Abortos forzados, hambre, palizas, violaciones grupales, secuestros, chantajes con los bebés, hijos que obligan a sus madres a prostituirse, maridos a mujeres, a hijas, a hermanas. Todo esto pasa en España miles de veces cada año: son las múltiples formas que adopta la trata de mujeres.
La trata con fines de explotación sexual –muchas son víctimas latinoamericanas– está “gravemente asentada” en España y el proxenetismo es una actividad “en constante e imparable expansión”, que constituye un negocio “boyante”, con unos beneficios diarios que superan los cinco millones de euros (más de 5,5 millones de dólares), la mayor parte en dinero negro.
Son consideraciones de la Fiscalía General del Estado, que denuncia que la normativa española no tiene previsto un régimen de protección integral de estas víctimas y urge una ley integral contra la trata.
Entre 2013 y 2018, su unidad de extranjería abrió 624 diligencias por este motivo, con 1.181 víctimas, prácticamente todas mujeres y 127 de ellas menores de edad.
Este lunes, 23 de septiembre, se conmemora el Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas, que en España afecta a miles de mujeres.
Cada caso es un mundo que, por la dignidad de las víctimas, merecería un estudio individualizado, dice la Fiscalía.
El Ministerio Público insta a elaborar un patrón general con criterios criminológicos y, posteriormente, analizar cada una de las manifestaciones de trata más frecuentes en España teniendo en cuenta el “modus operandi” de las organizaciones y la nacionalidad de las víctimas.
Así, explica en su memoria, en España la trata de mujeres tiene algunos elementos comunes como que su finalidad es la prostitución; se explota a mujeres procedentes “de todas las partes del planeta”; y se ejerce “abusando de su patente necesidad, escasísima formación y evidente pobreza”.
La mayoría de ellas han sido “vendidas, agredidas, golpeadas, marcadas, humilladas, amenazadas y coaccionadas de todas las maneras imaginables para vencer su resistencia a ser explotadas”; son sometidas a condiciones insufribles; y desconfían de las autoridades judiciales y policiales cuando son rescatadas.
Además, en el patrón común de las víctima, se ha constatado que el grado de sufrimiento es tal que algunas quedan marcadas de por vida con graves lesiones psicológicas. Y, cuando son liberadas, no tienen otra opción que seguir prostituyéndose para sobrevivir, incluso llegan a integrarse en las redes que las explotaron sexualmente.
La mayoría de las mujeres identificadas como víctimas de trata han sido localizadas en la calle, establecimientos de alterne, clubes o viviendas regentados en régimen de proxenetismo “consentido”. En su mayoría han sido llevadas a España engañadas con la promesa de un futuro mejor, pero contrayendo deudas desorbitadas.
Y a estas características comunes se añaden las propias del lugar de procedencia de las víctimas.
América
– La Fiscalía alerta del aumento de trata de mujeres venezolanas en España, aunque se detectan víctimas de otros países (Paraguay, Colombia, Bolivia, Chile, Cuba, Ecuador…).
– Destaca la gravedad de la trata paraguaya, la más numerosa. Son mujeres guaraníes de familias muy pobres, sin formación, que apenas entienden la lengua española, en situación de desamparo extremo.
Son incapaces de pedir auxilio pues, si sus familiares o la comunidad de la que proceden descubren que han ejercido la prostitución, aunque forzosa, son rechazadas y aisladas, como si se tratara de una muerte civil. Por ello, es muy difícil su retorno familiar y casi imposible que colaboren en la persecución del delito.
África
– La mayoría proceden de Nigeria, pero hay casos de Marruecos, Guinea y otros países.
– Los explotadores constituyen el último eslabón de una cadena firmemente conectada, dirigida y supervisada por organizaciones perfectamente estructuradas.
– Para garantizar su sumisión y el pago de la deuda, los captores suelen recurrir a la práctica de ritos de vudú.
– Obligadas a ejercer la prostitución en cualquier lugar y circunstancia de manera indiscriminada: en la calle, carreteras, viviendas, con horarios agotadores. Son comunes las palizas.
– Sus hijos son utilizados como medio de coacción y chantaje. Se les practican abortos forzosos.
– Su liberación es “extremadamente dificultosa” y su deuda con los explotadores aumenta hasta ser “descomunal”. Algunas llegan a integrarse en el propio grupo criminal.
Asia
– Casi todas son chinas, pero también tailandesas, filipinas o paquistaníes.
– En un principio, los “clientes” también eran chinos, pero ahora son de numerosas nacionalidades.
– La trata suele estar ligada a organizaciones criminales piramidales, muy jerarquizadas.
– Son recluidas en viviendas bajo un férreo control de violencia, y obligadas a consumir drogas.
Europa
– La mayoría de las víctimas son rumanas, pero también procedentes de Bulgaria, Hungría, Moldavia, Polonia…
– Las condiciones de explotación son extremadamente abusivas (horarios extenuantes; imposibilidad de rechazar clientes; falta de protección). En muchas ocasiones se usa la violencia y la intimidación a ellas o sus familiares.
– A veces son captadas por un “seductor” de una organización o grupo criminal. Su misión la realiza en Rumanía, donde se le provee de los medios necesarios –automóvil de gama alta, dinero, ropa cara…- para embaucar a la víctima, que suele ser una adolescente joven muy vulnerable.
Tras ganarse su confianza, le propone un traslado a España, donde es entregada a los explotadores. También las captan por Internet.
– En muchos casos, la propia familia las lleva a España para explotarlas. A veces es el esposo quien obliga a prostituirse a la mujer, y se ha llegado a denunciar algún caso en que un hijo fuerza a su madre a ello.