El primero de diciembre de 1955, tras terminar su trabajo como asistente de costurera en Montgomery, Alabama, Rosa Parks tomó un autobús a la inmortalidad. La joven se sentó en uno de los asientos en mitad del bus que eran permitidos a los afroamericanos. Según las injustas normas de supremacía blanca y las leyes de segregación, esos asientos eran cedidos a los blancos si estos no encontraban asiento en su sección.
En la medida en que otros pasajeros subieron al bus, el chofer comenzó a exigir a los afrodescendientes que dieran sus asientos a los blancos. Otros cedieron, pero Rosa se quedó sentada pues le “dolían los pies”. Su conciencia le dijo que era hora de decir basta a la injusticia.
Por ser una mujer digna, Rosa Parks fue arrestada. Su gesto desafiante desató una lucha sin cuartel por el fin de la segregación racial en Estados Unidos. El caso tenía carga simbólica.
Las leyes de segregación racial fueron impuestas en el siglo XIX bajo el infame lema de “separados pero iguales”, en el caso de “Plessy versus Fergusson”. En aquella ocasión, Homer Plessy, un mulato de piel clara, había retado la segregación en los tranvías de Nueva Orleáns al negarse a abandonar un tranvía anunciado “sólo para blancos”. El caso llegó hasta la Corte Suprema, que en bochornosa decisión de 1896 determinó que el tratamiento segregado de los ciudadanos de diferentes razas era constitucional en tanto se les otorgara “igual estatus” ante la ley.
En 1955, Rosa Parks retó aquella bofetada desde otro medio de transporte. La noticia del arresto de la joven negra corrió de voz en voz por las comunidades afroamericanas, ya movilizadas por su victoria en el famoso caso Brown versus Buró de Educación de Topeka, Kansas. En la decisión de “Brown vs. Buró de Educación” de mayo de 1954, la Corte Suprema de Justicia, presidida por el ex gobernador republicano de California, el progresista Earl Warren, determinó que las escuelas segregadas eran inconstitucionales, pues tal segregación hacía imposible la igualdad de los ciudadanos ante la ley.
En Montgomery, los líderes negros alentados por la poderosa Asociación para el progreso de la gente de color (NAACP), crearon un comité para apoyar la defensa legal de Rosa Parks. Para dirigir ese comité, los líderes negros eligieron al más brillante entre sus ministros religiosos y uno de los más grandes oradores de la historia, el doctor Martin Luther King.
A caminar
En su libro La fuerza tranquila (Quiet Strengh), publicado en 1994, Rosa Parks escribió: “Yo quiero ser recordada como una persona que se levantó contra la injusticia, que quiso un mundo mejor para los jóvenes, y principalmente como una mujer que quiso ser libre y quiso que otros fueran libres”. Tras considerar las implicaciones del caso y apoyar los métodos graduales y no violentos de su pueblo, Rosa presentó una demanda contra la ley de segregación en el transporte, por la que había sido arrestada y penalizada con una multa de catorce dólares.
Para apoyar la defensa legal de Rosa Parks, Martin Luther King Jr convocó a un boicot total contra los autobuses de Montgomery. Por más de un año, los negros de Montgomery y muchos blancos que se solidarizaron con su lucha no tomaron el autobus. En taxis o caminando se movieron por toda la ciudad, cantando, marchando, alentando a todas las personas honestas a unirse a la lucha contra la segregación. La vergüenza de Estados Unidos, que tiene una larga tradición de marchas y desobediencia civil, fue movilizada.
¿Quiénes cerraron filas contra el boicot progresista a los buses de Montgomery? Los segregacionistas sureños y sus adláteres políticos, entre ellos dos políticos de fama nefasta en la política hacia Cuba: Strom Thurmond y Jesse Helms. Sus nombres están inscritos en la lista de lodo en la política interna y externa de Estados Unidos. Defendieron la segregación en el sur y luego el apartheid en Sudáfrica. Promovieron, como lo hacen sus pupilos el embargo/bloqueo contra Cuba.
“John Bolton -dijo su primer jefe político Jesse Helms, para quien empezó a trabajar desde 1977- es el tipo de persona que quiero a mi lado a la hora de Armagedón, lo que la Biblia describe como la última batalla entre el bien y el mal”. Vaya orgullo para un movimiento político, como la derecha cubana exiliada, que la piedra angular de su política sea una ley conocida con el nombre de Helms. Vaya medalla que su principal defensor sea uno de sus pupilos, que entró a trabajar para el sabiendo cual había sido su posición con respecto a la lucha por los derechos civiles. Son los mismos de siempre, no se mejoran con la edad.
El boicot contra los buses en Montgomery fue un éxito. Líderes religiosos de todas las congregaciones marcharon junto a los afrodescendientes en Alabama. El movimiento de derechos civiles se expandió por todo el país. El 21 de diciembre de 1956, Montgomery abolió las leyes de segregación racial en el transporte. El ejemplo fue imitado en otras ciudades del sur y en menos de un año decenas de ciudades experimentaron boicots similares o abolieron preventivamente las leyes segregacionistas.
La madre del movimiento de los derechos civiles
Después del boicot a los autobuses, Rosa se integró aún más a las causas sociales progresistas contra la discriminación. Lo hizo sin alentar el odio o la revancha —como ella misma escribió: “reclamando justicia y libertad simplemente”. Su pueblo la convirtió en heroína de todos los justos, honrados y valientes de EE.UU. Junto a Martin Luther King, Harriet Thubman, Frederick Douglas, César Chávez y Abraham Lincoln. Se le conoce como “la madre del movimiento de los derechos civiles”.
Rosa Parks es una figura mítica e inspiración para los que luchan por la democracia y los derechos humanos. Un rostro simple, con gafas que nunca ocultaron sus ojos bonachones, penetrantes, con una voluntad de acero que no le dejó ser humillada y tampoco odiar. Una sonrisa angelical, bella, que los años no pudieron apagar.
“Dios ama tanto a la gente común —dijo Abraham Lincoln— que se regocija en hacer muchos de ellos”. Rosa fue una mujer común decidida a decir “no” a la injusticia.
“Cuando la mente tiene claro lo que es justo, es difícil que el valor no crezca”, dijo Rosa a un grupo de jóvenes mujeres que la visitaron a inicios de los noventa. “Nunca pensé que fuera una heroína —dijo—, yo simplemente hice lo que era correcto según mi conciencia”.
FANTASTICA!