Tras un sonado distanciamiento, Elon Musk sorprendió al mundo con un mensaje de reconciliación dirigido a Donald Trump, lo que podría marcar el final de una explosiva y perniciosa disputa pública entre el mandatario estadounidense y el magnate tecnológico más influyente del planeta.
“Lamento algunas de mis publicaciones sobre el presidente Donald Trump la semana pasada. Fueron demasiado lejos”, escribió Musk en X, su propia red social, reconociendo que sus palabras cruzaron una línea peligrosa en la relación con su antiguo aliado y jefe.
Esta vez, Trump no se hizo de rogar. En una entrevista grabada para un podcast, el presidente se mostró abierto a dejar atrás el conflicto: “No le guardo rencor. Me sorprendió mucho que eso sucediera. Todo fue por un proyecto de ley fenomenal… Creo que se siente muy mal por haber dicho eso”.
La Casa Blanca confirmó la postura conciliadora. “El presidente vio el comunicado que Elon publicó esta mañana, y está agradecido”, declaró la portavoz Karoline Leavitt.
Este gesto de reconciliación pone fin, al menos públicamente, a una crisis que amenazó con alterar el equilibrio de poder en Washington y sacudir los cimientos de la economía tecnológica estadounidense con miles de millones de dólares en juego y programas espaciales al borde de la parálisis.
I regret some of my posts about President @realDonaldTrump last week. They went too far.
— Elon Musk (@elonmusk) June 11, 2025
Historia de un exabrupto
La disputa, aunque previsible para algunos analistas por las fuertes personalidades de ambos involucrados, llegó tras la luna de miel de algunos meses de Musk con Trump, quien puso al CEO de Tesla al frente del controversial Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE).
En ese puesto, Musk lideró la cruzada para reducir el gasto público, cesantear a cientos de empleados y modernizar la administración federal. Sin embargo, tras el anuncio de su salida del DOGE, el empresario arremetió contra el ambicioso proyecto de ley fiscal y de gasto promovido por Trump.
El magnate de origen sudafricano y con triple nacionalidad —sudafricana, canadiense y estadounidense— calificó la iniciativa presidencial como una “abominación repugnante” que, según él, dispararía la deuda nacional y representaba un despilfarro escandaloso.
La escalada fue inmediata. Trump, visiblemente molesto, declaró desde el Despacho Oval: “Estoy muy decepcionado, porque Elon entendía el funcionamiento interno de este proyecto de ley mejor que casi cualquiera en esta sala, mejor que ustedes. Lo sabía todo. No tenía ninguna objeción. Y de repente, todo se convirtió en un problema”.
El mandatario llegó a afirmar que Musk podría enfrentar “serias consecuencias” si intentaba ayudar a los demócratas en las próximas elecciones, y amenazó con suspender los contratos gubernamentales con las empresas del magnate.
Musk, lejos de retroceder, intensificó sus ataques y llegó incluso a insinuar que Trump estaba implicado en el caso del magnate financiero y delincuente sexual estadounidense Jeffrey Epstein, lo que desató una tormenta mediática y política. Con ese propósito, publicó una foto de Trump y Epstein juntos y compartió un video antiguo, alimentando la controversia.
Sin embargo, ante la presión y las amenazas de represalias económicas y políticas, Musk terminó borrando los mensajes más polémicos y, finalmente, se disculpó públicamente.
Trump no quiere hablar con Elon Musk: “Ha perdido la cabeza”
Daños bilaterales del encontronazo
El enfrentamiento generó daños colaterales de gran alcance. Para Trump, la pelea puso en duda la viabilidad de su megaproyecto fiscal, ya que la oposición de Musk —con su enorme influencia mediática y financiera— alentó a legisladores y a la opinión pública a cuestionar la iniciativa.
La disputa evidenció fisuras dentro de la coalición republicana, con algunos congresistas pidiendo a Musk que financiara campañas contra los republicanos que apoyaron la ley y carcomiendo la autoridad de Trump como líder indiscutido del Partido Republicano.
Para Musk, el espinazo de su fortuna personal, especialmente SpaceX y Tesla, que dependen de contratos federales por más de 3 000 millones de dólares con agencias como la NASA y el Departamento de Defensa, se vio amenazado por Trump.
El mandatario habló públicamente de cancelar contratos con tales consorcios, lo que desplomó el valor de sus acciones y colocó a SpaceX ante el abismo de perder su posición privilegiada como proveedor de tecnología espacial para el Gobierno estadounidense.
La reputación de Musk como “hombre fuerte” de la innovación quedó dañada por la percepción de que sus decisiones personales podían poner en riesgo intereses empresariales y nacionales.
En palabras del New York Times, ambos “tienen mucho que perder”: Trump enfrenta cuestionamientos sobre su capacidad para mantener aliados estratégicos, mientras Musk ve amenazada la estabilidad económica y el acceso a recursos clave para sus empresas.
¿Fin de la historia?
Sin embargo, el hecho de fumar juntos la pipa de la paz, no significa, para muchos observadores, que la superación de la crisis está escrita en piedra.
Aunque Trump ha mostrado cierta apertura a una reconciliación tras días de fuerte disputa pública, ha dejado claro que no es una prioridad inmediata y mantiene una postura firme respecto a posibles consecuencias si Musk apoya a candidatos demócratas o posiciones contrarias al núcleo duro del trumpismo.
De hecho, Trump advirtió que Musk enfrentaría “muy graves consecuencias” si decide respaldar a la oposición, aunque no especificó cuáles serían esas consecuencias.
Esta advertencia sugiere que, pese a la tregua momentánea, la relación entre ambos sigue siendo frágil y podría tensarse nuevamente si se modifican los equilibrios políticos.
A su vez, el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, declaró que Musk cometió un “gran error” al atacar públicamente a Trump y añadió que esperaba “se calme un poco” y “regrese al redil”, sugiriendo que la disputa no es beneficiosa ni para el país ni para Musk mismo.