Liuba Zaldívar es reacia a las entrevistas a pesar de la seguridad que emana en las pistas atléticas. “Me da pena”, dice, con la profunda convicción de quien valora lo que hace, sin importar si los demás lo reconocen.
Hija ilustre de Banes, municipio de Holguín, la atleta de 27 años inició su carrera deportiva desde temprana edad para convertirse en triplista a nivel nacional, sin imaginar que un día daría un salto definitivo hasta la mitad del mundo.
Hoy, desde Ecuador, la “saltamontes cubana”, como también le llaman, cuenta un poco de su historia.
“Yo comencé en Banes, mi pueblo, y lo llevo en el corazón. Fue mi profesor de educación física, Eugenio Ayala, quien me descubrió. Él dijo: ´Esa muchachita puede dar en el atletismo. Como atleta va a llegar muy lejos y va a integrar nuestro equipo nacional. Ella va a ser como Ana Fidelia Quirot´”.
En sus comienzos le emocionaba seguir los pasos de una leyenda y se inclinó por las carreras de resistencia. De niña llegó a correr los 1000 metros con los varones, pues con las chicas no tenía competencia. Desde entonces pasó por toda la pirámide deportiva y solo una vez regresó a casa sin medalla nacional. Más tarde, los cambios en su vida comenzaron con la salida del equipo nacional.
¿Cómo llegas a Ecuador?
Llegué el 19 de enero del año 2015 y la adaptación fue complicada. Había salido de Cuba muchas veces, pero de manera temporal. No es lo mismo saber que tú estás en un país donde vas a intentar cumplir tu sueño. Yo sabía que sería difícil; de hecho, llevo cinco años acá y solo he ido dos veces a Cuba. La primera, con el objetivo de competir en un campeonato nacional cubano representado a mi club “Luis Chocho”, y no me dejaron hacerlo por no ser nacionalizada ecuatoriana. Así fue como perdí la oportunidad de lograr una marca para los Juegos Olímpicos de Río 2016.
La emigración siempre es difícil. Háblanos un poco de ese comienzo en nueva tierra…
Tuve que acostumbrarme a un nuevo modo de vida, en el que yo era la única responsable de las obligaciones de pagos, como los servicios básicos y el arriendo; aunque, en un principio, mi entrenador lo asumía todo. Al contrario de Cuba, donde en el equipo nacional me daban lo necesario, y el sueldo estaba libre de pagos, aquí aprendí a valorar lo que puedes conseguir con tu esfuerzo y salario.
Después de años representando a Cuba al más alto nivel, ¿qué te impulsó a comenzar un nuevo camino?
Representé por primera vez a Cuba internacionalmente en el 2012, alcanzando la medalla mundial juvenil en Barcelona, mi mayor logro. Pero lo que me llevó a querer cumplir otros sueños fue el hecho de que en la isla hay mucha competitividad. Nunca hablaría mal de mi país o de mi deporte, porque mi técnica en el triple salto es cubana. Sencillamente decidí que no me quería quedar allí donde sentía que no iba a avanzar. Si me hubiera quedado en Cuba, ahora mismo estaría retirada; éramos 5 triplistas en aquella época, con resultados muy parecidos. Decidí que mi tiempo había terminado. Me fui a abrirme camino en otro país y gracias a Dios todo salió bien.
¿Por qué Ecuador?
Yo no conocía este país, nunca lo había visitado, pero mi actual entrenador Luis Small me había visto un par de veces en Cuba. Fue profesor del entrenador que me enseñó a saltar triple en la isla. Quizás por eso coincidimos varias veces, y un día, estando en una etapa de bajo rendimiento deportivo y próxima a que me sacaran del equipo nacional, él me propuso acompañarlo en un proyecto que tenía aquí. Una vez estuve oficialmente fuera de Cuba, habló con mis padres y nos abrió un abanico de posibilidades, entre ellas ser primera figura si me nacionalizaba, y vinimos. Lo logré, hoy soy ecuatoriana, soy primera figura y tengo un récord de 14,05 metros.
Pero el camino hasta alcanzar ese objetivo no fue fácil…
No, yo llegué en 2015. Ese mismo año entregamos los papeles para la nacionalidad y por diferentes cuestiones no salieron. Volvemos a entregar en 2017 y me aprobaron en 2019. No imaginamos que el proceso sería tan largo, que íbamos a pasar por tanto. Yo llegué con 22 años y ahora, con 27, es que puedo representar formalmente a Ecuador. Muchas veces me desanimé, pero seguí compitiendo, viajando, y eso me hizo perseverar, porque es muy lindo representar una bandera, te deja un mejor sabor, es como agradecer a quien te ayudó, porque aquí desde la Federación, la Secretaría de Deportes y mi club “Luis Chocho”, muchas personas me apoyaron.
¿Nacionalizarte ecuatoriana te generó sentimientos encontrados?
De cierta forma sí, por el hecho de que mi papá, que es mi mayor seguidor y quien más conoce de deportes, siempre que me vea compitiendo y logrando cosas por otro país va a decir que pudieron ser para Cuba, que esos saltos pudieran haber sido para Cuba. Pero me da gusto, porque sigo siendo cubana en mis raíces, aunque mi corazón pertenece a Ecuador. Este año me senté en la misma mesa que el presidente Lenin Moreno, que habló con todos los atletas sin demasiado protocolo. Aquí me abrieron las puertas, me acogieron y me trataron como una ecuatoriana más. Los dirigentes del deporte están pendientes de mí sin que yo tenga que pedir atención o buscarla. Aquí es donde debo estar. Yo digo que siempre voy a estar donde me traten bien.
