La Habana nuestra

Cuando pienso en La Habana, lo primero que me viene a la mente no son sus construcciones ni sus calles, ni el Malecón que la bordea; pienso en mi abuelo.

Debe ser porque fue él quien primero se ocupó de tratar de “enseñarme” La Habana. Recuerdo que cuando mi hermana y yo éramos pequeñas mi abuelo nos llevaba cada año al mismo paseo. Él decía que era “el paseo de Martí” y nos hacía un recorrido martiano que incluía su casa natal, las canteras de San Lázaro y el Prado.

La Plaza de la Catedral era el último lugar del recorrido. Allí, en El Patio, comíamos pan con queso y tomábamos limonada y, año tras año, sin que nada pudiésemos hacer mi hermana y yo para evitarlo, mi abuelo nos regalaba una “payasada”. Aquel respetadísimo profesor de Matemáticas, sin el más mínimo recato, se ponía a cantar una parte de la zarzuela Cecilia Valdés de Gonzalo Roig, en plena Plaza de la Catedral. Debo confesar, no sin algo de vergüenza, que aún hoy disfruto aquel momento íntimo de locura entre un abuelo y sus nietas.

Cuando crecí, las noches de La Habana se convirtieron en algo especial. Creo que no hubo parque o zona del Malecón que no haya sido testigo de los encuentros con mis amigos, guitarra mediante. Los cines, los teatros, la costa habanera, guardan recuerdos especiales que atesoramos todos los que los vivimos.

Cada quien tiene una Habana particular que ama, añora, padece y goza a su manera. Pretendemos que reconozcas tu ciudad en esta edición especial de OnCuba que dedicamos a la otrora Villa San Cristóbal de La Habana, que cumple 493 años el 16 de noviembre.

OnCuba invita. Una entrevista a Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad; la historia de la Casa de las Tejas Verdes y de una especial habanera que hizo de su casa una sala de teatro; la Quinta de los Molinos; personas que, en esta ciudad, se dedican a singulares oficios; la nueva política de arrendamiento de locales en La Habana Vieja; el rescate de la antigua tradición de la Tarasca habanera; son algunas de las propuestas.

Te invitamos a encontrarte con La Habana nuestra. Este podría ser el comienzo de un recorrido que se hace con los pies y con el alma.

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