En Seúl comenzaron, aunque sin demasiado éxito, los controles municipales para detectar cámaras ocultas en los baños públicos. Es en respuesta a la creciente indignación popular por una epidemia de “pornografía de cámara espía” en la que mujeres han sido grabadas sin su consentimiento dentro de baños y vestuarios. Hubo una serie de protestas en las calles y de denuncias en las comisarías.
Miles de los videos grabados en secreto se difundieron en portales porno. La policía dijo que se identificaron más de 26.000 víctimas entre 2012 y 2016, pero que esos casos fueron solamente los denunciados y que se estima que hay por lo menos tres veces más subidos a la web.
The online sharing of these spy cam videos is considered an epidemic in South Korea. Over 55 thousand women staged a rally through the central Seoul, calling on the government to implement harsher punishments for spy cam offenses. pic.twitter.com/wVCqr91345
— Farah misses Pristin (@homomuses) 18 de septiembre de 2018
La búsqueda de cámaras en lugares públicos no fue la única medida por parte del gobierno: el voyerismo está tan instalado que los teléfonos móviles vendidos en el país deben emitir un sonido fuerte y audible al tomar fotos, imposible de silenciar, como un intento para desalentar la grabación subrepticia.
This playful poster made by South Korean police for its new online campaign to help curb spycam porn crimes seems to sum up how the police view the widespread crimes causing so much fear & anxiety among women : funny, laughable pranks committed by pink-cheeked man-boys. pic.twitter.com/uAQlyrxMwX
— Hawon Jung (@allyjung) 9 de agosto de 2018
Los delincuentes han apelado a una variedad de artículos aparentemente cotidianos, como bolígrafos, relojes o zapatos, equipados con cámaras espía.
Un número récord de mujeres ha participado desde el 8 de marzo en protestas mensuales en las calles de Seúl pidiendo al gobierno que se ocupe del problema. La última manifestación, el mes pasado, atrajo a al menos 70.000 manifestantes, según las organizadoras. Todas las asistentes suelen portar máscaras para proteger su identidad.
Ahora, el gobierno de la capital Seúl afirma que revisa a través de patrullas especiales cada retrete público una vez al mes. Aunque emplea solo 50 inspectores para monitorear más de 20.000 baños públicos, según la agencia de noticias Yonhap. Desde el gobierno responden que, además, han sido capacitados los 8,000 trabajadores de la ciudad que mantienen y limpian los baños para llevar a cabo controles diarios.
Los inspectores gubernamentales no han podido encontrar ninguna cámara desde que comenzaron las inspecciones. Los expertos y los activistas han criticado las revisiones, dicen que la mayoría de las cámaras denunciadas estaban instaladas en hogares y oficinas. También han objetado al gobierno por no haber castigado adecuadamente a los perpetradores que comparten material filmado en secreto.
En la justicia suele haber sexismo para tratar este tema. Una corte surcoreana sentenció a una mujer a un año de cárcel el mes pasado por compartir una foto de un compañero de trabajo desnudo, mientras que la mayoría de los hombres que comparten fotos o videos y son descubiertos generalmente solo son multados. La gran mayoría de los perpetradores, más del 95%, son hombres, según datos del gobierno.
El libro La sociedad de la transparencia (2012), del filósofo surcoreano Byung Chul Han, aborda este problema. Habla de un panóptico digital, con su país como emblema. Una nueva visibilidad total: una sociedad que permite ver todo a través de los medios electrónicos, incluso la intimidad de cada persona.