Senadores republicanos han dicho que cualquier intento de destituir a James Boasberg, el magistrado federal que falló contra la deportación de presuntos miembros del Tren de Aragua, y que ahora ha sido asignado a una demanda sobre el uso de Signal por parte de altos funcionarios del gobierno, fracasará al llegar al Senado.
También afirman que se opondrán a cualquier intento del presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, de desfinanciar los tribunales federales que fallan contra la agenda de Trump, enviando así el mensaje de que buscan reducir la escalada de la guerra de Trump contra el poder judicial federal.
El representante Brandon Gill (republicano por Texas) presentó un artículo de juicio político contra Boasberg a principios de este mes, alegando “abuso de poder”. Ya cuenta con 22 copatrocinadores.
Johnson, por su parte, ha planteado la idea de eliminar los tribunales que fallan en contra de Trump.
El Senado votó 96-0 para confirmar a Boasberg en marzo de 2011, con votos a favor de republicanos como Susan Collins (Maine), John Cornyn (Texas), Lindsey Graham (Carolina del Sur), Mitch McConnell (Kentucky) y el líder de la mayoría del Senado, John Thune (Dakota del Sur).
Aunque el Senado se ha vuelto más partidista en los últimos años, muchos republicanos se consideran los guardianes del poder judicial federal y no ven con buenos ojos la creciente guerra de palabras de Trump con el tercer poder, que comparten con entusiasmo varios aliados de Trump en la Cámara de Representantes.
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La incitación al impeachment de Boasberg le valió una inusual reprimenda a Trump del presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, quien señaló que “durante más de dos siglos, se ha establecido que el impeachment no es una respuesta apropiada al desacuerdo sobre una opinión judicial”.
El viernes, la administración Trump solicitó a la Corte Suprema revocar la orden de Boasberg. Los republicanos del Senado están suplicando a Trump y a sus aliados que moderen sus relaciones con los tribunales.
“Ni siquiera llevamos 100 días en el nuevo gobierno. Simplemente, no podemos iniciar un juicio político contra todos los jueces cuyas decisiones no nos gustan”, declaró la senadora Lisa Murkowski (republicana por Alaska).
“Las amenazas de perseguir a los jueces y luego a los abogados que van a presentar demandas, y no solo hacia adelante, sino también ocho años atrás, carecen de sentido”, enfatizó John Cornyn, exlíder republicano del Senado y miembro de alto rango del Comité Judicial,.
Afirmó que la posibilidad de destituir a Boasberg o a cualquier otro juez federal porque Trump y sus aliados no están de acuerdo con sus fallos es una fantasía. “No va a suceder”, subrayó. “No hay cifras”. El comentario de Cornyn reflejó el simple problema matemático que enfrentaría cualquier intento de impeachment.
Los republicanos necesitarían dos tercios de los votos para condenar a un juez por un cargo de impeachment y destituirlo de su cargo. Los republicanos controlan actualmente 53 escaños en el Senado, lo que significa que necesitarían el apoyo de 14 demócratas para una condena.