A un año de la desaparición del submarino argentino ARA San Juan, los familiares de los 44 tripulantes creen que el sumergible no estaba en condiciones de navegar y temen que se suspenda definitivamente su búsqueda.
Las familias de los submarinistas y las autoridades argentinas recuerdan este jueves en varios actos de homenaje a las víctimas del ARA San Juan, del que se perdió todo rastro el 15 de noviembre de 2017 mientras se encontraba en aguas del Atlántico sur.
En una carta conjunta difundida recientemente, allegados a los tripulantes dijeron sentirse en “total estado de desesperación” ya que en pocos días un buque de la empresa estadounidense Ocean Infinity –a cargo de la búsqueda del submarino– partirá a África para someterse a una revisión.
“Nadie puede asegurarnos que si el buque contratado se va ahora, vuelva alguna vez. La promesa de que volverá en febrero no la creemos”, dijeron.
En el buque “Seabed Constructor” de la empresa estadounidense viajan desde el 7 de septiembre cuatro familiares de los tripulantes para supervisar las tareas de rastreo que se realizan con tecnología de punta, como sumergibles que pueden operar a 6,000 metros de profundidad.
Las áreas de rastreo coinciden con las zonas barridas por embarcaciones argentinas según la última posición estimada del submarino reportada por su sistema de comunicación satelital del 15 de noviembre de 2017. Pero los familiares creen que las autoridades deben plantear nuevas zonas de búsqueda.
Ocean Infinity decidió recientemente inspeccionar a fondo el área donde operadores del sonar de una corbeta de la Armada detectaron durante la primera fase de búsqueda ruidos compatibles con golpes contra un casco, sin que se hayan reportado hasta ahora resultados.
El submarino diésel eléctrico clase TR-1700 de fabricación alemana desapareció cuando navegaba desde Ushuaia, en el extremo sur de Argentina, hacia su base en Mar del Plata, situada a 400 kilómetros al sur de Buenos Aires, tras participar de un ejercicio de adiestramiento.
El día que desapareció el ARA San Juan, su comandante informó que había sufrido una avería a raíz de la entrada de agua a las baterías a través del snorkel –el dispositivo por el cual el sumergible toma aire de la superficie para operar sus motores–, pero que el incidente había sido resuelto. Horas después se registró una explosión cerca de donde se había perdido contacto con la nave.
Las autoridades creen que el sumergible pudo haber sufrido una implosión.
Los familiares también repudiaron la presencia del presidente Mauricio Macri en el acto en homenaje a los submarinistas en la Base Naval de Mar del Plata al señalar que el gobierno ha mentido y ocultado información sobre el estado de la nave y las tareas de búsqueda.
En ese sentido, Lucía Zunda, hermana del tripulante Adrián Zunda, afirmó que no hay evidencia de que los submarinistas cometieran “algún error de operación” y apuntó contra las supuestas falencias del sumergible a la hora de partir, como la falta de suficientes balsas salvavidas, radiobalizas y pirotecnia para inmersión.
“No fue porque cometieron un error y no advirtieron el faltante sino fue porque nunca se la proveyeron”, denunció en un escrito.
El comandante de la nave había reportado meses antes del ejercicio de adiestramiento algunas de estas falencias a sus superiores.
Varios familiares son querellantes en una causa judicial que intenta determinar qué le pasó al sumergible. Algunos han cuestionado la falta de avances en la investigación.
En el último año el operativo coordinado para localizar al sumergible llegó a sumar a 18 países, entre ellos Estados Unidos, Rusia y el Reino Unido. Decenas de objetos detectados en el fondo marino fueron descartados.
Por la presión de los familiares, el gobierno contrató finalmente a Ocean Infinity que cobrará 7,5 millones de dólares solamente si encuentra el submarino. La empresa rastreó, de forma infructuosa, el avión de Malaysia Airlines que desapareció en 2014 sobre el Océano Índico.