A finales de abril de 2020, la capital de Michigan, Lansing, entró en los titulares nacionales. Manifestantes armados se desplegaron en los alrededores del Capitolio local y penetraron en el edificio, en protesta contra las políticas de la gobernadora demócrata Gretchen Whitmer, quien había declarado el estado de emergencia por la pandemia del nuevo coronavirus. En este caso, se había dado la orden de quedarse en casa para evitar la propagación a escala masiva de la enfermedad.
La protesta tuvo dos partes. La primera, denominada “Operación Tranque”, se llevó a cabo el 15 de abril. Alentó a los participantes a presentarse en el centro de la ciudad, interrumpir el tráfico y tocar el claxon con letreros anti Whitmer en sus autos. Los organizadores dieron la instrucción de permanecer en los vehículos. Sin embargo, unos cuantos ignoraron el llamado y fueron vistos en la calle ondeando banderas estadounidenses. Y también confederadas.
La segunda protesta tuvo lugar una semana después, el 23 de abril. La bautizaron “Operación Castillo de la Reina” y consistía en hacer demostraciones en los alrededores de la casa de la gobernadora Whitmer, repitiendo el mismo mantra que le aplicaban a Hillary Clinton en los mítines políticos trumpistas: “Lock her up!”. “Queremos abrir Michigan. Queremos dejar que nuestros pescadores pesquen. Queremos que nuestros agricultores cultiven”, dijo uno de los participantes por un altavoz. Detrás, se escuchaba una tonada: God Bless America.
El presidente Trump tuiteó desde la Casa Blanca: “La gobernadora de Michigan debería ceder un poco y apagar el fuego”. Y acto seguido dijo de los manifestantes: “Son muy buenas personas, pero están enojadas. ¡Quieren que les devuelvan sus vidas de manera segura!”.
El coronavirus en Michigan
Justamente a mediados de abril, después de unos días de registrarse una disminución de los casos y de las muertes por coronavirus, en Michigan los números habían subido. Los nuevos enfermos llegaron entonces a 1366, para un total de 27 001 desde el inicio de la pandemia. También se informaron 66 nuevas muertes: un total de 1768 debido al virus. A finales de ese mes, Michigan llegó a ocupar el cuarto lugar en personas enfermas de la COVID-19 en toda la Unión (35 291 el 23 de abril).
La orden de encerrarse, emitida por la gobernadora en abril, había prohibido “todas las reuniones públicas y privadas de cualquier número de personas que ocurran entre personas que no formen parte de un solo hogar”. También la venta de pinturas, artículos para exteriores y otros artículos no esenciales en las grandes tiendas minoristas. En la mayoría de los casos, prohibió los viajes entre las residencias de Michigan, incluso a casas de vacaciones en la zona norte. En resumen, se trataba de una cuarentena.
“La cuarentena es cuando se restringe el movimiento de personas enfermas. La tiranía es cuando se restringe el movimiento de personas sanas”, dijo a Fox News Meshawn Maddock, una de las organizadoras de la “Operación Tranque”. “Todas las personas han aprendido una dura lección sobre el distanciamiento social. No necesitamos un Estado niñera para decirle a la gente cómo debe cuidarse”.
Ese era el núcleo duro de las protestas: considerar la cuarentena una agresión a los derechos y libertades individuales. En la primera manifestación, los participantes idearon varias acciones performativas. Una de ellas, portar carteles comparando a la gobernadora Whitmer con Hitler y sacar a las calles sogas y banderas confederadas, toda una definición de sus posicionamientos. En la segunda, subieron el tono: “Los tiranos se llevan a la horca” fue uno de los gritos. Entraron entonces al Capitolio y corearon: “Esta es nuestra casa. Déjennos entrar”. Muchos ni usaban máscaras ni seguían el distanciamiento social. Algunos llevaban las gorras rojas de Maga [Make America Great Again] u otros distintivos de la campaña de reelección de Trump. Otros usaban atuendos militares mientras cargaban su armamento pesado.
“Justo encima de mí, hay hombres con rifles gritándonos”, publicó en Twitter la senadora demócrata Dayna Polehanki. “Algunos de mis colegas que tienen chalecos antibalas los usan. Nunca he apreciado más a nuestros sargentos de armas que hoy”.
Naturalmente, las tensiones entre Whitmer y el liderazgo republicano aumentaron. Siguiendo los consejos de epidemiólogos de la Universidad de Michigan, la gobernadora no solo rechazó los planes de reabrir la economía, sino que también extendió la orden de quedarse en casa hasta el 28 de mayo.
Varios legisladores demócratas solicitaron que la Comisión del Capitolio de Michigan prohibiera entrar con armas a sus instalaciones. El fiscal general demócrata dijo que el organismo designado tenía la autoridad para hacerlo y advirtió la “dinámica de polvorín” creada por esos manifestantes fuertemente armados. Pero la comisión lo objetó. En cambio, se formó un subcomité para estudiar si tenía la autoridad para tomar esa decisión.
