El conteo de votos en Guatemala parecía confirmar el lunes de madrugada la celebración de una segunda vuelta de las elecciones presidenciales.
Los resultados del conteo situaban en primer lugar a la exprimera dama Sandra Torres (centroderecha) con un 15.2% de apoyo, seguida por Bernardo Arévalo, del partido Movimiento Semilla (izquierda), quien dio la sorpresa al llegar al segundo lugar con un 12.2%. Con un 7.8, quedaba la candidatura de Manuel Conde, de la formación Vamos de Giammatei.
Según las reglas del Tribunal Electoral, para ganar la contienda en primera vuelta, uno de los candidatos debe obtener el 50 % más uno de los votos totales, por lo que los dos candidatos que logren más votos, se enfrentarían en segunda vuelta el 20 de agosto de 2023.
Con el 90 % de los datos escrutados, “esto definitivamente es una tendencia, no definitiva, pero tenemos tres partidos que van a la cabeza”, indicó en conferencia de prensa de madrugada Gabriel Aguilera, magistrado del Tribunal Supremo Electoral.
La participación fue de un 60%. Los votos nulos de una población frustrada superaban los apoyos a los 22 candidatos, con un 17.4%.
Tres aspirantes destacados de distintas corrientes políticas, pero todos con promesas de importantes reformas, habían llamado al voto nulo cuando sus candidaturas fueron descalificadas por las autoridades electorales, en una de las convocatorias electorales más accidentadas de la historia reciente del país centroamericano.
Se ha acusado a las autoridades de proteger candidaturas que auguran la continuidad del sistema.
La jornada de votaciones no estuvo exenta de incidentes, con episodios violentos y al menos 15 detenidos, según la Fiscalía. Al final de la tarde la policía informó tres ataques con bombas incendiarias a centros electorales de la capital.
La organización Mirador Electoral, que observa el proceso dijo que, según sus monitoreos, los principales problemas se relacionaban con denuncias de acarreo de votantes mayormente a nivel municipal, la compra de votos y la intimidación a periodistas y medios de comunicación.
“Los resultados son el cansancio de la gente con la clase política tradicional”, indicó Arévalo, hijo del expresidente Juan José Arévalo, quien entre 1945 y 1951 dirigió uno de los gobiernos más progresistas que ha tenido Guatemala.
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