Héctor David Rosales es más que un cineasta cubano que vive fuera de Cuba. Es más que uno de los actores que estuvieron en La Colmenita, la ENA, una película de Fernando Pérez, o que estudió dirección de fotografía en la Famca, en el ISA. Todas esas siglas se resumen en Escuela Nacional de Arte, Facultad Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual, Escuela Superior de Arte. O sea, cine…
Héctor David tiene esa pasión en la mirada, y la certeza de saber lo que quiere y dirigirse hacia ahí. Hasta los 27 años vivió en La Habana, en Centro Habana, y sus padres en el Cerro.
“Mis padres, mi hermana, mi familia, muchos amigos, mi grupo de trabajo, todo estaba en Cuba. Esa era mi dinámica de trabajo-amigos-familia. Eran tiempos buenos: había hecho el video musical con Yissy García, estaba terminando un documental pequeño con Havana World Music, habíamos filmado dos videos para Daymé Arocena, recién había salido otro video con Vocal Sampling”.
En 2017, participó en el Havana Film Festival, un festival de cine en Nueva York, con un cortometraje que había hecho como tesis de la Famca.
“Vine por 30 días, tenía una vida funcionando en Cuba, con mis dinámicas de proyectos y mi realidad. Vine a Estados Unidos y fui a Nueva York, a Washington, Las Vegas, Los Ángeles, Tampa, Miami… Donde había un amigo con un sofá, ahí fui. Ese era mi viaje. Estando aquí, uno de mis mejores amigos me pidió quedarme una semana más para estar en el sex reveal party de su bebé o el baby shower, no recuerdo cuál de los dos era. La semana se postergó… y empecé a estudiar la posibilidad de hacer un máster. Esa fue mi primera motivación: superarme, y empecé a buscar becas.
Mi visión era desarrollar lo que ya venía haciendo. No era cambiar a otra cosa, porque mi mayor motivación era seguir creciendo en mi carrera. A veces se me hacía raro pensar: ‘bueno, me quedo a vivir acá y empiezo a trabajar en lo que aparezca, o intento de verdad ponerle fuerza a esto’. Estuve mucho tiempo estudiando la posibilidad de las becas. Era obsesivo con eso: me levantaba, hacía ejercicios, y me ponía a estudiar a qué escuelas podía aplicar, hasta que la realidad me dijo: ‘No existe eso que tú quieres’. En algún punto, me dije: ‘Voy a poner toda mi energía a hacer crecer mi carrera’. La información estaba en Internet, dependía de mí, de mis tiempos. Y es cuando decido hacer la dirección de fotografía del documental Razing Liberty Square, que dirige Katja Esson. Este proyecto ha sido mi escuela durante los tres años en Estados Unidos.
Liberty Square es una comunidad en el corazón de Liberty City, y la película documental trata el tema de la gentrificación climática en Miami, cómo el nivel del mar está subiendo. Es la historia de la comunidad afroamericana que ahí vive, y cómo se ve afectada por esa realidad. Para mí, ha sido un aprendizaje de muchas maneras: de introducción a una nueva sociedad, de comprender modos de trabajo, del inglés… Yo creía que hablaba inglés; la realidad te enseña que no. Este proyecto fue el entender una sociedad, porque estaba contando la historia de personas que han vivido ahí toda su vida. Fue el acercarme con el respeto de contar una historia de la cual yo no formo parte, y tener la vulnerabilidad y sinceridad de decirles ‘quiero contar esta historia porque a mí me está transformando, y porque es una posibilidad de transformar mi comunidad’”.
A la par, ha estado trabajando en publicidad, edición, y en Steps out of the Blue, una suerte de poema en imágenes, un corto autobiográfico donde se mezclan la soledad, la esperanza, el desamparo, los desafíos…
“Este proyecto de cuatro minutos es muy especial para mí, porque es la primera obra que hago ajena a pedidos, a clientes, a escuelas, a alguien que viene a hablarme de un proyecto. Es algo personal: deseos de contar una historia.
Ahora más que nunca estoy concentrado en desarrollar proyectos propios, que no sé aún cómo se van a financiar, pero sé que se van a financiar. Estoy escribiendo un proyecto que será una serie de cortos, y otro que quiero hacer de foto fija, por primera vez para mí. Quiero readaptar una obra de teatro y hacer de eso un cortometraje. Me interesa mucho el contenido corto. No creo que quiera hacer una película largometraje ahora mismo. Estoy enfocado en cosas pequeñas y seriadas”.
Héctor David es más que un cineasta cubano viviendo fuera de Cuba. Pero como todos los que agarran una maleta y salen a descubrir el mundo que hay más allá de sus fronteras, también ha sentido la soledad y la incertidumbre de qué pasará en lo adelante.
¿Cómo asumes el desafío de hacer algo por primera vez?
“Con altos niveles de estrés, sin poder dormir… despertándome de madrugada. A veces pienso ‘debería hacer un poquito más de publicidad, para ver si así tengo un dinero más estable’. Y de pronto digo: ‘A ver, ¿para dónde quieres que vaya tu barco?’. Así, con ansiedad, con miedos, asumo mis proyectos. Mi más reciente método es empujarme a hacer todos los días un poquito. Un poquito… al menos 20 minutos. Al menos veo que ese barco se sigue moviendo.
