Ayer lunes por la noche un periodista de la agencia AFP observó a un grupo de centroamericanos reuniéndose en Playas de Tijuana, en la costa del Pacífico. Los migrantes a menudo lo utilizan como un punto de partida para intentar escabullirse y pasar al otro lado.
En esa zona la frontera es de cercas. Una gran placa vertical penetra en el agua. Del otro lado había agentes fronterizos movilizándose, como en una guerra de posiciones.
Los migrantes intentaron cruzar por ahí a medida en que caía la noche vieja, pero del otro lado hicieron estallar por lo menos dos bombas de humo y no pudieron pasar. Había hombres y mujeres con niños pequeños y adolescentes.
Después del intento, parte del grupo quedó cerca. Llegaron otros nuevos y se les unieron.
Poco después de año nuevo, docenas de migrantes se pararon en una colina desde donde podían ver a los agentes fronterizos, que los vigilaban de cerca.
Fue el segundo incidente. Las autoridades estadounidenses dispararon gases lacrimógenos para dispersarlos.
Los migrantes forman parte de una caravana que salió de Centroamérica en octubre y viajó 4.300 kilómetros (2.600 millas) hasta llegar a Tijuana con la esperanza de ingresar a Estados Unidos y solicitar asilo. Muchos huían de la violencia de las pandillas y de la pobreza.
Llegaron a Tijuana a principios de noviembre. Después muchos solicitaron regresar a sus casas o ser ubicados en otras partes de México.
De acuerdo con AFP, alrededor de 1,500 emigrantes han permanecido en Tijuana luego de que la caravana, que llegó a tener unas 5,000 personas, se dispersó.
El president Donald Trump la utilizó para atizar el miedo y para presionar su muro en la frontera. También ha dificultado que las personas soliciten asilo en la frontera.
EEUU no está más que ejerciendo el derecho a defender sus fronteras contra la emigración ilegal. Ningún país de este mundo, absolutamente ninguna permite que tyodo el que quiera, sean cuales fueran las razones para ello , ingrese libemente por suis fronteras. Lo demás es pura demagogia.