En un discurso inusual y cargado de connotaciones políticas, el presidente Donald Trump instó este martes a los principales líderes militares de Estados Unidos a prepararse para combatir un “enemigo interno”, evocando una retórica que recuerda a los regímenes militares latinoamericanos de las décadas de 1970 y 1980.
Sin embargo, la reacción del auditorio en la base del Cuerpo de Marines en Quantico, Virginia, fue mayormente fría y contenida, en un ambiente de escepticismo y desconcierto entre los 800 altos cargos militares venidos de todo el mundo.
En un encuentro convocado por el secretario de Defensa, Pete Hegseth, Trump afirmó que “combatir al enemigo interno será una gran tarea” para las Fuerzas Armadas, señalando que esta misión doméstica será tan importante como cualquier amenaza extranjera tradicional.
Durante una intervención que duró más de una hora, el presidente detalló su visión de usar el ejército no solo para la defensa externa, sino también para “aplacar disturbios civiles” y manejar “la invasión desde dentro” que, según él, ocurre sin uniforme, haciendo alusión a sectores de la sociedad y movimientos críticos de su administración.
La invocación del enemigo interno y la reacción de la audiencia
Las palabras de Trump se inscriben bajo el marco de una administración que ha impulsado el despliegue de tropas federales en ciudades como Washington D.C., Los Ángeles, Portland y Memphis, con la intención declarada de mantener el orden público frente a protestas y disturbios.
Al mencionar otras urbes como San Francisco, Chicago y Nueva York, el presidente amenazó con “ponerlas en orden uno por uno”, sugiriendo una estrategia de control militar urbano directamente aplicada.
El discurso presidencial tuvo lugar justo después de la intervención de Hegseth, quien pronunció un potente alegato contra la llamada cultura “woke” en las Fuerzas Armadas, responsabilizándola de debilitar la disciplina y el espíritu de lucha a través de políticas de diversidad, equidad e inclusión.
En tal cuerda, Hegseth anunció despidos, reformas en los estándares físicos y de presentación personal, y el fin de lo que denominó “basura ideológica tóxica” dentro del Pentágono.
Pese a estas enfáticas declaraciones, la recepción del discurso por los generales y almirantes fue notablemente fría y escéptica.
Los altos mandos se mantuvieron en gran parte en silencio, sin responder a las frecuentes referencias partidistas del presidente.
El ejército en California: entre despliegues y dudas
Un foco particular del discurso fue California, donde Trump ha desplegado la Guardia Nacional en Los Ángeles y anunció planes para enviar tropas a Portland, ciudad que ha vivido manifestaciones y protestas en contra de las políticas de inmigración de su gobierno.
El desempeño del ejército en suelo californiano ha sido un tema polémico. En Los Ángeles, el despliegue militar buscaba proteger instalaciones federales y controlar disturbios derivados de tensiones sociales y migratorias.
Sin embargo, críticos externos y algunos dentro de las Fuerzas Armadas cuestionan la efectividad y la conveniencia de utilizar a militares para funciones de orden público en ciudades donde las dinámicas sociales son complejas y la población civil es diversa y políticamente activa.
El llamado de Trump a usar “ciudades peligrosas como campos de entrenamiento para nuestras fuerzas militares” ha generado alarma en sectores civiles y analistas de derechos humanos, quienes temen una escalada autoritaria y la militarización creciente de la vida urbana estadounidense.
La sombra de regímenes militares latinoamericanos
La referencia de Trump a la necesidad de combatir un “enemigo interno” recuerda a los discursos de líderes militares de la época de dictaduras militares en América Latina, donde la llamada lucha contra la subversión interna sirvió para justificar violaciones de derechos humanos, censura, y la represión política abierta.
La insistencia en controlar “el territorio físico” y en establecer una “guerra desde dentro” sugiere una visión del orden público basada en la fuerza militar y la vigilancia interna, que genera preocupación incluso dentro del ejército estadounidense, acostumbrado a operar en escenarios convencionales y de defensa externa.
Reformas, despidos y anulación de la diversidad en las Fuerzas Armadas
La administración Trump, a través del secretario Hegseth, también impulsa una feroz austeridad y cambios en los valores del ejército.
En su discurso, Hegseth criticó la presencia de diversidades sexuales, la atención a la temática de género y medioambiente, y eliminó las oficinas de diversidad e inclusión, presentando estas políticas como distracciones que debilitan la moral.
Hegseth también anunció despidos masivos de oficiales de alto rango, la reinstauración de estrictos controles físicos y estéticos, y normas para limitar el crecimiento del número de generales de cuatro estrellas.
El jefe del Pentágono fustigó, como “completamente inaceptable”, a los altos oficiales “gordos” y ordenó exámenes físicos y mediciones “dos veces al año, cada año de servicio”, además de “estándares de aseo personal” para acabar con las “barbas, el cabello largo y las expresiones superficiales e individuales” dentro de las fuerzas armadas.