Tras 48 horas de un silencio público inédito para alguien que perdió unas elecciones presidenciales, el todavía presidente Jair Bolsonaro pronunció un corto discurso de 2,9 minutos que se resume de forma fácil: no concedió la derrota, pero autorizó el inicio de la transición.
Bolsonaro no se refirió a Lula da Silva, aunque tampoco mencionó la palabra transición. Eso le tocó a Ciro Nogueira, ministro de la Casa Civil del mandatario. Bolsonaro aseguró que “mientras sea presidente y ciudadano voy a cumplir los mandamientos de la Constitución”. La transición comenzará el jueves próximo. Por la parte de Lula será organizada por el vicepresidente electo, Geraldo Alkim.
El discurso no fue muy elaborado. No pasó de una sucesión de frases cortas montadas como rápidas consignas. “Nuestros sueños siguen más vivos que nunca; agradezco a 50 millones de personas su apoyo; al contrario de la izquierda, siempre he jugado dentro de las cuatro líneas democráticas y la Constitución; nuestros sueños están más vivos que nunca. Estamos a favor del orden y del progreso”, dijo el presidente brasileño.
Durante la madrugada las carreteras brasileñas en por lo menos 20 estados fueron interrumpidas por el poderoso gremio de los camioneros, quienes protestaban por la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva y reclamaban la intervención del ejército para “colocar la justicia en su lugar”, como le dijo Góis de Almeida a la cadena CNN/Brasil, uno de los camioneros que participó en la interrupción de la carretera que conecta a São Paulo con Río de Janeiro.
En los alrededores de São Paulo, la importante arteria que conecta la urbe con el aeropuerto fue un verdadero infierno. Dos interminables filas de camiones cerraron por unos 15 kilómetros todo el tráfico de salida. La arteria se conecta con los principales estados del país y es una vía para el traslado de mercancías, alimentos en particular.
La mayor cantidad de bloqueos se registró en Santa Catarina, un estado donde Bolsonaro tiene una base de apoyo masiva, y en Mato Grosso do Sul, además de muchos otros sitios en Paraná, Sao Paulo, Minas Gerais, Goiás y Bahía.
En la capital, Brasilia, la policía cerró el acceso al tráfico a la explanada del gobierno central luego de recibir informes de que los partidarios de Bolsonaro planeaban ocupar la plaza frente al Tribunal Supremo que, según afirman, ha estado favoreciendo a Lula en sus juicios.
Hubo momentos en que la situación se intensificó. El Tribunal Supremo tomó la decisión, rápida y poco usual de autorizar a los gobiernos estatales a intervenir en las carreteras federales y tomar la ayuda de la Policía Federal y la Policía de Carretras Federal para controlar la situación en los estados. Además, creó una multa especial, de 11 000 reales (unos 2 200 dólares) por hora, o sea, por cada hora que los camioneros interrumpan el tráfico. Al final de la tarde se habian impuesto unas 180 multas, según la Policía de Carreteras.
En lo de los camioneros participó tambien la policía especia,l que usualmente interviene en las manifestaciones no autorizadas. En las afueras de São Paulo tuvieron que disparar gases lacrimógenos porque los manifestantes no querían retirarse.
En su discurso de este martes Bolsonaro se refirió a ellos sin criticarlos o sin pedirles que regresaran a sus casas. “Los actuales movimientos son el resultado de la indignación y el sentimiento de injusticia por la forma como se llevó a cabo el proceso electoral”, dijo el mandatario.
Y agregó: “Las manifestaciones pacíficas siempre serán bienvenidas. Pero nuestros métodos no pueden ser los de la izquierda, que siempre han perjudicado a la población, como la invasión de propiedades, la destrucción del patrimonio y el recorte del derecho de ir y venir”.
El Partido de los Trabajadores no ha comentado la intervención de Bolsonaro. Pero uno de sus seguidores , el periodista Fernando Morais, autor de una monumental biografía del presidente electo, escribió en su página de Facebook que se trató de un discursito escatólogico. A la altura del orador.