El líder de la mayoría republicana en el Senado, Mike Shirkey, un cófrade de la alt-right, calificó de “cobarde” la idea de prohibir las armas, mientras Whitmer le declaraba al programa de la ABC The View: “Este es un acontecimiento terriblemente preocupante. Tenemos legisladores que se presentan a trabajar con chalecos antibalas. Eso está privando de sus derechos a miles de personas en nuestro estado si sus legisladores no se sienten lo suficientemente seguros como para ir a trabajar y hacer lo suyo. Respeto el derecho de la gente a disentir, pero eso no se extiende a poner en peligro la vida de otras personas y lo tomamos muy en serio”, dijo. La gobernadora defendió sus medidas diciendo que eran necesarias para ayudar a prevenir infecciones y salvar vidas.
En el centro del conflicto, comenta un experto, estaban “las diferentes interpretaciones de dos leyes de Michigan referidas a la autoridad ejecutiva de emergencia: la Ley de Poderes de Emergencia del Gobernador [EPGA] de 1945 y la Ley de Gestión de Emergencias [EMA] de 1976. La primera no requiere que un gobernador en funciones pida permiso a la legislatura para extender un estado de emergencia, pero esta última ordena que lo haga después de 28 días, una marca que Whitmer ha alcanzado. Ese plazo se complica por una cláusula en la legislación de 1976, que establece que la ley ‘no se interpretará para (…) limitar, modificar o abreviar la autoridad del gobernador para proclamar un estado de emergencia’, según lo dispuesto en la ley de 1945”.
El presidente de la Cámara de Representantes de Michigan, el republicano Lee Chatfield, dijo que se oponía a la extensión de Whitmer de la orden de no salir de casa: “El gobierno no debería decidir quién es esencial. Todos en Michigan son esenciales. En cambio, la gobernadora Whitmer debería preguntarse qué trabajos y actividades se pueden realizar de manera segura. Necesitamos hacer de la seguridad el factor decisivo y permitir que las personas en comunidades y lugares de trabajo de bajo riesgo comiencen a volver a la normalidad”, concluyó.
Los organizadores: Michigan Freedom Fund y Michigan Conservative Coalition
En este caso, no se trató de manifestaciones espontáneas, si alguna vez las hubo. Uno de sus organizadores fue el Michigan Freedom Fund (MFF), organización ultraconservadora presidida por el estratega Greg McNeilly, un individuo de amplios vínculos con la elite republicana local. Según su página web, la misión de MFF consiste en “defender políticas conservadoras en nombre de los contribuyentes de Michigan”, desde luego a partir de los valores clásicos del imaginario del Good Old Party (GOP): “Estamos comprometidos con los principios de gobierno limitado, transparencia en el gobierno y las libertades que se encuentran en la Constitución”. A ello, añaden: “Estamos orgullosos de trabajar con simpatizantes en todo el Estado para promover ideas conservadoras, hacer que nuestro gobierno le rinda cuentas a los contribuyentes y proteger la libertad y las oportunidades para las generaciones futuras”.
Esa promoción incluye su vínculos con la familia de DeVos, una de las mayores donantes a los republicanos, con un patrimonio estimado en 5600 millones de dólares. Según Vanity Fair, desde los años 70 el patriarca Richard DeVos y los suyos han donado hasta 200 millones de dólares a candidatos republicanos, a escala nacional y en su estado natal, Michigan. Se estima que, durante las elecciones de 2016, dieron más de 10 millones de dólares a varios candidatos y grupos republicanos. Por algo su esposa, Betsy DeVos, ocupa la cartera de Educación en la administración Trump.
El matrimonio DeVos, además, ha apoyado financieramente a organizaciones como Family Research Council, un grupo contra el matrimonio homosexual y contra el aborto. Entre 1999 y 2011 donaron 275 000 dólares a Focus on the Family, uno de los grupos antigay más influyentes de Estados Unidos.
Una segunda entidad, la Michigan Conservative Coalition (MCC), también estaba detrás de todo aquello. Su objetivo es “formar un ejército de activistas conservadores y capturar las banderas necesarias que llevarían a nuestro partido de regreso a sus raíces”. Luego dicen: “Nuestro trabajo continúa hoy. MCC y sus actividades asociadas con Michigan Trump Republicans, Battle Cry, Women for Trump, y más, ayudaron a crear una gran red de líderes de base, voluntarios y patriotas por todo el estado de Michigan. Se ha escuchado a MCC en la formulación de políticas y ayudando a elegir a más conservadores para cargos locales y para la legislatura de Michigan. Informar a los votantes, reclutar delegados y dar forma a las políticas, así como apoyar y elegir a conservadores para Lansing, se ha convertido en nuestro principal foco”.
Al final del día, una encuesta local encontró que el 57 % de los encuestados aprobaba la respuesta al coronavirus de Whitmer. Solo el 37 % estuvo en contra. A escala nacional, según un sondeo de Yahoo! News y YouGov, el 60 % de los estadounidenses se oponía a las protestas.
Continuará…