Por Borja Santos Porras, IE University
Según ha informado World Central Kitchen —la ONG de ámbito internacional fundada por el cocinero español José Andrés—, siete de sus trabajadores han fallecido en un ataque del ejército israelí en la franja de Gaza.
La organización, que ha detenido su trabajo humanitario en la zona, había sido capaz no solo de cargar en el barco Open Arms 200 toneladas de alimentos para ser distribuidos desde un lugar de la costa gazatí, sino también de negociar con las partes implicadas para garantizar la llegada a la población de la ayuda humanitaria.
Trabajé más de una década con el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas y con otras entidades multilaterales y me impresiona el rápido ascenso de World Central Kitchen y su capacidad para movilizar recursos.
También su arrojo para llevar a cabo operaciones en lugares donde el acceso humanitario es complejo y su audacia al autodenominarse “la primera organización en responder a emergencias, suministrando alimentos nutritivos a las comunidades afectadas por crisis humanitarias, desastres climáticos y conmociones sociales”.
La comida, un catalizador de cambio
El proyecto WCK comenzó en Haití, en 2010, tras el tremendo terremoto que dejó más de 200 000 muertos.
Desde entonces, José Andrés y WCK han capturado la atención internacional por su presencia en zonas afectadas por conflictos (como en Haití en 2010 y luego en 2023; en Ucrania, en 2022, tras la invasión rusa, y en 2024 en Gaza), la respuesta en distintos lugares durante la pandemia y por el eco que tienen sus acciones en los medios internacionales.
La visibilidad de World Central Kitchen (WCK) está claramente ligada a la imagen de su fundador, el chef español José Andrés. Impulsado por la convicción de que la comida es un catalizador de cambio en las comunidades necesitadas, José Andrés promueve la idea de que, en situaciones de crisis, la alimentación es tan crítica como los servicios médicos o la reconstrucción de infraestructuras.
Una de sus frases más conocidas es:
“Cuando se necesitan servicios médicos, se traen médicos y enfermeras. Cuando se necesita reconstruir infraestructuras, se traen ingenieros y arquitectos. Y si tienes que alimentar a la gente, necesitas cocineros profesionales”.
Además de un plato caliente
El modelo de WCK es importante, sobre todo, en los momentos críticos de una emergencia humanitaria, cuando muchas personas requieren un plato de comida caliente. Llevarlo al lugar donde se está produciendo la emergencia es, en general, una estrategia más costosa que la distribución de alimentos en especie. Aunque ambas son complementarias.
WCK ha abogado en general por cocinar la comida caliente en grandes cocinas comunitarias o con chef de la organización o incluso, en ocasiones, llevar la comida cocinada en los aviones. Organizaciones más tradicionales suelen llevar la comida en especie y distribuirla junto a los utensilios necesarios para que sea cocinada por las propias familias.
Cada enfoque tiene sus diferentes ventajas en términos logísticos, coste, empoderamiento de las familias, recursos disponibles e incluso recursos ambientales consumidos.
Además de las comidas calientes, WCK ha desarrollado otros programas de ayuda en emergencias humanitarias:
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Formación culinaria: ofrece a las personas en situación de emergencia adquirir las habilidades y conocimientos necesarios para seguir carreras en el sector de la restauración.
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Cocina limpia: mejora las condiciones de vida en comunidades del Caribe y Centroamérica donde todavía cocinan principalmente con madera o carbón mediante la transición a gas propano líquido de combustión limpia (GLP).
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Red de productores de alimentos: apoya a los agricultores, pescadores y productores de alimentos locales en el Caribe y Centroamérica para fortalecer su economía alimentaria y reducir la dependencia de las importaciones de alimentos.
La presencia de WCK en el mundo humanitario
Al cierre de 2020 WCK reportó casi 270 millones de dólares en ingresos, donaciones y subvenciones. Cinco años antes, a finales de 2017, la cifra no llegaba a los 400 000 dólares. Este crecimiento muestra el apoyo real al proyecto que, paralelamente, ha ido recibiendo diferentes premios y distinciones. Entre ellos, el Princesa de Asturias para la Concordia 2021.
A medida que WCK continúe creciendo, su identidad y estrategias deberán evolucionar para ir más allá de la influencia y visibilidad de su fundador.
WCK está mostrando el poder de la innovación y el compromiso en la respuesta urgente a las crisis humanitarias más globales, además del efecto de las negociaciones y los contactos de sus fundadores en determinados contextos. Pero cabe preguntarse si se enfrentará al reto de redefinir su propia identidad a medida que siga creciendo y se consolide más allá del perfil de su propio fundador.
Muchas organizaciones humanitarias en crecimiento se replantean sus criterios de actuación para saber en qué países trabajar o no según las necesidades u otros factores: sus propios mecanismos de respuesta en contextos más complejos a los principios clásicos humanitarios de humanidad, imparcialidad, neutralidad e independencia; o su potencial adhesión a los grandes pactos sobre financiación humanitaria (grand bargain).
Si el orden global se está redefiniendo, parece que también hay nuevos actores que pueden redefinirlo en el ámbito humanitario. Esperemos que el trágico golpe sufrido por WKC no frene su proyección y su capacidad de influir en el agitado tablero internacional.
Borja Santos Porras, Vice Dean and Professor of Practice – IE School of politics, economics and global affairs, IE University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.