A medida que la juez Elizabeth Scherer iba leyendo los detalles del veredicto contra Nikolas Cruz, el asesino ahora convicto de 14 estudiantes y 3 maestros de la escuela secundaria de Parkland, Florida, los rostros de los familiares de los fallecidos se iban contrayendo.
Algunos se agarraban entre sí, otros no ocultaban las lágrimas, muchos decían “no” con la cabeza y algunos eran sostenidos por otros al querer levantarse y protestar en voz alta.
“Esto es una locura, una locura. Todo el mundo lo sabe. Queremos justicia”, dijo Chen Wang, prima de Peter Wang, quien perdió la vida en la masacre de la escuela secundaria Marjoriy Stoneman Douglas, adonde Cruz ingresó el 14 de febrero de 2018 armado con un fusil automático AR-15 disparando a mansalva y rematando a los sobrevivientes.
“Estamos más que decepcionados con el resultado de hoy. Esto debería haber sido pena de muerte, 100%. … Mandé a mi hija a la escuela y le dispararon ocho veces. … No puedo entender. Simplemente, no entiendo”, agregó Lori Alhadeff, cuya hija, Alyssa, tambien fue asesinada.
La clave de todo este disgusto colectivo fue que el jurado, en vez de pedir la pena capital, como se esperaba, se decidió por cadena perpetua.
Según la ley de Florida, una sentencia de muerte requiere el voto unánime del jurado. En los papeles del veredicto entregado a la juez no se menciona ni el número de jurados ni sus nombres. Al final, el jurado no estuvo de acuerdo en que los factores agravantes superaron a los atenuantes. Cruz obtendrá cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
El jurado encontró que había factores agravantes para pedir la pena de muerte por cada víctima; también estuvo de acuerdo en que los asesinatos fueron “especialmente atroces o crueles”. Pero uno o más de sus miembros se fueron por los atenuantes, como los días de su infancia, particularmente traumatizantes. “Ahora todo jurado va a inclinarse por el pasado de un criminal. Si su infancia fue o no buena… No sé que decir”, enfatizó George Sanders, el padre de Jessica, otra de las asesinadas.
El martes durante los argumentos finales, la defensora pública Melissa McNeil argumentó ante el jurado que “ahora saben que Nikolas es una persona con daño cerebral, quebrantado y mentalmente enfermo, sin culpa propia. Fue literalmente envenenado en el útero de Branda”. Brenda Woodward, su madre biológica, fue presentada durante el juicio como una alcohólica y drogadicta durante el embarazo de Nikolas hace 24 años.
Por ley, la jueza no puede cambiar el veredicto, pero la fiscalía pidió que el día de la sentencia los familiares de los fallecidos puedan prestar su testimonio. La juez Scherer marcó la audiencia de sentencia para el martes 1 de noviembre.
Según el abogado Lucas Santiesteban, el veredicto de este jueves “puede ser un indicador de que la opinión pública en Florida, un estado conocido por su complacencia hacia la pena de muerte, esté cambiando de opinión paulatinamente”, dijo.
“Es cierto que no ha habido muchas penas de muerte, incluso tras un incidente en 1997 se cambió de la silla eléctrica a la inyección letal”, precisó Santiesteban.
¿La sentencia de hoy fue justa? “No me compete pronunciarme sobre la justicia. Pero fue sorprendente, eso sí”, le dijo el abogado a OnCuba.