Cuervo y Sobrinos

Fundada en la Ciudad de La Habana en 1882, la famosa firma Cuervo y Sobrinos aún vive en el Centro Histórico. Resultó muy difícil encontrar una persona en La Habana y aun en el resto de la Isla, que no conociera la casa de Cuervo y Sobrinos, muestra de la importancia que fue cobrando la firma desde su fundación. Los propietarios fueron los únicos importadores en la Isla de las afamadas marcas de relojes Roskoff y Longines, es decir, de las dos más famosas y reconocidas marcas del mundo.

Gracias al Libro de Oro Hispano-Americano, editado en 1917, es posible conocer sobre los orígenes de la joyería Cuervo y Sobrinos, ya para entonces «una de las empresas de su orden más acreditadas de toda la Isla y de las que dirigen el negocio con mayor competencia y acierto (…)», según esa publicación. Y agregaba: «Es también una de las entidades mercantiles más sólidas de Cuba». Fundada por don Marcelino Ramón Fernández y Cuervo y dirigida desde los inicios por don Armando F. Río y Cuervo, la renombrada firma contó con la competencia y laboriosidad de don Ramón, así como con la colaboración de dos de sus sobrinos, Plácido y Lisardo Río y Cuervo.

Por posteriores anuncios —cuyo diseño hace presumir que fueran emitidos a partir de los años 20 del siglo XX—, sabemos que la Casa Cuervo y Sobrinos se trasladó hacia San Rafael y Águila. Situado en las proximidades del actualmente llamado boulevard de San Rafael, que hasta hoy mantiene su carácter comercial, el local todavía existe. La marca Cuervo y Sobrinos se conserva en la memoria de muchos cubanos como sinónimo de calidad.

Con el eslogan de «los joyeros de confianza», la tienda vendía no solo finos relojes Rolex y Longines, de oro y acero, sino un extenso surtido de sortijones de oro 18K y topacio, para los caballeros,; yugos en los más finos estilos; y gran variedad de hebillas y pasadores, todo ello anunciado como oferta navideña, “no importa las cifras que alcance su presupuesto. Un presente para cada posibilidad económica y un objeto para cada gusto”.

Quiso el azar que una empresa italiana, con experiencia en la relojería antigua, descubriera la remota existencia de Cuervo y Sobrinos y se hiciera de la antigua marca, extinta hace tantos años. Tras una rigurosa investigación, en el caveau de la antigua joyería, los nuevos dueños descubrieron un pequeño grupo de mecanismos de época, intactos, pues nunca se habían montado. Ello permitió recuperar la prestigiosa marca mediante una partida de elegantes modelos que evocan —de manera singular— los famosos cortes de los puros Habanos. «Espléndidos», «Robustos», «Prominentes» los nuevos relojes tienen el mismo estilo y calidad técnica de sus antepasados, a lo que se suma ahora esa relación con el placer de fumar, en un intento de sus actuales propietarios, de que Cuervo y Sobrinos nunca pierda el sello de su originaria cubanidad.

Después del descubrimiento, la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana participó retomando la firma e instalando un nuevo almacén en la calle Oficios. La nueva ubicación respondió a un proceso de restauración, donde Cuervo y Sobrinos estuvo insertado. La existencia de una firma en movimiento entorno a la ciudad antigua persiste en Oficios no. 212. Ubicada sin dudas, en una de las arterias más concurridas de La Habana colonial, Cuervo y Sobrinos cumple 130 años, siendo aún en la actualidad, un palacio encantado.
 

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