Getting your Trinity Audio player ready...
|
La cláusula de los emolumentos de la Constitución de Estados Unidos (Artículo I, Sección 9, Párrafo 8) prohíbe a los funcionarios federales recibir cualquier obsequio, pago u otro objeto o servicio de valor de un Estado extranjero o de sus gobernantes, funcionarios o representantes. Establece que ninguna persona que ocupe un cargo remunerado o de confianza bajo la jurisdicción de Estados Unidos aceptará, sin el consentimiento del Congreso, ningún regalo, emolumento, cargo o título, de ningún tipo, de ningún rey, príncipe o Estado extranjero.
Desde el principio, su propósito se dirigió a garantizar que los líderes de la nueva república no fueran influenciados indebidamente, ni siquiera de manera inconsciente, mediante la entrega de obsequios.
Los historiadores aseguran que el texto de la cláusula original incluía una disposición que permitía aceptar obsequios extranjeros con la aprobación explícita del Congreso, lo que quizás reflejaba la experiencia de Benjamín Franklin. Como embajador en Francia, al terminar su misión en el país, recibió de Luis XVI una caja de rapé adornada con 400 diamantes. Cuentan que, para no ofender al rey, solicitó al Congreso permiso para quedarse con ella, lo que le fue concedido.
Edmund Jennings Randolph, uno de los redactores de la Carta Magna, comentó en la convención de Virginia que la cláusula protegía contra el peligro de que “el presidente recibiera emolumentos de potencias extranjeras”, llegando incluso a sostener que el presidente que la violara “podría ser sometido a un proceso de impeachment”.
Durante los siglos XIX y XX, los presidentes que recibieron obsequios de gobiernos extranjeros solicitaron la autorización del Congreso antes de aceptarlos. Estos eran informados cortésmente —a veces por el propio Presidente— de la restricción constitucional al respecto.
Trump y el Boeing de Qatar
Hacia mediados de mayo, la Administración Trump dio a conocer que el presidente aceptaría un Boeing 747-8 por un valor de 400 millones de dólares como un obsequio de la familia real de Qatar.
Dijeron que lo emplearían como Air Force One de manera temporal hasta 2027, año en el que estarán disponibles dos nuevos aviones Boeing, contratados en 2018 por 3 900 millones de dólares. Aseguraban que al finalizar el mandato de Trump, el avión se transferiría a la fundación de su biblioteca presidencial.
Aquí hay varios problemas implicados. El primero, que adaptar el avión para que cumpla con los estrictos estándares de seguridad del Air Force One —defensas antimisiles, comunicaciones seguras y reabastecimiento en vuelo, entre otros aspectos—, podría costar más de mil millones de dólares y llevar años en ejecutarse, lo que podría anular cualquier ahorro.
El segundo, cuestiones de seguridad. Los expertos advirtieron de esos problemas de seguridad y riesgos de espionaje. Esto requeriría inspecciones exhaustivas de los dispositivos de vigilancia e incluso de la cablería interna del jet.
Y más importante aún: el traslado del avión a la biblioteca de Trump después de su presidencia ha generado inquietudes sobre enriquecimiento personal y conflictos de intereses, sobre todo a la luz del reciente acuerdo de la Organización Trump por 5 500 millones de dólares para levantar en Qatar un resort de lujo y un campo de golf.
Trump ha insistido en que sería “estúpido” rechazar la oferta de Qatar.
Los rechazos
La propuesta ha sido criticada incluso por varios republicanos. Algunos la han calificado de contraria a la promesa de “drenar el pantano” que hizo Trump en 2016. Incluso aliados suyos como Laura Loomer y Ben Shapiro, la han considerado una “mancha” para su Administración, alegando justamente preocupaciones de corrupción.
Por su parte, Rand Paul, republicano por Kentucky y presidente del Comité de Seguridad Nacional del Senado, declaró que el regalo del avión “al menos da la impresión de un conflicto de intereses”.
Y añadió: “Existen problemas profundos: la posibilidad de recopilación de inteligencia, la necesidad de garantizar la seguridad del presidente mientras viaja por el mundo y, por supuesto, problemas constitucionales muy reales. He participado en el veto o intento de veto de la venta de armas a Qatar, así como a Arabia Saudita, por abusos contra los derechos humanos.
