Tres semanas después de comprobar que el electorado lo ha mandado a casa, el presidente saliente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha decidido desafiar los resultados de la segunda vuelta de las reñidas elecciones presidenciales de este año. Y con un argumento digno de Donald Trump: las máquinas de votar fueron saboteadas a favor de su contrincante, el ahora presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva.
Bolsonaro perdió por poco margen la segunda vuelta el 30 de octubre, pero no desafió el resultado de inmediato. Tampoco el juez presidente de la junta electoral, Alxandre Moraes, se quejó de irregularidad alguna.
Desde entonces, Bolsonaro no ha llegado a admitir explícitamente que perdió, pero dijo que “seguiría cumpliendo con todos los mandamientos de la Constitución”, lo que llevó a observadores a creer que cooperaría con la transferencia del poder.
Pero en la petición presentada el martes, Bolsonaro y el líder de su Partido Liberal de derecha alegan que algunas máquinas de votación no funcionaron correctamente y que cualquier voto emitido mediante ellas debería ser anulado.
Bolsonaro comunica al Tribunal Supremo de Brasil que el proceso electoral ha concluido
Citando un análisis de una empresa contratada por el partido de Bolsonaro, la denuncia afirma que eliminar esos votos le daría la victoria a Bolsonaro, pero no presentó pruebas.
Este miércoles Moraes fue muy duro en la respuesta. O Bolsonaro presenta pruebas y, además, incluye estudios de la primera vuelta o se olvida de la protesta. Entre otras razones, porque las máquinas utilizadas en la segunda vuelta fueron las mismas que las empleadas en la primera. Y tiene 24 horas para hacerlo.
Hasta el fin del día miércoles no lo había hecho. Pero el partido Liberal dio una conferencia de prensa en la que los funcionarios redoblaron las afirmaciones de que algunas papeletas utilizadas en la segunda vuelta de las elecciones podrían estar sujetas a error. Pero en un cambio de postura, afirmaron que no pretendían impugnar los resultados.
“No pretendemos impedir que nadie asuma el cargo, solo que cumpla la ley. Si hay indicios [de error] esta boleta no se puede tomar en cuenta”, dijo el presidente del Partido Liberal, Valdemar Costa Neto. Es más: “no estamos pidiendo nuevas elecciones. Eso sería una locura”.
Las acaloradas elecciones del mes pasado se produjeron en medio de un clima político tenso y polarizado en Brasil, que ha estado lidiando con la alta inflación y el aumento de la pobreza.
Lula da Silva recibió más de 60 millones de votos, según el recuento final de la autoridad electoral, la mayor cantidad en la historia de Brasil y rompiendo su propio récord de 2006.