Investigación. Caparazones de cangrejos y langostas para fabricar baterías de alto rendimiento 

Podrían almacenar energía procedente de fuentes eólicas y solares a gran escala, según estudio de científicos estadounidenses. Utilizan un electrolito de gel hecho de un material biológico llamado quitosano, cuya fuente más abundante son los exoesqueletos de los crustáceos, incluidos los cangrejos. Pueden obtenerse de los desechos del marisco.

Cangrejos cubanos, explosión de color. Foto: BBC Two/Archivo.

El avance de las energías renovables y los vehículos eléctricos está aumentando la demanda de baterías, que no siempre son sostenibles. Ahora, un grupo de científicos estadounidenses ha encontrado una solución en los caparazones de los cangrejos.

Se trata de una batería sostenible realizada con zinc y un electrolito biodegradable propiciado por las cáscaras del crustáceo, según publica hoy la revista Matter en un artículo al que ha tenido acceso la agencia española Efe.

Las baterías utilizan un electrolito para transportar iones entre los polos cargados positiva y negativamente, el cual puede ser una pasta o gel, para lo que muchas pilas usan productos químicos inflamables o corrosivos. Además, los separadores de polipropileno y policarbonato, muy utilizados en las baterías de iones de litio, tardan cientos o miles de años en degradarse y aumentan la carga medioambiental, según el investigador Liangbing Hu, de la Universidad de Maryland, firmante del estudio citado por la fuente.

La nueva batería que, según el equipo de científicos podría almacenar energía procedente de fuentes eólicas y solares a gran escala, utiliza un electrolito de gel hecho de un material biológico llamado quitosano. El producto deriva de la quitina, la cual procede de fuentes como las paredes celulares de los hongos y los exoesqueletos de crustáceos.

La fuente más abundante de quitosano son los exoesqueletos de los crustáceos, éntre los que se incluyen los cangrejos, camarones y langostas. Puede obtenerse fácilmente de los desechos del marisco, apunta Efe.

Un electrolito biodegradable significa que unos dos tercios de la pila podrían ser descompuestos por los microbios. En el caso de esta batería se descompone por completo en cinco meses, lo que deja solo el componente metálico, en este caso el zinc, en lugar del plomo o el litio, que podría reciclarse.

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El zinc es más abundante en la corteza terrestre que el litio y, “en general”, las baterías “bien desarrolladas” que usan este componente “son más baratas y seguras”, apuntó el investigador citado por Efe.

La batería de zinc y quitosano tiene una eficiencia energética del 99.7 % tras 1.000 ciclos, “lo que la convierte en una opción viable para almacenar la energía generada por el viento y la energía solar para transferirla a las redes eléctricas”.

Con información de Efe.

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