El presidente Evo Morales lidera la primera ronda de las elecciones en Bolivia, las más reñidas de los últimos tiempos que presagian la necesidad de una segunda vuelta.
El país se fue a dormir polarizado y en la incertidumbre: el conteo preliminar oficial se paralizó poco antes de las ocho de la noche, por lo que a muchos sólo les quedó anticipar un balotaje en diciembre, en una fecha aún sin concretar, pero que pueden inferirse según los cómputos adelantados por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) tras la votación de este domingo, en la que también se eligió a los representantes del poder Legislativo.
Los resultados publicados por el TSE colocaban a Morales –al frente del partido Movimiento al Socialismo (MAS)– a la cabeza del cómputo con 45.28% de los votos frente al 38.16% de su rival más cercano, el expresidente Carlos Mesa (2003-2005), de la alianza de centro Comunidad Ciudadana (CC), tras contabilizar cerca del 84% de los votos.
Para ganar en primera vuelta, un candidato debe obtener el 50% más un voto o ganar con al menos 40% de los sufragios, pero con una diferencia de diez puntos porcentuales frente al segundo lugar.
La jornada se desarrolló con tranquilidad, pero la interrupción del conteo provocó que la misión de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA) solicitara explicaciones y que el “proceso de publicación de los datos del cómputo se desarrolle de manera fluida”.
La presidenta del TSE, María Eugenia Choque, atribuyó el parón en el conteo preliminar a que se había iniciado “el cómputo oficial de los tribunales regionales, y tenemos que abocarnos a ellos también, si no tuviéramos dos cómputos”.
Además, calificó de positivo que el Tribunal hubiera llegado a un 83% de conteo rápido. El TSE tiene un plazo de siete días para anunciar los resultados finales.
Atendiendo a los resultados preliminares, Morales –uno de los referentes de la izquierda latinoamerciana y fuerte aliado de los gobiernos de Cuba y Venezuela– se declaró ganador. Desde la casa de gobierno dijo que “el pueblo nuevamente se ha impuesto. No estamos solos, por eso hemos ganado otra vez”, aseguró.
El mandatario no descartó la posibilidad de una victoria incluso en primera vuelta si el conteo de los votos en las zonas rurales amplía su margen frente a Carlos Mesa.
Sin embargo, aun si el mandatario venciera en la primera o en la segunda vuelta, la fuerza de su gobierno se vería disminuida en el Congreso, pues no conservaría los dos tercios que mantiene ahora, lo que hasta la fecha le había permitido gobernar sin contratiempos.
“Es un escenario polarizado que demandará de acuerdos políticos para garantizar la gobernabilidad”, dijo la AP la politóloga María Teresa Zegada.
Mesa, por su parte, anunció que una segunda vuelta es inevitable y llamó a sus bases a cerrar filas para un “triunfo definitivo” en diciembre.
Mesa es un periodista e historiador de 66 años que como vicepresidente ascendió al primer puesto de la nación cuando su predecesor renunció en 2003 en medio de protestas generalizadas.
“Una segunda vuelta marcará dos meses de incertidumbre, de tensión política, social y económica”, dijo el analista Marcelo Silva.
En su largo gobierno de casi 14 años, Morales garantizó estabilidad política y económica con tasas de crecimiento promedio anual por encima del 4% durante diez años y redujo la pobreza, pero la sombra de la corrupción y su intento de reelegirse pasando por alto un referendo que en 2016 le negó esa posibilidad, deterioran un tanto su apoyo popular, según algunos analistas.
También opinan que Morales no estuvo a la altura de lo que la población esperaba para enfrentar los incendios que arrasaron al menos cuatro millones de hectáreas forestales en los últimos dos meses en el este boliviano, donde está el bosque seco de la Chiquitanía, en la frontera con Brasil.
La del domingo fue la votación más baja del mandatario desde 2005 cuando llegó al gobierno.
“La gran pregunta es si una oposición relativamente débil y fragmentada podrá unir y desafiar a Morales, cuyo fracaso en primera vuelta refleja la creciente preocupación por la desaceleración de la economía, los escándalos de corrupción y perseguir su reelección desafiando un referendo y la constitución”, dijo a la AP desde Washington Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano.
“En una segunda vuelta, Morales puede tratar de dividir a la oposición y utilizar recursos estatales para garantizar su victoria”, opinó a su vez desde Nueva York Christopher Sabatini, profesor de políticas públicas e internacionales en la Universidad de Columbia.
“El resultado de una segunda vuelta sería cercano. La oposición movilizará el “No” del referéndum de 2016 (que rechazó la reelección del mandatario), pero enfrentará una batalla cuesta arriba para generar impulso debido a la animosidad entre candidatos. Morales tiene las ventajas de la titularidad, un fuerte voto central y el aparato estatal a su favor. Las opiniones sugieren que Mesa presentará un fuerte desafío, pero las encuestas de opinión tienden a subestimar el apoyo de Morales”, sostuvo Jorge Riaza, analista de The Economist en comentarios enviados a la AP.
Morales, primer mandatario indígena en la historia de Bolivia, llegó a la presidencia en 2006 con el 54% de los votos: Luego, revalidó su mandato (2010-2015) con el 64 % y volvió a vencer (2015-2020) con el 61%, siempre en la primera vuelta electoral.
AP / OnCuba
a ver que va a pasar en Bolivia..