En medio de un panorama electoral confuso y complicado en Florida, las dos campañas están reclutando acaloradamente legiones de abogados para correr a los tribunales el día de las elecciones, el 3 de noviembre, si no se llega a un resultado claro.
“Los ánimos están al rojo vivo y es bien posible que los dos lados tengan algo que desafiar. El lado de Trump lo va a hacer si lo dan como perdedor o si quiere cuestionar los votos por correo”, explica a OnCuba el abogado Michael George.
En Florida la ley electoral obliga a un reconteo si la diferencia entre los candidatos es de menos de 1%. El año 2000, durante la lucha entre el entonces vicepresidente Al Gore y el gobernador de Texas, George W. Bush, dio origen a una crisis política que tardó 36 días en resolverse, cuando el Tribunal Supremo decretó que la diferencia de 537 votos era favorable al republicano.
“Esta vez creo, en serio, que la posibilidad de choque es real, muy real. Vamos a tener otra crisis, entre otras razones porque varios analistas han considerado que la percepción de una derrota del presidente Donald Trump puede llevar a muchos republicanos a no acudir a las urnas. Alguna gente tendrá dificultad en encontrar una razón para votar si piensa que el presidente va a perder”, agrega George.
A inicios de semana, el Departamento electoral del condado Miami-Dade publicó una lista de observadores registrados de las dos campañas presidenciales y de los partidos Demócrata y Republicano. Son 1.421 en un condado con 859 precintos. Y ese es solo un condado de los cuatro del sur de Florida, donde los demócratas llevan décadas ganando elecciones presidenciales y legislativas.
Desde la crisis de 2000 se pensó en la posibilidad de que pudiera repetirse. En 2016 casi sucedió de nuevo, pero las disputas ocurrieron en las carreras para gobernador, el Senado de los Estados Unidos y el comisionado de Agricultura de Florida.
Lo más probable es que el primer cuestionamiento venga del lado republicano debido a la existencia de un fuerte escrutinio por parte del electorado que vota por correo, teniendo en cuenta la pandemia y las continuas acusaciones de Trump en el sentido de que el voto por esta vía es la columna de lo que llama “un gran fraude”. Pero el mandatario y su esposa votaron por correo en el distrito del condado Palm Beach donde desde hace casi un año tienen su residencia.
“Cada boleta por correo está [potencialmente] sujeta a un desafío, por lo que podría complicarse bastante en una elección cerrada”, comentó Joe Klock, un destacado abogado de Miami que representó a la secretaria de Estado de Florida, Katherine Harris, en el Tribunal Supremo local y en el de Estados Unidos durante la crisis de 2000. Si la carrera presidencial resulta reñida, enfatizó, van aparecer un montón de abogados, políticos, y hasta jueces.
Como hace veinte años, los problemas derivados de si millones de boletas por correo están debidamente firmadas, selladas y entregadas a tiempo, o rechazadas por infracciones, probablemente serán el foco de las disputas legales en las oficinas de supervisores de elecciones y antes de las juntas de escrutinio en Florida. Miles de abogados y voluntarios serán enviados a los recintos como observadores para detectar posibles irregularidades durante la votación anticipada y el día de las elecciones.
Ni partidarios del presidente republicano Donald Trump ni del demócrata Joe Biden quieren que la carrera esté demasiado cerca, pero todos se han estado preparando durante el año para una agonizante repetición de lo ocurrido en 2000.
“Podría volver a suceder”, dijo el abogado de Miami Ben Kuehne, un observador electoral de Biden que trabajó en el equipo legal de Gore. “Es por eso que el tema de la supresión del voto es tan importante, porque si limita la votación, afectará el resultado de la elección”, le dijo al Miami Herald. Lo peor es que “el voto por correo podría verse saboteado por desafíos masivos”.
Kuehne señaló que el voto ausente, por correo, ha existido durante décadas en Florida y otras partes del país con muchas de las reformas adoptadas por legisladores republicanos y demócratas.
Pero son otros tiempos. “Ahora una persona con un megáfono [Trump] está diciendo que no es lo mismo, no es válido”, dijo Kuehne. “¿Dirían lo mismo si los números los ayudaran? Claro que no”.