Más de cuarenta años de historia de uno de los equipos más exitosos del deporte cubano y del voleibol mundial. ¿Quién la cuenta? Sus propias protagonistas. Testimonios en primera persona de doce jugadoras, desde la primera etapa del equipo que pasaría a la posteridad como Las Morenas del Caribe hasta los últimos años.
En esta serie del periodista Jorge Luis Coll Untoria podrás asistir a un diálogo en el que las estrellas del voleibol femenino cubano evocan sus inicios, los hitos de sus carreras, los recuerdos más íntimos…
Comparten la memoria individual que atesoran y que se articula con la memoria colectiva no solo de sus compañeras de equipo y sus entrenadores —en especial Eugenio George—, sino con la de un país que durante años siguió cada set como si en juego estuviera mucho más que un resultado deportivo.
A través de estas entrevistas, que estaremos publicando en OnCuba con frecuencia quincenal y que pueden encontrarse en el libro Tie break con las Morenas del Caribe, se recrea una época y se reverencia a estas mujeres, que tanta gloria dieron a Cuba.
Mireya Luis
“No me gustaba ir a recibir un premio individual si no ganaba. Para mí el resultado colectivo siempre era lo primero y más importante. Ya después, si te destacabas, era una satisfacción personal. Poder recoger esos premios individuales luego de haber recibido el colectivo resultaba el complemento perfecto, porque no siempre vencíamos. En el 85 no pude saborearlo, pues el objetivo no se logró al cien por ciento. Por eso el 89 fue especial. Era mi equipo y era yo”.
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“Nunca me sentí Mireya individual, formaba parte de un grupo y tenía una responsabilidad. Sídney fue el instante que llevó a la gloria ese colectivo, donde pudimos expresar la existencia de un resultado gracias a todo el trabajo, logrando algo que nadie ha podido materializar en el mundo hasta el momento: un equipo de mujeres, negras, de un país bloqueado, chirriquitico, ganador de tres Juegos Olímpicos consecutivos”.
La entrevista:
“Mamita” Pérez
“En [la Copa del Mundo de Japón en] el 77 ganamos la medalla de plata. Muy buena competencia. No esperábamos ese resultado; nunca pensamos que seríamos subcampeonas en un evento tan fuerte. Desde ahí empezamos a pensar en grande y Eugenio dijo que en el 78 debíamos ser finalistas. Habíamos sido séptimas en el Mundial anterior, plata en la Copa, y en el Norceca y los Juegos Panamericanos no nos ganaba nadie. Ya había que pensar más allá”.
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“En estos momentos [las nuevas generaciones] tienen una forma de pensar distinta. Nosotras luchábamos por la camiseta, no lo hacíamos por el dinero. Jugábamos con Batos, no con Adidas o Puma. En estos días el interés está de por medio. La concepción del juego es la misma, pero en nuestros tiempos, tras una derrota, no comíamos ni dormíamos. Fui entrenadora, a mí no hay quien me haga un cuento. Si hay que dormir es a dormir y si mañana no hay fiesta, no hay fiesta. Se quejan de que no tienen dinero. Nosotras nunca tuvimos dinero, jamás vi 100 dólares en mi mano”.
La entrevista:
Marleny Costa
“Cuando comencé no era pasadora, sino atacadora auxiliar, como Mireya, Yumilka [Ruiz], y me desempeñaba fenomenalmente. Pero Eugenio y el hermano [Eider George] propusieron que fuera armadora. Lloré muchísimo porque no quería, todo el mundo quiere ser atacador para rematar. No obstante, si vuelvo a nacer, vuelvo a ser pasadora. Es la guía del equipo, quien lleva la voz cantante, manda y dirige. A veces más que los mismos directores”.
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“Estaba preparada psicológicamente, pues sabía de las aspiraciones de Eugenio. Cumplí casualmente 19 años en esos Juegos Olímpicos. Para todo atleta esa es la mayor satisfacción. Solamente participar es una gran dicha, di tú ser campeón olímpico. Es una de las cosas más espectaculares que pudieron haberme pasado en mi carrera deportiva. Estar allí y ser campeón olímpico con 19 años para todo deportista es un sueño.“
La entrevista:
Raiza O’Farrill
“Vivir becada no fue difícil. Era una niña salida del campo. No fue traumático dejar el seno familiar. Quizá porque estaba mi hermana no tenía aquello de la nostalgia. Me levantaba temprano, desayunaba, iba para los estudios y, en la tarde, entrenaba. Así fueron transcurriendo todos mis años y la pasé muy bien. No había dificultades. Teníamos buena alimentación y hasta transporte. No había tabloncillo en la EIDE; pero nos llevaban a la facultad del Fajardo en la provincia y practicábamos allí. Mi familia me apoyaba siempre. Mamá iba a llevarme ropa y comida un día a la semana y recuerdo que yo guardaba la ropa, le daba la sucia, cogía la comida y la dejaba sentada. Ella se ponía brava, porque me iba con las amiguitas”.
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“Me gané la oportunidad y fue un mar de llanto. No es lo mismo. Comparo 96 y 92 y esa de Atlanta, como la jugué, es la que siento. Fue muy difícil, todos los partidos estuvieron durísimos. Veníamos ganando desde Barcelona todas las competencias programadas. Estábamos un poco confiadas en que éramos las primeras del mundo. Hacía falta un golpe para hacernos despertar.
Aunque al final sabíamos que no íbamos a perder por el coraje, la fuerza, la valentía y la entrega puesta en el terreno en los momentos cumbres: instantes en los que el juego estaba empatado y nos manteníamos con una ecuanimidad tan grande que superábamos eso. No sé explicar cómo lo conseguíamos. Sin contar con la existencia de problemas internos”.
