Delfín Prats, la humanidad de un poeta

Recibe hoy, al fin, el Premio Nacional de Literatura que otorgan el Ministerio de Cultura y el Instituto Cubano del Libro.

[vc_row][vc_column][vc_column_text]El poeta, narrador y traductor Delfín Prats (La Cuaba, Holguín, 1945) recibe este viernes el Premio Nacional de Literatura que otorgan el Ministerio de Cultura y el Instituto Cubano del Libro.

Desde hace años, OnCuba, junto a buena parte de la comunidad intelectual, dentro y fuera de la isla, ha abogado porque este premio le fuera conferido al escritor radicado en su Holguín natal.

el poeta cubano Delfín Prats con los brazos cruzados en alto. Holguín, Kaloian.
Delfín Prats. Foto: Kaloian.

La reivindicación de sus versos no es un signo más que de su propia resistencia.

Ellos han subyugado a la intolerancia, el desprecio, la tentación y el tiempo. Ellos son la prueba de su grandeza: la vida del poeta es como la de un asceta, la vida del asceta es la del hombre volcado al propósito de existir más allá de la existencia.

Prats se confunde entre sus coterráneos que a veces no comprenden el alma noble del que ven pasar, humilde y frugal, impelido por sus pequeñas alegrías, que de tan simples se confunden con lo rutinario. 

“Mi personalidad no es de estar en estas situaciones, con gente visitándote, cuestionándote, preguntando. Solo soy un hombre que ha escrito unos poemas”. 

“Yo nunca me he considerado un intelectual, porque no lo soy. No manejo ideas que estén insertadas en algo doctrinario. Lo único que hice fue escribir unos poemas, conservarlos tal y como los logré crear, trabajándolos, porque mi poesía es trabajada. Como te decía, son muy pocos los poemas míos que están en la versión esa que sale la primera vez. Todos mis poemas recibieron un toque posterior. Me hizo mucho bien el hecho ese de que yo no tuviera acceso a las editoriales para mejorar los poemas, pulirlos”.

Libro de Delfín Prats con erratas Uneac Kaloian.
Foto: Kaloian.

Humanidad

Hay un lugar llamado humanidad
un bosque húmedo después de la tormenta
donde abandona el sol los ruidosos colores del combate
una fuente un arroyo una mañana abierta desde el pueblo
que va al campo montada en un borrico
hay un amor distinto un rostro que nos mira de cerca
pregunta por la época nueva de la siembra
e inventa una estación distinta para el canto
una necesidad de hacer todas las cosas nuevamente
hasta las más sencillas
lavarse en las mañanas mecer al niño cuando llora
o clavetear la caja del abuelo
sonreír cuando alguien nos pregunta
el porqué de la pobreza del verano y sin hablar
marchar al bosque por leña para avivar el fuego
hay un lugar sereno un recobrado y dulce lugar llamado humanidad

 

Saldo

Entren amigos      tomen asiento entre mis pertenencias
las que no me pertenecen más que a ustedes
sus melenas       copiosas no tengo nada que brindarles
como en otro tiempo leche pan viejo o alguna que otra
tibia palabra que roer        como ven
las cosas han cambiado mucho
ustedes están muertos hace unos cuantos calendarios
yo tuve un poco más digamos de destreza
con las enfermedades de los primeros años
pero créanme        no es ninguna ventaja
estar aún del lado de los vivos
gozando de sus escasos privilegios
(estar de nuevo con ustedes
en el portal imaginario de la casa donde convivíamos
donde aún aguardamos el café de cada tarde
no sin cierta amargura reciente y viva como un muerto)
viejos amigos cómo lamento esta falta de todo que ofrecerles
mi ignorancia y un poco de impotencia
por las cosas que ocurren por ahí (se ha hablado
mucho de la guerra del genocidio y de cierta probabilidad
de exterminio parcial o total de la especie humana) pero hablen
cómo les va sin nadie       cómo les va en la nada
sin tener que pulirla para ligar un hueso
cuando ya no hace falta romper la noche
                con un tremendo aullido

 

Entrega

Se pregunta qué hacer
que echar en esta hoguera sino lo más amado
que ardan entre las manos años de madera
que alguien cante otra vez la rajadura
de su propia guitarra
que alguien sople el extinto sabor de su ceniza

se propone qué hacer
para que el aire soberbiamente puro no nos mate
se pregunta qué noche
no hemos tañido alguna vez bajo otra carne
entre ruidosos argumentos que nunca trascendieron
nuestra materia cerrada por el tiempo

qué bosque no anduvimos tomados de los sueños
por hongos y por fresas silvestres
mientras la noche tiende su exilio transitorio
sobre la hoguera altísima ardiendo de los cuerpos

 

De su obra:

Lenguaje de mudos (poesía, 1968). 

