La campaña electoral en Estados Unidos genera sentimientos encontrados. Desde el apasionamiento a la apatía abarcan el abanico de posiciones a medida que se aproxima el 8 de noviembre, un espectro complejo y definitorio condimentado por debates presidenciales como el de este miércoles en Las Vegas.
Así lo comentan a OnCuba universitarios estadounidenses de visita en la isla hasta el próximo mes de diciembre. Pertenecientes a un programa de intercambio académico del Consorcio para Estudios Avanzados en el Extranjero (CASA), cuya sede en La Habana está en Casa de las Américas, un grupo de ellos presenció el tercer debate en la redacción de nuestra revista y no se mantuvo impasible ante lo dicho allí por ambos nominados.
Desilusionados y atónitos. Así se mostraron tras los más de noventa minutos de combate verbal entre Hillary Clinton y Donald Trump, una pugna que regaló a la opinión pública un rosario de frases punzantes.
Sus expectativas colectivas no eran altas, según varios nos habían confesado antes del debate, por lo ya visto en los intercambios anteriores y las proyecciones sostenidas a lo largo de la campaña. Pero nada de eso espantó la decepción.
“No me pareció real, sino un gran show –nos dijo Emma Gralvin de la Universidad de Brown, en Rhode Island. Eso me asusta porque se supone que son las personas que podrían dirigir el país en los próximos años, y ellos se dedicaron a manipular los miedos de la gente y a atacarse entre sí, en lugar de tocar con más seriedad los temas del debate”.
“Creo que otra vez faltó profundidad –apoya Josh Davidoff, de la Wesleyan University de Connecticut. En los debates anteriores predominaron las ofensas y las afirmaciones sin un respaldo sólido, sin que los candidatos explicaran bien cómo lograrían concretar sus planes de campaña. Me parece que también ahora sobraron insultos y faltaron respuestas. El debate de los vicepresidentes me pareció más serio en este sentido. Ellos pudieron discutir sus diferentes posiciones de una manera civilizada y no como lo hicieron nuevamente Hillary y Trump”.
La percepción de Emma y Josh no difiere mucho de lo reseñado por analistas y medios de prensa. La opinión generalizada apunta a que tras media hora de un intercambio más serio y tranquilo sobre temas como la Corte Suprema, el aborto y el control de armas, el debate tomó cauces acalorados y no faltaron las interrupciones, las acusaciones y los agravios.
Precisamente por ello, lo sucedido en Las Vegas supone para varios de estos jóvenes una convicción irrebatible. “Lo que vimos fue lo que necesitaba la gente –refiere Josh–, cuál candidato tiene el carácter para ser presidente, más allá de las respuestas ensayadas de acuerdo con sus propios programas. Un insulto como el de ‘nasty woman’ (mujer asquerosa o desagradable) que Trump dedicó a Hillary Clinton descubre su verdadera personalidad y demuestra, al menos desde mi perspectiva, que no deberíamos confiar la presidencia del país a alguien como él”.
Tal percepción pone sobre la mesa las contradicciones que estos jóvenes perciben dentro del sistema electoral estadounidense. Para muchos resulta un mal chiste que alguien como Donald Trump haya podido llegar hasta la nominación oficial del Partido Republicano, un hombre que –como escucharon asombrados este miércoles– fue capaz de deslegitimar al propio sistema al adelantar que podría no aceptar los resultados de las elecciones.
“Todavía me parece una broma, más después de ver lo que es capaz de decir en un debate” –opina Sasha Zients, de la universidad neoyorkina de Columbia.
Que a pesar de todo el magnate cuente con el respaldo de muchos estadounidenses es para ella un síntoma de los tiempos que vive Estados Unidos. “Creo que la nominación de Trump es resultado de un descontento real. Él es alguien diferente al político tradicional, y por ello ha representado una alternativa para quienes desde una posición conservadora no están de acuerdo con el establishment y con lo hecho por el actual gobierno. Y tampoco puede olvidarse su reconocimiento como celebridad”.
Semejante visión, compartida por varios de estos jóvenes, dispara sus alarmas en dos direcciones concatenadas. El abstencionismo como respuesta y la posibilidad de que, a pesar de lo que sugieren las encuestas, Donald Trump llegue a ser presidente. Ninguna de estas posibilidades resulta atractiva desde su ideal de país, pero tampoco descabellada. Para ellos, que tienen ahora la oportunidad de votar por primera vez, cada boleta que llegue a las urnas resulta importante.
“Nadie tiene más respeto que yo por las mujeres”, dice @realDonaldTrump, pero la audiencia en el estudio se ríe. pic.twitter.com/vw8ArvQ4Yi
— OnCuba (@OnCuba) 20 de octubre de 2016
“No podemos estar confiados –señala Geoffrey Kocks, de la Universidad de Brown. Tengo miedo de que Trump gane porque sí cuenta con seguidores y hay muchas personas que, aunque apoyan a Hillary, tienen sus reservas con la votación, piensan que su voto no es importante o que es un sacrificio inútil ir votar ese día. Y no deberíamos pensar así. Los seguidores del candidato que está detrás en las encuestas siempre van a las urnas y eso puede ser un punto a su favor”.
“Yo creo que debemos votar –agrega Hanna Roenfanz, de la Vanderbilt University, Tennessee– y hacerlo por la persona que en realidad puede ser el mejor presidente, aunque no sea la persona o el político perfecto. Yo vivo en Tennessee, que es un estado republicano y allí seguramente va a ganar Trump, pero aun así necesito votar, por una cuestión cívica y moral, porque quiero tomar parte en la elección de mi gobierno. El abstencionismo nunca sería mi opción”.
Con este espíritu, algunos de estos jóvenes ya han votado o se prestan a hacerlo desde La Habana, de acuerdo con los mecanismos elegidos por sus respectivos estados.
Preguntados por OnCuba confiesan que les hubiese gustado que el tema de la isla hubiera tenido algún protagonismo en los debates, pero saben que son muchos los asuntos perentorios que deberá atender quien salga elegido presidente. La inmigración, la discriminación racial, el medio ambiente, las guerras en Oriente Medio y la recuperación económica son algunas de las direcciones en las que esperan que haya avances y no retrocesos respecto a lo hecho por la administración Obama.
El escenario es complejo y lo saben. Lo visto en el debate alimenta no pocas inseguridades. Pero al menos ellos parecen convencidos de lo que quieren y pueden hacer al respecto. El 8 de noviembre sabremos.