No pudiste estar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Háblanos de esa experiencia que tanto te marcó…
Fue la segunda competencia importante a la que falté. En el 2010 me pasó con las Olimpiadas Juveniles de Singapur, en la que lloré mares. Tenía la marca y todo lo requerido, clasificaba y sin embargo no pude ir. Debía eliminarme en el Salvador; pero me dijeron que impuse tarde la marca y que otra competidora cubana ya estaba inscrita. Finalmente no fui, y sin la eliminatoria por continentes perdí cualquier posibilidad de participar. Luego fue Río, por la misma causa: documentos, inscripciones y una serie de cosas que estaban fuera de mis manos. Hoy me río, pero la pasé muy mal, porque con mi marca podía haber quedado finalista. Esa es una espinita que en algún momento me voy a sacar, y espero que sea en Tokio.
¿Y cuál es tu meta principal en los olímpicos de Tokio?
Yo tengo dos objetivos, que son las dos olimpiadas venideras. Con Tokio, mi objetivo es no solo ir: es ir y quedar finalista. En París puede pasar cualquier cosa, tal vez cierre mi trayectoria deportiva con una medalla. Ecuador se ha ganado mi cariño y todo lo que soy lo voy a dar por Ecuador. Haré un buen papel como ecuatoriana que soy. Esas son las metas de Liuba Zaldívar.
¿Qué hará Liuba Zaldívar después del deporte?
En 2024 le diré adiós a las pistas. Le he dedicado mucho tiempo al deporte y ese será el momento de dedicarme a hacer lo que no se puede siendo deportista. Quiero viajar por placer, trasnochar, irme a un baile y llegar a las 6:00 a.m. sabiendo que no tengo que despertarme a entrenar, quiero poder leer un libro entero. A eso voy a dedicarme.
¿Quiénes son los hombres más importantes de tu vida?
Primero mis abuelos, ya fallecidos y que me cuidan desde el cielo. Mi papá, que es mi ejemplo a seguir; mis tíos, esos son los hombres de mi vida. Tengo otro, muy celoso aunque lo adoro: mi hermano. No puedo dejar de mencionar a mis mejores amigos: Roberto Skiers, Carlos Baró, un entrenador de tenis que me ha acogido como familia aquí en Ecuador, Alberto Chambers; mi entrenador Luis Small… son tantos que si te dijera todos los nombres no terminaríamos nunca. Solo puedo decir que tengo verdaderos amigos regados por todo el mundo, que son y serán siempre los hombres de mi vida.
¿Qué o quién es el motor de tu carrera deportiva?
Mi familia, mi abuelita “Chana”, que se fue en 2018 y me cuida desde el cielo. Muchas personas que contribuyen en mi desempeño como atleta, y en mi religión. Tengo hecha la mano de Orula desde 2017 y creo mucho. También mi entrenador, mi fisioterapeuta, todo el equipo que me acompaña, los que siempre están ahí para mí, en Cuba y aquí. No puedo mencionar nombres porque son muchos los que me motivan cada día. Se me cierra la garganta porque a una parte de esa familia no la veo hace buen tiempo, pero me alegra saber que, pase lo que pase, cuento con ellos.
¿Qué opinión te merece el atletismo cubano actualmente?
Para mí el atletismo cubano siempre ha sido una potencia. El otro día hablaba con mis compañeros porque aquí en Ecuador ser campeón nacional es algo muy elevado; mientras que en Cuba es algo común. Al menos en el triple salto, todos en el equipo cubano éramos campeones nacionales, incluso con medallas mundiales. Yo creo que en triple aún queda mucho talento en la isla. El deporte no ha perdido su calidad, aunque algunos piensen que sí. Las mejores triplistas del mundo en estos momentos, la colombiana Caterine Ibargüen y la venezolana Yulimar Rojas, tienen entrenadores cubanos. Eso dice mucho.
¿Por qué te llamas Saltamontes en Facebook?
Es curioso. Desde que tengo uso de razón siempre me comparé con un saltamontes, porque son muy pequeñitos y con mucha “saltabilidad”, pero con el tiempo me olvidé de eso. Luego en 2020 vino una persona, cuyo nombre no voy a mencionar, que me dijo que debería usar el título de saltamontes, porque es algo que me caracteriza. Me dije que sí. Soy una saltamontes, y esa es la corta historia.
¿Ceviche o congrí?
Me encanta el ceviche, pero prefiero el congrí; con carne de cerdo y plátano maduro frito. Es mi comida favorita, creo que lo llevo en la sangre.
¿Qué queda de Cuba en ti?
Queda mi familia, mis mejores amigos, las cosas buenas y malas que pasé, todos los recuerdos…eso me queda.
¿Volverías a Cuba?
No haría una vida en Cuba aunque me encanta mi tierra. Yo muero por ir. Vivo en un lugar rodeado de playa y me gusta andar descalza en el patio de mi casa, subirme a los árboles. Muero por ir, y espero hacerlo después de las olimpiadas, pero no está en mis planes vivir allá. Sí quisiera sentir lo que es volver a pisar las pistas del país, que me abrió las puertas al mundo, y ver a mi mejor amigo, el velocista Roberto Skiers, uno de los que siempre han estado y estarán.
Me quedo en Ecuador deseando lo mejor para Cuba y para los atletas cubanos.