El senador Lindsey Graham saluda con choque de codos y no de mano; la representante Alexandria Ocasio-Cortez lo hace poniendo la mano sobre el pecho; el senador Bill Cassidy ofrece desinfectante de manos y el senador Marco Rubio se lava las manos con tanta frecuencia que ahora debe usar humectante.
En una ciudad donde la calidez de la recepción está arraigada en la cultura de la vida política, el coronavirus ha comenzado a cambiar rápidamente las normas, incluso antes de que aparezca el primer caso en la capital de la nación.
Los funcionarios procuran estar al tanto de la situación nacional y mantener fuera al virus de su recinto de trabajo. Ejecutivos relacionados con el turismo han admitido que los temores al virus afectarán inevitablemente el inicio de lo que debería ser la temporada alta de visitantes.
“Obviamente habrá un impacto”, dijo Greg O’Dell, presidente de Events DC, propietaria del centro de convenciones de Washington. “Para quienes se sientan cómodos de viajar, queremos que vengan a nuestra gran ciudad”.
Durante la primavera, Washington atrae oleadas de visitantes escolares y asistentes a convenciones, más miles de personas que acuden al Festival del Cerezo que se efectúa cada año a partir del 20 de marzo. El martes, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial anunciaron que sus reuniones anuales de primavera en Washington cambiarían a “formato virtual” en línea a fin de garantizar la salud y seguridad de los participantes.
El coronavirus ha causado más de 3.000 muertes en el mundo, y unas 90.000 infecciones. De momento, el virus ha tenido escasa penetración en Estados Unidos.
La doctora LaQuandra Nesbitt, directora del departamento de salud del Distrito de Columbia, dijo que hasta ahora no se han registrado infecciones en Washington.
Theresa Impastato, directora de seguridad del Metro de Washington, dijo el mes pasado a la junta de este sistema de transporte que el metro había activado a finales de enero su “unidad especial antipandemias”. La medida incluyó poner en marcha protocolos extra de limpieza y almacenar desinfectantes y equipo de protección.
La Casa Blanca ha revisado discretamente los procedimientos de admisión de periodistas sin pases regulares de prensa. Quienes soliciten permiso para ingresar en el complejo de la Casa Blanca deben ahora declarar si estuvieron fuera del país los últimos 30 días.
El presidente Donald Trump tiene una conocida aversión a estrechar manos con extraños. “Una de las maldiciones de la sociedad estadounidense es el simple acto de estrechar manos, y cuanto más triunfadora y famosa se vuelve una persona, cuanto peor parece volverse esta terrible costumbre”, escribió Trump en su libro de 1997 Art of the Comeback (El arte del regreso).
Trump declaró el miércoles a la prensa: “No me he tocado la cara en semanas. Ya la extraño”.
En lo que toca al Congreso, legisladores y colaboradores prevén ampliamente que el virus hará su aparición en el bullicioso Capitolio. Ahí trabajan alrededor de 30.000 personas y cada año es destino turístico de entre 3 y 5 millones de visitantes de todo el mundo.
La famosa estructura con domo, sus túneles, cafeterías y edificios de oficinas, son como una placa de Petri gigante y políticamente divisiva.
Rubio dijo lavarse las manos con constancia. “Se me han resecado”, afirmó. “He tenido que empezar a utilizar humectante”.