William Barr, el hombre propuesto por el presidente Donald Trump para Fiscal General de Estados Unidos, trabajó en la Agencia Central de Inteligencia de 1973 a 1977. Fue funcionario del juez Malcolm Wilkey en el Tribunal de Apelaciones para el Distrito de Columbia de 1977 a 1978.
Entre 1982 y 1983, bajo Reagan, sirvió como subdirector Adjunto de Política Judicial de la Casa Blanca. Durante nueve años trabajó con el bufete de abogados Shaw, Pittman, Potts & Trowbridge, en Washington DC.
En 1989, el presidente George H. W. Bush lo designó para el cargo al que ahora vuelve a aspirar. Se le conoce como un fuerte defensor del poder presidencial.
Durante su audiencia de conformación en el Senado, que tuvo lugar ayer, dijo que de ser confirmado actuaría de manera independiente respecto al presidente Trump y que no sería intimidado para hacer nada que violara la ley.
Respondiendo una pregunta del senador de Illinois Dick Durbin, dijo que durante su primera etapa como fiscal general había aprendido la importancia de trabajar de manera conjunta con demócratas y republicanos, y de mantenerse firme en el estado de derecho.
Ante la pregunta de por qué aceptaría el cargo, respondió: “Me encanta el Departamento, todos sus componentes y el FBI. Creo que son instituciones críticas. Son esenciales para preservar el estado de derecho, que es el latido del corazón de este país”.
“Siento que puedo proporcionar el liderazgo necesario para proteger la independencia y la reputación del Departamento”, subrayó.
Trump criticó a Sessions por haberse retirado de la investigación sobre Rusia del Departamento de Justicia y se quejó de las acciones del FBI y del Departamento durante la investigación.
Barr agregó que estaba en un momento de su vida en el que no lo perturbaría tomar decisiones que podrían provocar la ira de Trump o incluso del Congreso.
Y pareció apoyar la investigación del Departamento de Justicia, dirigida por Robert Mueller, al afirmar que no interferiría. Se comprometió a mantenerla libre de “política partidista” e “interés personal”.
Como se sabe, Trump a menudo ha llamado a esa investigación una “cacería de brujas”. Barr se posesionó rápidamente al respecto: “No creo que el señor Mueller esté involucrado en una cacería de brujas”, dijo.
El candidato había publicado una copia de su testimonio donde decía que a Mueller se le debería permitir completar su trabajo.
“Les puedo asegurar que emitiré mis juicios basados únicamente en la ley y no dejaré que intereses personales, políticos u otros intereses impropios influyan en mi decisión”, dijo.