De acuerdo con el periódico El País, dos agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) han sido detenidos en las últimas semanas bajo cargos de revelar secretos de Estado.
La ministra de Defensa, Margarita Robles, dio a conocer la apertura de un procedimiento judicial contra los implicados y subrayó que la denuncia legal la ha presentado el propio servicio de inteligencia. Sin embargo, no ofreció detalles adicionales porque se trata, dijo, de un asunto secreto.
El artículo 584 del Código Penal castiga con penas de 6 a 12 años de cárcel al “español que, con el propósito de favorecer a una potencia extranjera, asociación u organización internacional, procure, falsee, inutilice o revele información clasificada como reservada o secreta, susceptible de perjudicar la seguridad nacional o la defensa nacional”.
Pero no se trata de un hecho inédito, enfatiza el periódico. En 2007, el CNI denunció al exespía Roberto Flórez, quien había trabajado para ellos entre 1992 y 2004, después de hallarse documentación clasificada en un local y dos apartamentos suyos en Tenerife.
También encontraron una carta dirigida a los servicios secretos rusos en la que el individuo se ofrecía a trabajar para estos a cambio de un primer pago de 200 000 dólares. En 2010 fue condenado a 12 años de cárcel.
Asimismo, subraya el diario, está el caso de Juan Alberto Perote, condenado a siete años de cárcel en 1997 por llevarse del servicio secreto microfichas con información clasificada sobre la guerra contra ETA y escuchas ilegales que acabaron en poder de un banquero.
El rasgo distintivo de este caso, sin embargo, es que no se trata de trabajar para una potencia hostil sino para una nación aliada, Estados Unidos, con la que la inteligencia española tiene una estrecha colaboración y un intercambio de información sistemático.
El rotativo madrileño recuerda que en el pasado los servicios secretos españoles se han quejado a la CIA de haber implementado operaciones propias en territorio español sin notificárselo. Pero esos se habían resuelto de manera discreta.
De acuerdo con fuentes diplomáticas, se trataría de un gesto hostil de Washington, y por su naturaleza impropio de países aliados y amigos.