Para festejar el ascenso de Ícaro (poesía, 1987). 

Cinco envíos a arboleda (cuento, 1991).

El esplendor y el caos (poesía, 1991)

Abrirse las constelaciones (poesía, 1994)

Lírica amatoria (poesía, 2001)

Antología personal (poesía, 2009)

Exilio transitorio (2009)

Strip-tease y eclipse de las almas (poesía, 2006)

El esplendor de las palabras (2014)

Bibliografía tomada del libro Delfín Prats. El brillo de la superficie (Ediciones La Luz, 2017)

Discurso de aceptación del Premio Nacional de Literatura 2022

PALABRAS PARA RECIBIR EL PREMIO NACIONAL DE LITERATURA

 

Compañero Alpidio Alonso, Ministro de Cultura

Compañero Juan Cabrera Rodríguez, presidente del Instituto Cubano del Libro

Compañeros miembros del jurado

 Compañeros todos:

Es para mí motivo de gran satisfacción recibir este galardón hoy en esta sala de una antigua fortaleza dignificada por la historia. Y es motivo de orgullo porque en ella han recibido el mismo premio tantos hombres y mujeres ilustres y dignos de la patria, que con solo pensarlo  se ensancha el pecho y se sobrecoge el corazón. No es que me crea indigno del mérito que se me otorga. Es la sana alegría del niño ante el fruto ofrecido.

Niño fui y aventajado en los goces cuando las pencas de las palmas y el estruendo del aguacero me acunaban, rodeado del afecto de mis mayores. Y adolescente fui, dejé mis predios natales para aventurarme en las ciudades, esas mismas ciudades donde se despertaría mi vocación por la escritura y donde años después escribiría mis primeros poemas, algunos para festejar la cercana infancia, otros plenos de los nuevos espacios descubiertos,  la poesía como un eslabón que uniera mundo y sensibilidad. Mundo, es decir  patria, inocencia revertida en el decir.

Vinieron los estudios en la escuela de idiomas Máximo Gorki y vino la beca para perfeccionar los conocimientos en la Facultad preparatoria de la Universidad Lomonosov de Moscú. Ningún premio mayor para el niño aquel asustadizo de aviones y vapores, que terminó sus estudios, se nutrió  de la vasta y rica cultura del país que lo acoge, sobre todo de su poesía, de la música de las palabras y el ritmo del  verso, de metáforas plenas de universalismo.

Vino el regreso y vino el trabajo como traductor en la unidad de comunicaciones del Estado Mayor de las FAR primero, luego en la Academia de Ciencias. A todas estas he chocado con La Habana, con la noche habanera. En algún sitio he llamado a este encuentro mi epopeya de los años de fuego, porque es ahora cuando emergen las imágenes y se entrelazan los sintagmas que nutrirían a mi primer libro, un cuadernito de apenas trece textos, donde al calor de la lumbre de la noche emergen mis vivencias de infancia y cristalizan paisajes del otro lado del mundo, de mi estancia en la Unión Soviética. Envié ese cuaderno al Concurso David de la Unión de Escritores y a pesar de haber sido premiado, hoy constituye una rareza bibliográfica.

La virtud de ser el autor de una rareza de este tipo suele verse recompensada y no es extraño que unos años más tarde obtuviera una compensación al publicar la Editorial Letras Cubanas el que sería mi segundo libro Para festejar el ascenso de Ícaro. Bajo la cuidadosa edición de Eliana Dávila el libro salió sin una sola errata y obtuvo ese año el premio de la Crítica.

