Por Francisco Orgaz-Agüera, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja ; Miguel Puig Cabrera, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja y Salvador Moral Cuadra, Universidad de Córdoba.
El 20 de enero de 2025, Donald Trump regresará a la Casa Blanca, esta vez con el control total del Congreso y el Senado estadounidenses.
Basándonos en los antecedentes de su primer mandato (2017-2021), este nuevo escenario político promete un impacto significativo en la economía, las relaciones exteriores y las políticas migratorias. Pero también plantea preguntas clave sobre el futuro del turismo global.
El turismo bajo la presidencia de Trump
El primer mandato de Trump estuvo marcado por medidas que afectaron profundamente al turismo internacional. Según datos de la Oficina Nacional de Viajes y Turismo de Estados Unidos (NTTO), el país experimentó en 2017 una disminución del 4 % en las llegadas internacionales (el llamado Trump slump). Esta caída se atribuyó a varios factores:
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La aplicación de políticas migratorias restrictivas. En este sentido, la Orden Ejecutiva 13769, conocida como el “veto musulmán”, generó incertidumbre entre los visitantes potenciales de países de mayoría musulmana, reduciendo significativamente los flujos desde estas regiones.
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La percepción negativa de Estados Unidos. Estudios del Pew Research Center mostraron una caída en la percepción favorable de Estados Unidos durante el anterior mandato de Trump, lo que afectó al interés de los turistas internacionales.
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La revalorización del dólar encareció los viajes a Estados Unidos, desincentivando a viajeros de economías emergentes. En Europa, y especialmente en España, estos factores actuaron como un catalizador para atraer turistas que evitaron elegir Estados Unidos como destino. Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), España recibió 82 millones de visitantes en 2017, un aumento del 8,6 % respecto al año anterior.
Las posibles consecuencias para el turismo del regreso de Trump
Con el control del Congreso y el Senado, Trump tiene ahora la capacidad de implementar cambios legislativos de forma más rápida y contundente. Esto podría generar la implantación de políticas migratorias más restrictivas. De hecho, el fortalecimiento de las políticas fronterizas fue una de las promesas clave de la campaña de Trump en 2024. Esto podría incluir la ampliación de restricciones de visados, pues Trump endureció los procesos para muchos países ya en su primer mandato.
Si ahora adopta una postura más agresiva, sectores como el turismo educativo y de negocios podrían sufrir. Igualmente, la construcción del muro fronterizo con México y la vigilancia digital intensificada podrían desalentar el turismo desde América Latina, una región con un crecimiento significativo en las visitas a EE. UU.
Trump también podría aprovechar su control legislativo para fomentar el turismo interno mediante incentivos fiscales, estimulando los viajes domésticos a costa de desincentivar los viajes internacionales hacia Estados Unidos.
Una reducción de impuestos en la industria hotelera beneficiaría a las grandes cadenas nacionales, pero podría generar tensiones con los competidores internacionales.
Estados Unidos, Europa y turismo
Dada la relación tensa que se produjo entre Estados Unidos y la Unión Europea durante el primer mandato de Trump, su regreso al poder, ahora con mayoría legislativa, podría reavivar conflictos comerciales e impactar negativamente en el turismo transatlántico.
Por ejemplo, la posible aplicación de tasas adicionales a las aerolíneas europeas que operan vuelos a EE. UU. encarecería los viajes. La Unión Europea podría imponer restricciones similares, dificultando los viajes de estadounidenses hacia Europa, pero esto afectaría a destinos como España, que recibe más de 2,5 millones de turistas estadounidenses al año.
España y Europa: ¿amenaza u oportunidad?
Frente a este panorama, la UE podría intentar adoptar estrategias que mitiguen los efectos de las políticas de Trump. Así, vender Europa como un espacio culturalmente diverso y seguro puede jugar a favor de los destinos europeos.
Según el Ministerio de Industria y Turismo español, los turistas internacionales generaron en 2023 más de 86 400 millones de euros, destacando el turismo estadounidense. Mediante campañas específicas se podría incentivar la llegada de viajeros provenientes de los países afectados por las restricciones de Trump.
Además, si Trump continúa minimizando las regulaciones ambientales, Europa podría consolidarse como líder en turismo sostenible. Iniciativas de turismo ecológico y la promoción de rutas culturales como el Camino de Santiago representan modelos exitosos que podrían atraer a viajeros responsables.
Igualmente, la UE podría buscar acuerdos específicos con otros mercados clave, como China y América Latina, para incentivar el turismo hacia Europa. Estos acuerdos, en conversación con numerosos países, incluyen visados rápidos, vuelos directos y exenciones arancelarias.
¿Un nuevo orden para el turismo global?
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, con el Congreso y el Senado estadounidenses de su lado, marca el inicio de una nueva era política con muy posibles repercusiones globales.
Sus políticas pueden redirigir los flujos turísticos y crear nuevas dinámicas en el sector, que deberán ser gestionadas con visión estratégica en los países en los que el turismo es un sector clave de la economía.
La clave estará en saber adaptarse rápidamente a los cambios, fortalecer la imagen del destino y aprovechar las lecciones aprendidas de la primera presidencia de Trump.
En un mundo interconectado, la capacidad de adaptación será determinante para el futuro de la industria. ¿Estaremos preparados para un turismo global en la era de Trump 2.0? Solo el tiempo y las estrategias de los principales actores darán la respuesta.
Francisco Orgaz-Agüera, Profesor Titular de Universidad, Departamento de Humanidades, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja ; Miguel Puig Cabrera, Geografía Humana – Territorio inteligente y desarrollo socioeconómico, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja y Salvador Moral Cuadra, Profesor del Área de Economía Aplicada, Universidad de Córdoba
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.