La entrevista:
Yumilka Ruiz
“Teníamos una mentalidad tan amplia, luchadora, vencedora, que –quizá me equivoque– para nosotras era normal. Aparte, trabajábamos fuerte. Había que correr; que si le preguntas a Raiza O’Farrill, es como si se enfermara cuando escuchaba esa palabra. Corríamos como animales. Por tanto nos merecíamos ganar, según nosotras.
“Decíamos: ‘Esto alguien nos lo tiene que pagar’. No buscábamos dinero, pero los contrarios debían retribuirnos todo el esfuerzo. ¿Cómo lo cobrábamos? ¡Ganándoles! Ese era el pensamiento y fue una de las cosas que más nos ayudó en ese período. También veníamos de un equipo vencedor y solo necesitábamos mantener la bandera en alto. Luchamos y lo pudimos hacer.“
La entrevista:
Josefina O’Farrill
“No existía el temor o la indecisión de si podíamos ganar o no. Íbamos dispuestas a irles p’arriba a ellas, a fajarnos y que fuera lo que fuera. A morirnos en el terreno. Eso Eugenio lo sentía también. En el tabloncillo éramos ‘perros’.
“No existían amiguitos. Siempre quisieron imponer la superioridad sobre nosotras y al cubano no se le puede cuquear. ¡Teníamos un temple! Y eso es una de las cosas que añoro mucho en los equipos actuales. Los deseos, el decir: ‘Tú me estás ganando; pero yo voy a hacer hasta el final pa’ demostrarte que también puedo’. Así es como se forja el respeto de una jugadora a otra. Sin embargo, fuera de la cancha teníamos tremendas relaciones con las americanas”.
La entrevista:
Mercedes Pomares
“Por mi carácter me relaciono bien con todo el mundo. Y en el equipo cada una tenía su forma. Por la personalidad y la manera colectiva de mi juego es que llego a esa responsabilidad. Las compañeras me ayudaron mucho. Entrenaba fuerte. Cada vez que íbamos a jugar lo daba todo. Había un respeto hacia mí como jugadora de calidad. Siempre trataba de llamar la atención de una forma constructiva. Hacía las cosas como todas ellas y cuando me sentía mal, también estaba ahí. Eso generó un prestigio”.
La entrevista:
Zoila Barros
“Las niñas estaban por el piso. En la villa, cuando llegamos, nos volvimos a reunir: ‘¿Ustedes tienen miedo? ¿Qué tienen ellas que no tengamos? ¡Vamos a ganar estos Juegos Olímpicos!’. Ni nosotras lo creíamos; no obstante, había que decírselo, ¿qué íbamos a hacer? De repente Yumilka comentó: ‘Allá ustedes, ya yo tengo medalla’. Y la secundé: ‘Yo también tengo medalla olímpica. Problema de ustedes si vinieron por gusto y no la quieren, porque se van a perder lo del mundo y más. Estamos aquí, vamos a demostrar que sí podemos’. Eso fue como una terapia de choque. Salieron por la tarde pa’l entrenamiento a comerse aquello. Las experimentadas éramos quienes teníamos la lengua afuera”.
La entrevista:
Imilsis Téllez
“En honor a él, la escuela de voleibol se debería llamar Eugenio George. Es la máxima expresión de la persona como padre, amigo y entrenador. Nos ponía a leer para que aprendiéramos la esencia de las cosas y poder responder cuando nos preguntaran. No nos imponía las respuestas, debías, por ti misma, crear y generar. Nos enseñó todas las cosas de la vida. A ser cada día mejores y comportarnos ante las diferentes situaciones, a sentirnos las personas más afortunadas del mundo por la familia que teníamos, la de la casa y dentro del colectivo. El dolor de una era el de todas y eso lo pude comprobar cuando perdí a mi papá.”
La entrevista:
Martha Sánchez
“Siempre tuvimos excelente preparación física, que ha sido criticada, pero para conquistar una Copa del Mundo o un Mundial hace falta un nivel de concentración elevado. Un punto era un punto y a Cuba todo el mundo le jugaba duro. Para llegar a un nivel tan alto tienes que estar apta técnica y físicamente. Cuando el rival se agotaba, nosotras estábamos frescas en un tie break, porque entrenábamos fortísimo, por eso es que casi dominábamos todo. El colectivo técnico era muy completo”.
La entrevista:
Norka Latamblet
“Sabíamos que íbamos a ganar por encima de todos. Éramos el “equipo macho”. Alguien nos comentó: “Dicen las brasileñas que les van a ganar porque ustedes se alimentan con milordo y chícharo”. Cuando conquistamos la competencia les dijimos: “Nos alimentamos con eso; pero con honestidad”, y por eso les ganamos ante todo aquel público impacientado por la victoria. Nos llevábamos bien con ellas, pero en la cancha no hay amigos.”
La entrevista:
Regla Torres
“Es cierto que hay atletas que estuvieron mucho más tiempo en el equipo nacional, pero dentro de esta cantidad de victorias que tuvimos en las únicas que no estuve fueron en el 89 y en el 99. En todas las demás sí, y ganando premios, no fue que pasé por ahí. Fui mejor jugadora en los dos Mundiales, mejor bloqueadora, mejor recibo, mejor defensa. Eso te dice mucho, porque no fue una competencia. No están muy alejados de la verdad las personas que determinaron esto. Yo misma tuve que darme una psicoterapia para poder aceptar y ver esas cosas a lo largo de los años”.
La entrevista:
Sencillamente espectacular, me encantó volver a vivir historias lindas que me han sacado las lágrimas esas generaciones de estrellas que nos hizo vivir momentos inolvidables.