El miedo existe. En el corto Steps out of the Blue, por ejemplo, yo hice la música. Pero yo no soy músico. Lo que sé de música es por tocar guitarra con mis amigos de la ENA. Y era la aventura de pensar ‘me estoy divirtiendo, lo voy a hacer’. Me compré mi aparatico —que después devolví, ojalá que Amazon no se entere de esto—, hice la música con esa pianola, la compuse, y luego llamé a un amigo músico y le dije: ‘Necesito que me ayudes a terminar de producir esto’. Fuimos a su estudio y lo terminamos”.
Me contabas que habías valorado vivir en otros lugares como Nueva York, o Los Ángeles. ¿Cómo decides darle la oportunidad a Miami?
“Valoré al principio estar en Nueva York y después en Los Ángeles. Luego pensé estar seis meses en Miami y subir a Los Ángeles o Nueva York. En ese período de estar en Miami, conecté con Katja Esson, con esta directora. Filmando Razing Liberty Square, esta película documental de observación, sabía que íbamos a estar, mínimo, dos años. Yo decía: ‘Está bien, me quedo un año y el año que viene me voy a Nueva York y regreso a Miami solo cuando se necesite’. Pero la dinámica de vida empezó a existir también en Miami, y el reconectar con amigos, con personas que habían existido en mi vida y que la distancia los había sacado un poco.
Al principio —supongo que nos pasa a todos—, a pesar de tener tantas personas conocidas, sientes que esta no es tu realidad. Hay cosas que no entiendes, aunque la comida, el clima o el idioma te sea afín. Pero sientes que no es tu realidad ni la dinámica a la que estás acostumbrado.
Mi decisión de darle una oportunidad a Miami en gran parte tuvo que ver con esta película, y luego con el hecho de sentir que empiezas a formar parte.
Yo recuerdo el día que iba manejando en un expressway y tuve esa sensación de verme desde arriba y decir: ‘Ya soy un carrito más de estos cientos de carros que van a más de 120 kilómetros por hora’. Iba con el mismo apuro, porque llegaba tarde.
Para mí, Miami ha sido un espacio de oportunidades. A veces oportunidades raras, porque muchos creerán que debía estar haciendo más, pero ha sido una posibilidad de reconectar con mucha gente, de tener un espacio para estudiar, para crecer, de ser padrino de los hijos de uno de mis mejores amigos… Yo siento que Miami me ha acogido, pese a esa sensación de desconexión en la primera etapa”.
¿Qué te ha sorprendido de Miami, que tal vez no esperabas encontrar?
“En Miami he descubierto otra parte de mi cultura. De pronto me he visto escuchando música cubana que no conocía, he leído a escritores cubanos que no conocía. Cambiar la dinámica de vida transforma la visión de tu realidad. Miami ha transformado mi visión como cinematógrafo, editor, director, como creador. La manera de contar historias se nutre de tu día a día: de los colores, de la iluminación, de la tecnología, de la rapidez de la vida, de la manera en que decides contar una historia más lenta, o más privada y vulnerable, y compartirla en Internet en un acceso totalmente público. También aprendí la capacidad de participar y de entender las redes sociales. Toda esa visualidad y los sonidos diferentes, el acceso a la música, la información, eso ha transformado mi visión como creador”.
Cuando a Héctor David le tocó elegir casa donde ir a vivir solo en Miami, se fue cerca del mar, a Miami Beach, para mirarlo todos los días. Tal vez porque era una continuación del mar de La Habana.
La cita con la que comienza Steps out of the Blue es memorable: “Ya para siempre permaneceré extranjera, aun cuando regrese a la ciudad de mi infancia” (Lourdes Casal).
“La frase es de un poema de Lourdes Casal, que se llama ‘Para Ana Veldfort’. Me pareció muy acorde a lo que yo estaba sintiendo. Regresar a Cuba fue como que congelas tu vida, dejas de ser parte de esa realidad, y de pronto reconectas y te ves en los mismos lugares a los que fuiste hace tres años, con la misma música, los mismos amigos, las mismas dinámicas. Y a veces te da miedo no formar parte de esa realidad, y entiendes que ya no eres parte de ese día a día de tu familia, pero tú te sientes parte. Regresar te da la posibilidad de saber en qué realidad vas a estar. Y es una mezcla de sentimientos, porque sientes nostalgia”.
¿Qué has retomado acá, de lo que hacías en Cuba?
“Por ejemplo, traje de vuelta la música. Cuando estaba en la ENA, tocaba guitarra y me encantaba. Cuando empecé a estudiar cine me dije: ‘La guitarra es una pérdida de tiempo’, y lo congelé. Aquí lo retomé. Traje mis guitarras viejas de Cuba; ni siquiera me compré guitarras nuevas. Y volví a tocar guitarra.
También el hecho de escuchar música cubana constantemente, incluso las canciones de cuando era estudiante, lo que escuchaba cuando era quinceañero, vuelve a salir aquí. De pronto me vi en Miami viviendo una realidad que había vivido hace diez años en Cuba, y es como estar viviendo una cubanía en paralelo, una realidad que readaptas, porque no es la que conocías, pero se parece. Y se vuelve tuya”.
¿Cuál es el lugar que más extrañas de Cuba?
“La gente. No un lugar, sino el lugar que tiene la gente, eso es lo que más extraño”.
Buenísimo! Dónde y cuándo se puede ver Steps out of the blue?
Hectico es un excelente profesional desde muy joven, muy talentoso y enfocado. Las mejores energías para sus proyectos
MUCHA SUERTE a este joven, ojala puedas subir hacia New York o Los Angeles ciudades mas abiertas culturalmente,nada que ver con Miami.