“Entonces, ¿podría influir en la percepción de la administración si tienen un avión de 400 millones de dólares para que estén más a favor de estas cosas? Al menos da la impresión de un conflicto de intereses. No creo que valga la pena el dolor de cabeza”.
El exvicepresidente de Trump, Mike Pence, dijo que la propuesta era “incompatible con nuestra seguridad”, no sin antes señalar que Qatar había sido acusado de financiar el terrorismo internacional.
“Qatar tiene un largo historial de jugar a dos bandos. Apoyan a Hamás. Apoyaron a Al Qaeda […]. La sola idea de que aceptemos un Air Force One de Qatar es incompatible con nuestra seguridad y con nuestras necesidades de inteligencia”, expresó.
Los demócratas, incluido el líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, han calificado el anuncio de “influencia extranjera de primera” y de “soborno en plena luz del día”. Algunos presionan para que el Congreso lo supervise o apruebe resoluciones para bloquearlo.
Trump arremetió contra todos afirmando que el regalo era para Estados Unidos y no para él personalmente, lo cual fue desafiado por el demócrata Chris Murphy: “El avión no es un regalo para el pueblo estadounidense. Va directamente a Donald Trump”.
Y agregó: “Esa biblioteca tardará una década en construirse, así que una vez que deje la Casa Blanca, y hasta que se construya, podrá usar ese avión para llevar a todos sus amigos multimillonarios mientras sus políticas hacen que millones de estadounidenses pierdan su atención médica y tengan que pagar costos más altos”…
Finalmente, no puede perderse de vista que la supuesta oferta coincide con un acuerdo de 96 mil millones de dólares para la compra de 210 aviones Boeing por parte de Qatar Airways, anunciada durante la visita de Trump a Doha, junto con acuerdos económicos más amplios por más de 243 mil millones de dólares.
¿Donación?
De acuerdo con CNN, el Gobierno de Trump contactó inicialmente a Qatar para solicitar la compra de un Boeing 747 que pudiera ser utilizado como Air Force One por el presidente, según informaron a la cadena cuatro fuentes familiarizadas con el tema, pero no autorizadas a hablar.
Precisa el reportaje:
Tras la toma de posesión de Trump, en enero, el Pentágono contactó a Boeing y le informaron que la compañía no podría entregar los nuevos aviones que estaba construyendo para reemplazar los antiguos aviones presidenciales hasta dentro de dos años. Pero Trump quería un avión mucho más rápido, y la Fuerza Aérea estaba explorando diferentes opciones.
También trascendió que
Trump encargó a su enviado para el Medio Oriente, Steve Witkoff, la tarea de encontrar una lista de aviones viables. Tras la interacción inicial del Pentágono con la compañía, Boeing proporcionó a los funcionarios de defensa una lista de otros clientes de Boeing en todo el mundo con aviones que podrían funcionar mientras tanto, según tres de las fuentes. “Y Qatar era uno de los clientes”, declaró la segunda fuente familiarizada con las conversaciones, añadiendo que el Pentágono “ofreció comprar el avión” y Qatar indicó estar dispuesto a venderlo.
Y por último, que:
el Pentágono inició las conversaciones con Qatar tras conocer el apoyo de la Casa Blanca a la idea, según la tercera fuente familiarizada, y Witkoff ayudó a facilitar las conversaciones iniciales.
Tiene sentido la filtración. En febrero, Trump visitó el avión catarí con algunos asesores cuando se encontraba en el aeropuerto de Palm Beach, Florida, cerca de su mansión de Mar-a-Lago.
El director de comunicaciones de la Casa Blanca, Steven Cheung, declaró entonces que el presidente estaba en el avión “para comprobar un nuevo hardware/tecnología”.
De ser así, Trump una vez más ha mentido al asegurar desde el principio que era un “gesto” o una “contribución” de la familia real de Qatar. Un “REGALO, SIN CARGO”, escribió en su red social.
Pero en todo caso ha estado prescindiendo del Congreso. Al fin y al cabo, la Corte Suprema decidió que tenía inmunidad por todas las acciones emprendidas desde la presidencia. Por eso ha dejado a un lado la cláusula de los emolumentos. Pura intrascendencia. Eso es, definitivamente, para los otros.