El descontento por el ajuste económico aplicado por el presidente Mauricio Macri se plasmó en las primarias celebradas el domingo en Argentina y abrió las puertas para el regreso del populismo en las elecciones presidenciales del 27 de octubre.
El opositor kirchnerista Alberto Fernández, ungido como candidato presidencial y acompañado en la fórmula electoral por la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), era el más votado en las primarias que definieron las candidaturas para las generales de octubre, según el escrutinio oficial.
Fernández, exjefe de gabinete durante la primera etapa de la presidencia de la ahora senadora y previamente en el gobierno de su fallecido esposo Néstor Kirchner (2003-2007), obtenía, con el 90% de las mesas escrutadas, 47,37% de votos respecto al 32,23% alcanzado por Macri, un conservador respaldado por los mercados y Estados Unidos.
La diferencia de 15 puntos porcentuales de Fernández frente a Macri revelaba la debilidad del mandatario conservador y posicionaba al primero como potencial triunfador en la primera vuelta electoral de octubre.
El resultado, además, abre un panorama incierto para las próximas semanas, ya que los analistas descuentan que tendrá un impacto negativo en los mercados. Los inversores se sienten más cómodos con las políticas reformistas del mandatario y temen por el regreso del intervencionismo sobre la economía que caracterizó los 12 años del kirchnerismo en el poder.
“Nunca fuimos locos gobernando, siempre arreglamos problemas que otros generaron. Una vez más lo vamos a hacer”, sostuvo Fernández en tono triunfalista. “La Argentina hoy está pariendo otro país”.
Con el respaldo de Washington y el Fondo Monetario Internacional, Macri va en busca de su segundo periodo con una economía estancada, una tasa de desempleo de 10,1% y una inflación que alcanzó 22,4% en el primer semestre, pero podría llegar a 40% al final del año, según analistas, y con una pobreza que afecta a más del 32% de la población.
Más temprano el mandatario admitió la derrota y lamentó que los argentinos no hayan apoyado su proyecto.
“Estamos acá reconociendo que hemos tenido una mala elección y eso nos obliga a redoblar los esfuerzos para que en octubre continuemos con el cambio”, dijo el mandatario, quien integra la fórmula oficialista junto al senador peronista Miguel Ángel Pichetto, con el que esperaba atraer los votos del peronismo no kirchnerista.
“Estamos dejando todo por nuestro querido país, duele que no hayamos tenido todo el apoyo que esperábamos”, afirmó ante decenas de seguidores que se sorprendieron con su aparición en el escenario del comando de campaña antes de la difusión de datos oficiales.
En otro punto de la ciudad, los militantes kirchneristas gritaban eufóricos “¡vamos a volver!” frente a una pantalla gigante desplegada en la calle sobre la que se ubica un centro cultural en el cual montó su comando la oposición. Luego deliraron cuando en un video apareció la exmandataria con un mensaje desde Santa Cruz, en el sur de Argentina.
Fernández de Kirchner, quien de confirmarse estos resultados volvería a estar en el centro del poder en Argentina, señaló que “los primeros números que estamos teniendo nos hace ponernos contentos y optimistas”.
La última vez que el kirchnerismo ganó una elección a nivel nacional fue en 2011, cuando Fernández de Kirchner obtuvo la reelección con el 54% de los votos.
“Pero no solamente porque ganamos una elección, esto no es un partido de fútbol. Muchos argentinos y argentinas comprendieron y entienden que las cosas deben cambiar en la República Argentina porque así como estamos no estamos viviendo bien, no estamos tranquilos”, dijo la exgobernante, que actualmente enfrenta un juicio por supuesta corrupción en la contratación de obra pública y otras investigaciones, una de ellas por supuesto encubrimiento de los autores de un atentado contra un centro comunitario judío en 1994. Ella niega los cargos.
La finalidad de las primarias era definir los candidatos de cada partido, pero en esta contienda cada una de las fuerzas políticas habían definido a su postulante, por lo que permitieron calibrar el respaldo con el que cuentan de cara a las presidenciales.
Los resultados ponen en evidencia que el descontento social por las políticas de ajuste de Macri prevaleció sobre el rechazo que generó la figura de la expresidenta por sus problemas judiciales y estilo confrontativo.
Mariel Fornoni, directora de la consultora Management & Fit, dijo a The Associated Press indicó que “más allá de la mala imagen que tuvo en este tiempo Cristina… está claro que el punto más débil de Macri es la gestión de la economía y más allá de que haya mejorado en estos últimos tres meses… la economía pesó más que cualquier otra cosa”.
La analista señaló que “la gente la pasa mal y siente que Macri no termina de gestionar bien la economía, no acierta con un modelo”.
Se espera que la amplia ventaja de Fernández sobre Macri tenga un fuerte impacto en los mercados financieros a partir del lunes, según indicó a AP Matías Carugati, economista jefe de la consultora Management & Fit.
Al haber superado 45% de apoyo, lo inversores “estarán nerviosos porque con ese porcentaje se define (el triunfo) en la elección de octubre”, señaló el economista.
La victoria de la fórmula peronista conllevaría “presiones sobre el tipo de cambio, el riesgo país y la bolsa…y las presiones se pueden llegar sostener a lo largo el tiempo”, agregó.
Un escenario de turbulencia económica también pondría en duda el cumplimiento de los compromisos de deuda asumidos por el actual gobierno.
En 2018 Argentina recibió del Fondo Monetario Internacional un rescate récord por más de 56.000 millones de dólares. Alberto Fernández adelantó durante la campaña que renegociará las metas del acuerdo.
Para ser electo presidente se necesitan 45% de los votos o al menos 40% y tener una diferencia mayor a 10 puntos porcentuales sobre el segundo candidato más votado. En caso de no alcanzarse esas cifras se celebrará una segunda vuelta en noviembre.
La tercera fórmula más votada fue la encabezada por el exministro de Economía Roberto Lavanga, de Consenso Federal, con 8,34%.
El gobierno se aferra a la esperanza de revertir estos resultados adversos cuando se celebren los comicios de octubre, tal como sucedió en 2015, cuando perdió en las primarias y en la primera cita electoral pero finalmente se impuso en el ballotage.
“Es una elección donde la Argentina tiene que definir si sigue en un camino de transformación, de profundización de la democracia, de la inserción al mundo, de la mejora y el desarrollo, o vuelve a un modelo populista autoritario que ha fracasado en todos los lugares donde se ha implementado”, expresó Macri.
Sin embargo, otro dato desalentador para el gobierno ha sido la derrota en la provincia de Buenos Aires, el principal distrito electoral del país. Allí la gobernadora María Eugenia Vidal, una de las figuras más populares del oficialismo y que busca la reelección, quedó más de 15 puntos por debajo del opositor Axel Kicillof, el exministro de economía del último mandato de Fernández de Kirchner.
Para las primarias se inscribieron diez fórmulas presidenciales y 33,8 millones de personas estaban habilitadas para votar. Los precandidatos que no obtengan un mínimo de 1,5% de los votos no podrán participar en las elecciones de octubre.
¡Un poquito de rigor informativo! No es kirchnerismo. Es un espacio, una coalición, que incluye al kirchnerismo, pero lo supera. Participan otros espacios peronistas (como el lidereado por Sergio Massa) y otros espacios no peronistas con líderes como Pino Solanas, Victoria Donda e Itaí Hagman.