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A 16 años del cierre de la base militar estadounidense de Manta, Ecuador vuelve a abrir la puerta a la posibilidad de su regreso.
El secretario de Estado, Marco Rubio, confirmó que Washington estaría dispuesto a reinstalar una base militar en territorio ecuatoriano si el Gobierno de Daniel Noboa lo invita formalmente, marcando un golpe de timón tras la medida del expresidente Rafael Correa en 2009 de no renovar el acuerdo que permitió la presencia militar estadounidense en la provincia de Manta.
Historia de una base
La Base Aérea Eloy Alfaro, conocida también como Forward Operating Location (FOL) Manta, fue un punto estratégico para Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico en la región desde 1999 hasta 2009.
Durante el gobierno del entonces presidente Rafael Correa, un nacionalista con una agenda claramente contraria a la influencia militar extranjera, se decidió no renovar el acuerdo que permitía la operación de las fuerzas estadounidenses.
La acción fue ampliamente respaldada por diversos colectivos indígenas y sociales que consideraban la presencia militar una amenaza a la soberanía nacional.
Sin embargo, la coyuntura actual parece haber cambiado radicalmente. La Asamblea Nacional de Ecuador aprobó en junio pasado una reforma constitucional que derogó la prohibición vigente desde 2008 contra la instalación de bases militares extranjeras.
Por su parte, el presidente Daniel Noboa promueve un referéndum nacional para decidir sobre la reinstalación de dicha base, argumentando la necesidad de una cooperación internacional reforzada para combatir el creciente crimen organizado y las amenazas transnacionales.
Marco Rubio y la alianza estratégica en seguridad
Durante su visita a Quito este jueves, Rubio sostuvo una reunión con el presidente Daniel Noboa y la ministra de Relaciones Exteriores, Gabriela Sommerfeld, para estrechar la cooperación bilateral en seguridad, incluida la eventualidad de una base militar.
“Ecuador es un país soberano, si nos invitan, lo vamos a considerar”, indicó Rubio durante la conferencia de prensa en el Palacio de Carondelet.
Este anuncio se da en un contexto de apoyo financiero de Washington a Ecuador en la lucha contra el crimen organizado local, con una ayuda acordada de casi 20 millones de dólares, que incluye 6 millones para la adquisición de drones para la Fuerza Naval del país andino.
Rubio también subrayó la importancia de entrenamientos conjuntos para fortalecer a las fuerzas de seguridad de ambos países en su combate contra las bandas criminales y las organizaciones narcotraficantes.
Cuño de terrorismo y extradiciones
La ofensiva no solo es militar, también diplomática y judicial. El Gobierno de Noboa, con el apoyo de Washington, ha declarado terroristas a las dos principales bandas criminales de Ecuador: Los Lobos y Los Choneros.
Mediante la designación, estas organizaciones se colocan bajo un mayor escrutinio internacional, permitiendo la aplicación de sanciones más severas y el bloqueo a sus redes financieras.
El jefe de la diplomacia estadounidense mencionó que estas bandas mantienen vínculos con carteles mexicanos como Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, haciendo que la lucha contra ellas adquiera una dimensión transnacional.
Además, por primera vez desde que Ecuador permitió la extradición a Estados Unidos, el líder de Los Choneros, José Adolfo Macías Villamar, alias Fito, fue extraditado para enfrentar cargos por narcotráfico en una medida que trasluce la estrecha alianza y el intercambio de inteligencia entre Quito y Washington.
Por la nación sudamericana transita 70 % de la producción mundial de cocaína. Casi la mitad de ese volumen va a Estados Unidos.
Ecuador sufre la violencia de numerosas bandas ligadas a cárteles internacionales y se convirtió en la nación más peligrosa de Latinoamérica con 39 asesinatos por cada 100 mil habitantes, según Insight Crime.
El secretario de Estado adelantó que podrían designarse organizaciones terroristas a otros grupos equiparables en la región, y destacó una reciente operación estadounidense en el sur del Caribe contra una lancha supuestamente vinculada al tráfico de drogas.
El ataque, al que el presidente Nicolás Maduro tacha de operación ficticia a partir de herramientas gráficas de inteligencia artificial, ha tensado las relaciones con Venezuela, que se ha servido del crispado escenario para movilizar a sus fuerzas armadas e incorporar a miles de milicianos a la defensa en torno al gobierno.