Las políticas migratorias, comerciales y el discurso confrontacional del presidente Donald Trump han desencadenado una serie de efectos perniciosos que se reflejan en la caída de visitantes, pérdidas económicas y un ambiente de hostilidad que ahuyenta tanto a turistas como a inversores.
El fenómeno, conocido como el “efecto Trump”, amenaza con socavar los cimientos de una de las industrias más dinámicas y generadoras de empleo del país.
Las cifras del desplome
Las estadísticas son contundentes. Según la Administración del Comercio Internacional, en marzo de 2025 las visitas a Estados Unidos disminuyeron 11,6% respecto al año anterior.
Especialmente pronunciadas son las caídas desde mercados claves como Europa Occidental (17,2% menos), Alemania (28,2% menos) y Reino Unido (14,3% menos).
El descenso en el turismo internacional no es un fenómeno aislado: responde a una mezcla de factores políticos, económicos y sociales que tienen su origen en las políticas implementadas por la administración Trump, indica un despacho de la agencia española EFE.
La situación es aún más grave cuando se considera el impacto en el empleo. Las proyecciones de Tourism Economics advierten que, de mantenerse la tendencia, se perderían más de 170 mil puestos de trabajo en el sector turístico estadounidense en 2025.
El golpe económico es doble: no solo se pierden ingresos directos por la menor llegada de turistas, sino que también se ven afectadas industrias conexas como la hotelería, la restauración, el transporte y el comercio minorista.
El miedo como barrera
Uno de los factores más disuasorios para los viajeros internacionales ha sido el endurecimiento de las políticas migratorias bajo el mandato de Trump.
La revocación masiva de visados, la retórica agresiva contra extranjeros y los episodios de detenciones arbitrarias en las fronteras han generado un pico de temor e incertidumbre. Incluso ciudadanos de países tradicionalmente aliados, como Canadá, Reino Unido y Alemania, han expresado su preocupación por no sentirse bienvenidos o seguros al visitar Estados Unidos.
Las advertencias de viaje emitidas por varios gobiernos extranjeros subrayan la gravedad de la situación. Tales alertas recuerdan a los ciudadanos que la exención de visado no garantiza la entrada y que pueden ser detenidos o deportados arbitrariamente en la frontera, lo que ha llevado a miles de turistas a cancelar o reconsiderar sus planes de viaje.
“Tantos estadounidenses quieren huir del ambiente tenso y tóxico que reina en su país. ¿Por qué querría alguien ir de visita, especialmente ahora, con todas las detenciones arbitrarias en migración?”, declaró Mallory Henderson, consultora británica que canceló su viaje familiar a Boston.
Aranceles, un “espantaturistas”
Las políticas económicas proteccionistas de Trump, especialmente la imposición de aranceles a socios comerciales clave como China, Canadá y la Unión Europea, han tenido efectos devastadores en el turismo.
Los aranceles no solo encarecen los productos y servicios turísticos, sino que también deterioran las relaciones diplomáticas, lo que se traduce en menos visitantes y mayores dificultades para las empresas del sector.
En el caso de China, el aumento de aranceles al 125% ha encarecido significativamente los productos relacionados con los viajes, haciendo que visitar Estados Unidos sea menos atractivo para los turistas chinos, uno de los mercados emisores más importantes del mundo. El resultado: una caída del 11% en las llegadas desde China y del 23% desde México en el último año.
La incertidumbre generada por las políticas comerciales también ha afectado a las aerolíneas y a las agencias de viajes, que han tenido que recortar rutas y ajustar sus previsiones financieras ante la caída de la demanda.
Boicot canadiense como señal de alarma
El caso de Canadá ilustra con claridad las consecuencias de las políticas de Trump. Las amenazas a la soberanía canadiense y la imposición de aranceles han provocado un boicot sin precedentes: el 60% de los adultos canadienses afirman que evitarán viajar a Estados Unidos en los próximos 12 meses.
El número de viajes de regreso por automóvil desde EE.UU. cayó 31,9% en marzo de 2025, afectando gravemente a estados fronterizos como Maine, Michigan y Nueva York, cuyas economías locales dependen del turismo canadiense.
Este boicot ha obligado a las autoridades y empresas estadounidenses a lanzar campañas desesperadas para recuperar a los turistas perdidos, mientras las aerolíneas de Canadá redirigen su capacidad hacia Europa y otros destinos más acogedores.
Economías locales y pequeñas empresas se perjudican
El desplome del turismo internacional no solo afecta a las grandes ciudades y cadenas hoteleras, sino que golpea con especial dureza a las pequeñas empresas y comunidades dependientes del sector.
En Nueva York, por ejemplo, operadores turísticos como Real New York Tours reportan cancelaciones masivas de grupos, especialmente de Canadá y Europa, lo que representa miles de dólares en pérdidas y la amenaza de despidos.
California, otro de los grandes destinos turísticos, ha visto cómo sus previsiones de ingresos por turismo para 2025 se reducían en 6 mil millones de dólares debido a la ralentización del crecimiento de los viajeros internacionales.
Restaurantes, hoteles y comercios en estados fronterizos reportan caídas en la ocupación y en las ventas, mientras la U.S. Travel Association alerta que la caída del turismo canadiense podría traducirse en 2 millones de visitas menos y la pérdida de 14 mil empleos en el sector.
Operadores turísticos de Asia y Europa coinciden en señalar que la tensión política y la falta de seguridad jurídica están desincentivando los viajes hacia el mercado estadounidense, un país que en 2024 recibió aproximadamente 77,7 millones de turistas internacionales, según datos preliminares de la Oficina Nacional de Viajes y Turismo (NTTO) de la Administración de Comercio Internacional (ITA).