No fue vana la espera, el libro y su premio me abrieron las puertas de las editoriales. Se sucedieron las ediciones. También las revistas especializadas acogieron no pocos de mis textos. De haber sido un autor prolífico hubiera podido publicar muchos libros. Pero quiso la suerte  que las musas no me favorecieran a tiempo completo y contara solo con un manojo de poemas. Así la Editorial Unión publica el volumen Abrirse las Constelaciones y años más tarde El Esplendor y el Caos, también aparece una Antología personal en la colección Sur que dirige el poeta Alex Pausides.

En mi patria chica, Holguín, a donde vine a residir definitivamente a principios de los años ochenta se propicia un despertar de la capacidad editorial y Ediciones Holguín publica tempranamente El Esplendor y el Caos y un pequeño volumen que reunía la mayoría de mis poemas de tema amoroso, Lírica Amatoria. La visión de un poeta ceñido estrictamente a este tema me ha perseguido desde entonces y he tenido que responder que aunque mis poemas parten muchas veces de un motivo erótico, o más bien amoroso, no se quedan ahí, sino que buscan abrirse las constelaciones y los espacios donde lo social dialoga íntimamente con el poeta para no quedar anclado en lo puramente social, sino ser parte de una vivencia de mayor alcance, hasta proyectarse hacia lo Estelar. Así es como quiero ser recordado, un autor que no desdeñó lo puramente circunstancial de la lírica amatoria, sino que, por el contrario, buscó además  un espacio comunicativo más vasto.

Ese despertar cultural holguinero que involucró a muchos creadores no sólo de ficción, sino también de Historia y ciencias afines y otras ramas del quehacer artístico propició el surgimiento del Concurso del Premio de la Ciudad, en una de cuyas ediciones resultó ganador mi libro Cinco Envíos a Arboleda. No soy narrador, sin embargo tenía alguna prosa poética dispersa en mis papeles tan poco atendidos, seleccioné algunos fragmentos y resultó un cuaderno que si no es el de un narrador pleno, si sirven para dar una idea de mis inquietudes escriturales de aquellos años. Ese libro fue publicado y me dio algunas alegrías.

Ediciones Holguín también publicó una antología de mis poemas bastante extensa con el título de Aguas. Esta misma editorial tuvo a su cargo la publicación de El Huracán y la Palma, antología de la poesía cubana, muestra que solo acoge a poetas muertos y que va desde Heredia a Juan Carlos Flores  y que constituye un acto de reverencia, un ofrecimiento de amor por lo cubano en el decir poético.

Este breve repaso por mis publicaciones holguineras estaría incompleto sin mencionar los dos libros arte en papel manufacturado que hiciera Cuadernos Papiro: Lenguaje de Mudos, en 2012, y Hay Tiempo Aún, años más tarde.

Sin embargo en el extranjero no son tan abundantes las publicaciones; la antología Exilio Transitorio, en Monterrey, México, una antología en Brasil, con la traducción del poeta Fabio Aristimunho y la Obra Poética que publicara  en España la Editorial Hypermedia, al cuidado del profesor Yoandy Cabrera. También en España vio la luz El Esplendor de las palabras por la Editorial Cumbres que dirige Mayda Bustamente contando con la  edición  de Montse Ordoñez.

Y volvemos a Holguín. En un momento determinado se me propuso hacer una serie de grabaciones donde yo leería y comentaría un grupo de poemas. El autor de este proyecto es el poeta Pablo Guerra, y así se grabaron los poemas precedidos por mis comentarios y ahora contamos con este disco que lleva por título El brillo de la superficie.

Es  este mismo título el que lleva mi obra poética publicada por Ediciones La Luz en 2018 con prólogo de Ronel González y edición de Luis Yuseff, un viejo sueño mío y de los amigos por fin hecho realidad, volumen que reúne lo que se salvó de la furia del tiempo y de los avatares  de la cotidianidad.

Me queda poco por decir, salvo que la poesía es luz salvífica.

Gracias a todos por atenderme.

Gracias al jurado que me ha concedido este premio de un valor insuperable.

Gracias a las editoriales y al ICL en la persona de su director, Juan Cabrera Rodríguez.

Gracias a usted, ministro poeta Alpidio Alonso.   

La Habana, 10 de febrero de 2023

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