Europa vivió este martes un estado de shock y alerta máxima, mientras una ola de calor sin precedentes azotaba el continente con temperaturas que pulverizaron todos los registros históricos y alterado la vida cotidiana de millones de personas.
Desde París hasta Sevilla, pasando por Roma, Berlín y Estambul, el Viejo Continente enfrenta una emergencia climática que no da tregua y que, según advierten los expertos, es solo un anticipo de lo que podría convertirse en la nueva normalidad bajo el avance del cambio climático.
Récords históricos y ciudades en alerta roja
El termómetro se disparó hasta los 43 grados en España y Portugal, 41 en Francia, 40 en Italia y 38 en Alemania, cifras que, según los meteorólogos, no tienen precedentes para esta época del año y que han obligado a declarar alertas rojas en numerosas regiones, incluida la capital francesa.
París, conocida por su clima templado y sus noches frescas de verano, vivió una madrugada tropical con más de 30 grados y alcanzó los 41,5 grados en Durban-Corbières, en el sur del país, la temperatura más alta registrada en la jornada.
En España, el calor abrasador llevó el mercurio hasta los 46 grados en Granada, superando el récord anterior para un mes de junio y dejando al país entero bajo aviso naranja o rojo por riesgo extremo.
Italia, por su parte, emitió alertas rojas para 21 ciudades, entre ellas Roma, Milán, Nápoles y Florencia, mientras que en Alemania y Bélgica se superaron los 38 y 34 grados respectivamente.
Impacto en la vida cotidiana
La magnitud del fenómeno forzó a las autoridades europeas a tomar medidas excepcionales para proteger a la población.
En Francia, más de 1 350 escuelas cerraron total o parcialmente, casi el doble que el día anterior, ante la imposibilidad de mantener condiciones saludables en las aulas.
El Ayuntamiento de París activó el nivel más alto de su plan contra canículas, extendiendo el horario de piscinas y manteniendo abiertos los parques durante toda la noche para ofrecer refugio a los ciudadanos.
Uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad, la Torre Eiffel, cerró su último piso al público hasta el 2 de julio, una decisión que decepcionó a decenas de turistas que habían planeado su visita con años de antelación.
“Intenté organizarlo todo antes de nuestra partida y el resultado es un disparate”, lamentó Laia Pons, una profesora española que reservó entradas para su familia hace tres años.
En Italia, la prohibición de trabajar al aire libre durante las horas más calurosas se extendió a varias regiones, tras la muerte de un trabajador de la construcción en Bolonia y la investigación de un caso similar en Barcelona.
En Viena, se desplegaron más de 300 nebulizadores portátiles en parques y plazas, y se habilitaron “zonas frescas” con acceso a agua fría y temperaturas controladas.

El Mediterráneo… más caliente que nunca
Ni siquiera la playa es un refugio: las aguas del Mediterráneo occidental alcanzaron los 30 grados, hasta seis grados por encima de la media estacional, mientras que en el Cantábrico oriental llegaron a los 24 grados.
Tal calentamiento inusual del mar intensifica las temperaturas extremas en las zonas costeras y agrava la sensación de bochorno, según los meteorólogos.
La agencia francesa Météo-France confirmó que la temperatura media de la superficie del Mediterráneo marcó un récord para junio, con 26,04 grados, una anomalía de casi dos grados respecto a la media de 1991-2020 y picos locales de hasta cinco grados por encima de lo habitual.
Ese fenómeno, sumado a la “cúpula de calor” que atrapa aire caliente sobre Europa, está detrás de la persistencia y la intensidad de la ola de calor actual.

Mortalidad en aumento
Las consecuencias para la salud pública son inmediatas y graves. En España, el mes de junio más cálido desde que hay registros dejó 380 muertes atribuibles a las altas temperaturas, la mayoría entre personas mayores de 75 años. Solo en el último fin de semana, se contabilizaron más de 100 fallecimientos relacionados con el calor, según el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria.
Las autoridades sanitarias de toda Europa han activado planes de emergencia, instando a la población a hidratarse, evitar la exposición al sol y prestar especial atención a los grupos más vulnerables: ancianos, niños y personas con enfermedades crónicas.
En Bucarest, se habilitaron centros de hidratación y “duchas refrigerantes” en puntos concurridos, mientras que en Polonia y Luxemburgo se emitieron alertas a través de SMS y campañas informativas para prevenir la deshidratación y los golpes de calor.
Incendios forestales y crisis agrícola
El calor extremo ha disparado el riesgo de incendios en todo el sur de Europa. En Francia, se registraron los primeros fuegos de la temporada, mientras que en Turquía más de 50 000 personas tuvieron que ser evacuadas por las llamas en Esmirna, Manisa y Hatay.
Grecia y otras regiones mediterráneas permanecen en alerta máxima por la posibilidad de nuevos focos.
Los agricultores franceses, principales productores de cereales de la Unión Europea, se han visto obligados a cosechar de noche para evitar las horas de máximo calor, mientras que la sequía y las altas temperaturas amenazan con reducir el rendimiento de los cultivos y elevar los precios de los alimentos.

El cambio climático reitera sus credenciales
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) y la Comisión Europea han advertido que Europa es el continente que más rápido se calienta, a un ritmo doble que la media mundial.
“Lo que es excepcional no es solo la magnitud, sino la época del año”, señaló Clare Nullis, portavoz de la OMM, recordando que episodios de calor extremo como el actual solían ser propios del final del verano, no de su inicio.
El secretario general de la ONU, António Guterres, subrayó este martes que “el planeta se está volviendo más caliente y más peligroso, y ningún país es inmune”, reclamando mayor ambición a los gobiernos en la lucha contra el cambio climático.
“Oímos hablar del cambio climático. Creo que definitivamente lo estamos sintiendo ahora”, resumió Omar Bah, un trabajador londinense, mientras buscaba algo de sombra en una ciudad estresada como el resto de sus pares europeas.