Inflación desbocada, disminución crítica de las divisas así como una creciente factura energética por los precios del petróleo son algunos de los rasgos de la profunda crisis económica en la que se encuentra sumida Sri Lanka, y que otras naciones altamente endeudadas están en riesgo de replicar.
La crisis en Sri Lanka ha sido atribuida a factores específicos como la deficiente gestión de las autoridades o el doble golpe del coronavirus y el terrorismo al sector turístico por los manifestantes que desde hace meses protestan en el país isleño, derrocando a su paso a la poderosa dinastía Rajapaksa y haciendo caer al presidente y varios Gabinetes.
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgia, subrayó el pasado sábado el panorama mundial “extremadamente incierto” desatado por la invasión rusa de Ucrania, así como por las perturbaciones a causa de la pandemia del coronavirus y de la obstrucción en las cadenas de suministro.
“Los países con una elevada deuda y espacio de políticas limitado se enfrentarán a presiones adicionales”, dijo Georgieva desde Indonesia, antes de advertir de que “no hay más que mirar a Sri Lanka como una señal de advertencia”.
En Asia, como en otras partes del mundo, varios países en desarrollo como Bangladesh, Laos, Nepal o Pakistán muestran signos preocupantes de caer en la misma espiral que Sri Lanka.
BANGLADESH
Con cifras de inflación récord e imponiendo algunas medidas para limitar el uso de combustibles similares a las que se vio obligada a tomar Sri Lanka, la situación de Bangladesh preocupa lo suficiente al Gobierno como para acudir a la puerta del FMI por primera vez en una década para obtener 4500 millones de dólares en préstamos.
El país asiático registró una inflación del 7.56 % el pasado junio, según la Oficina de Estadísticas de Bangladesh, frente al 5.64 % del mismo periodo del año pasado y la mayor desde 2014.
La inflación y la progresiva devaluación del taka frente al dólar, que ha perdido más de un 7 % de su valor solo en este año, han conducido además a una caída de las divisas por debajo de los 40 000 millones de dólares.
Esta semana, Bangladesh aprobó el cierre temporal de todas las centrales eléctricas que funcionan con diésel y la clausura un día a la semana de todas las gasolineras del país, además de imponer cortes de luz durante dos horas, medidas que recuerdan a las largas colas en las gasolineras de Sri Lanka y a sus apagones diarios de hasta trece horas.
LAOS
En medio de una inflación galopante, un sector turístico desbaratado por la pandemia del coronavirus, restrictivas políticas monetarias de países como Estados Unidos y el riesgo de no pagar sus préstamos extranjeros, Laos podría ser el siguiente país asiático al borde de la bancarrota tras Sri Lanka.
En lo que va de año, la moneda de Laos, el kip, se ha desplomado más de un tercio frente al dólar estadounidense, mientras que la deuda pública del empobrecido país, de 7.2 millones de habitantes y sin salida al mar, ha aumentado a 14 500 millones de dólares, el 88 % de su PIB, en 2021.
Asimismo, a diferencia de Sri Lanka -que cuenta con una variedad de acreedores- Laos es deudor fundamentalmente de China y su deuda con el gigante asiático asciende al 45 % de su producto interior bruto (PIB).
A eso se suma la escalada en los precios de combustible, presionados por la guerra en Ucrania, y de alimentos, lo que ha puesto en jaque al gobierno comunista del país, comandado por el Partido Popular Revolucionario de Laos (PPRL) desde 1975.
Esos factores conllevaron a una tormenta perfecta que hizo que la agencia calificadora de riesgo Moody’s rebajara el pasado junio a “bono basura” la deuda soberana de Laos.
NEPAL
El país del Himalaya vio crecer la inflación interanual un 8.56 % el pasado junio frente al 4,19 % durante el mismo periodo en el año anterior, según el Banco Central de Nepal.
“La inflación alcanzará los dobles dígitos a mediados de julio”, advirtió a Efe el economista Keshav Acharya, mientras el país pugna por adquirir fertilizantes químicos claves para las cosechas cuyo precio no ha dejado de aumentar.
“Esto podría elevar los precios de la comida o incluso provocar una crisis alimenticia”, dijo a Efe el economista Dadhi Adhikari, quien recordó que “el turismo, una de las principales fuentes de ingresos en divisas, todavía no se ha recuperado”.
PAKISTÁN
Pakistán se encuentra más cerca que nunca de la bancarrota a causa de los mismos males listados anteriormente: importaciones cada vez más caras, falta de divisas y una crisis en el balance de pagos.
A petición del FMI, que todavía debe aprobar la liberación de una franja de más de 1 100 millones del acuerdo de asistencia financiera de 6000 millones, el Gobierno de Shehbaz Sharif ha empezado a recortar subsidios a la gasolina y a aumentar los precios de la electricidad.
Pero estas medidas han desatado un aumento espectacular de la inflación, que el pasado junio alcanzó el 21.3 %, la cifra más elevada en los últimos trece años.
“La rupia se intercambia a 221 unidades por dólar, el número más bajo en la historia del país (…). Si esto continua así, no estamos lejos de una situación como la de Sri Lanka en Pakistán”, lamentó a Efe el economista Muzzamil Aslam.