lo que dificulta que entablen relaciones duraderas y formen familia.
Consecuencias económicas para una futura gran coalición
El hecho de que AfD y Die Linke sumen conjuntamente 210 escaños en el parlamento alemán les da poder para bloquear iniciativas planteadas por los partidos de centro, dificultando la capacidad del futuro gobierno en materias como la política fiscal y las ayudas concedidas a Ucrania.
Desde 2009 Alemania cuenta con una regla fiscal sagrada para el endeudamiento público, teniendo esta un límite constitucional que solo permite déficits estructurales anuales del 0,35 % del PIB. Se contemplan excepciones en casos de emergencia, como catástrofes naturales o graves crisis económicas, como sucedió durante la covid-19, pero si Merz quisiese hacer uso de ellas, podría chocar con el Tribunal Constitucional.
Ante las amenazas de Rusia, Alemania necesitaría subir su gasto en defensa, que en 2024 se encontró ligeramente por encima del 2 % del PIB recomendado por la OTAN, pero lejos del 5 % que exigió recientemente Donald Trump.
AfD estaría a favor de un mayor gasto en defensa, pero se opone de forma tajante al envío de ayuda militar a Ucrania y a la reforma de la regla fiscal. Die Linke apoyaría una flexibilización de la regla fiscal si se gastara más en infraestructura civil, pero por su carácter pacifista, rechazaría gastar más en las fuerzas armadas.
Los economistas advierten que, sin una reforma de la regla fiscal o la creación de un fondo extrapresupuestario, resultaría prácticamente inviable financiar los grandes proyectos de inversión que la economía más grande de la eurozona requiere con urgencia.
En paralelo, la negativa a incrementar el gasto militar enfurecería todavía más a Donald Trump, exacerbando así su guerra comercial contra la Unión Europea. Además, la economía alemana, actualmente estancada, necesita con urgencia una actualización de sus infraestructuras de transporte y telecomunicaciones, así como la digitalización de la administración pública.
Merz prometió recortar en gasto social y estimular el crecimiento económico, pero los analistas creen que serían medidas insuficientes para encontrar fondos adicionales.
Eszter Wirth, Profesora de Economía Internacional (ICADE), Universidad Pontificia Comillas
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.