En medio de un crecimiento desmedido de la basura electrónica, un fenómeno que supone un grave problema medioambiental en todo el planeta, México se ubica entre los diez países que más desechos de este tipo producen a nivel global.
El alarmante dato, confirmado por el Observatorio Internacional sobre Residuos Electrónicos, refleja tanto el alto consumo de tecnología como la falta de infraestructura adecuada para su gestión.
Heberto Ferreira, del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), advierte que la cantidad de tales residuos ha aumentado a un ritmo casi cinco veces superior a la de los oficialmente reciclados.
Cuando estos artefactos entran en contacto con el agua, el Sol y la polución, empiezan a degradarse y pueden contaminar cuerpos de agua, advirtió el experto, citado por el periódico mexicano La Jornada.
Ante este creciente fenómeno, en el país norteamericano se organizan iniciativas de acopio como la que tendrá lugar a fines de esta semana al norte de la capital mexicana, las cuales buscan promover la participación ciudadana y reducir el impacto ambiental de la basura electrónica.
Para ello, no obstante, los expertos advierten que deben ir acompañadas de políticas públicas más ambiciosas y de la colaboración entre el sector público, el privado y la sociedad civil. La solución a este problema, subrayan, requiere un enfoque integral que combine la regulación, la inversión en infraestructura, la promoción de la economía circular y la educación ambiental.
México es solo una parte de un problema mundial que sigue creciendo a un ritmo alarmante. En 2022, el planeta generó 62 mil millones de kilogramos de basura electrónica, la mayor cantidad registrada hasta la fecha, lo que supuso 7,75 kg por persona.
China lidera la lista de los países que más contaminan, seguida de Estados Unidos e India. México ocupa el décimo lugar, lo que lo sitúa en una posición crítica y lo obliga a buscar soluciones urgentes frente a un desafío medioambiental que amenaza la salud pública y los ecosistemas.
El crecimiento exponencial de la basura electrónica
La generación mundial de residuos electrónicos ha experimentado un incremento sin precedentes en los últimos años. Según el cuarto Monitor Mundial de Residuos Electrónicos (GEM) de la ONU, la cantidad de basura electrónica producida en 2022 equivale a 1,55 millones de camiones de 40 toneladas, suficientes para dar la vuelta al mundo por el ecuador.
Este volumen representa un aumento del 82 % respecto a 2010 y se estima que la cifra podría crecer un 32 % adicional para 2030, alcanzando los 82 millones de toneladas anuales si no se implementan medidas contundentes.
La acumulación de estos desechos no solo implica la pérdida de materiales valiosos —como oro, plata y cobre—, sino también la liberación de sustancias tóxicas como plomo, mercurio y cadmio, que contaminan el suelo, el agua y el aire, afectando la salud humana y la biodiversidad.
Como ya referimos, China, Estados Unidos e India son los tres países que más basura electrónica generan anualmente. El Observatorio Internacional sobre Residuos Electrónicos destaca que esos tres gigantes concentran una parte significativa del problema global.
Después de México, en América Latina sobresalen como emisores Brasil, Argentina y Colombia. Sin embargo, de acuerdo con su población y a escala regional, Chile y Uruguay lideran la generación de residuos electrónicos per cápita en América Latina, con 9,9 y 9,5 kilogramos por habitante al año, respectivamente.
Empero, estos valores son moderados si se comparan con países como Estados Unidos, donde la cifra alcanza los 22 kilogramos por persona, o Italia, con 17,8 kilogramos por habitante.
La media regional latinoamericana es de 7 kilogramos por persona, por encima de la media mundial (6 kilogramos), pero muy por debajo de la europea, que supera los 16 kilogramos por persona.
Los mayores vertederos del mundo
La gestión inadecuada de los desechos electrónicos ha dado lugar a la aparición de enormes vertederos, muchos de ellos ubicados en países en desarrollo. Esos sitios se han convertido en focos de contaminación y riesgo para la salud de las comunidades locales.
Entre los vertederos más conocidos a nivel mundial destacan Agbogbloshie, en Ghana, que recibe miles de toneladas de desechos electrónicos cada año, principalmente de Europa y América del Norte.
En ese lugar, cientos de trabajadores, muchos de ellos niños, se exponen a condiciones peligrosas para extraer materiales valiosos, con graves consecuencias para su salud.
En segundo puesto se halla Guiyu, en China, que por años lideró el ranking, aunque las autoridades han intentado regular la actividad.
Luego continúa la ciudad portuaria de Lagos, en Nigeria, que igualmente recibe ingentes cantidades de desechos electrónicos procedentes de Europa y América, que son procesados en condiciones precarias, liberando sustancias tóxicas al medio ambiente.
Y en cuarto puesto aparece la ciudad paquistaní de Karachi, donde la falta de regulación y la informalidad en el reciclaje generan graves problemas ambientales y de salud pública.
Estos vertederos reciben buena parte de los desechos electrónicos exportados desde países desarrollados. Esta práctica, según la ONU, alcanzó los 5,1 millones de toneladas en 2022, de las cuales el 65% provinieron de países de ingresos altos hacia países de ingresos medios y bajos.
Reciclaje insuficiente y una cínica distribución de los detritus
La basura electrónica contiene una mezcla de sustancias nocivas y materiales valiosos.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) constituyen la corriente de desechos con mayor crecimiento en América Latina, donde países como Brasil, México, Colombia y Argentina concentran la mayor parte de la generación regional.
Además, la exposición a estos tóxicos puede causar enfermedades respiratorias, neurológicas y cáncer, especialmente en las comunidades que viven cerca de los vertederos o que trabajan en el reciclaje informal.
La falta de regulación y de infraestructura adecuada para el manejo de estos residuos agrava la situación, especialmente en países en desarrollo, donde la informalidad y la precariedad laboral son comunes.
A nivel global, solo el 17,4% de los residuos electrónicos generados se recogen, tratan y reciclan adecuadamente, según la ONU.
Europa es la región con la tasa más alta de recolección y reciclaje, con un 42,5%, seguida de Oceanía y América, donde las cifras son significativamente más bajas.
En 2023, solo 81 países del mundo contaban con una legislación específica sobre residuos electrónicos, y 67 tenían instrumentos legales para regular su gestión y promover la responsabilidad ampliada del productor.
La falta de regulación y de infraestructura es especialmente crítica en los países menos adelantados, donde solo el 35% de la población tiene acceso a Internet, pero que reciben cada vez más basura electrónica de países desarrollados.
Esta situación dificulta la implementación de sistemas de reciclaje eficientes y seguros, y perpetúa la exposición de las comunidades más vulnerables a los riesgos asociados con la manipulación de estos residuos.