La policía de París y los propietarios de tiendas se preparaban para nuevos actos violentos en las protestas convocadas para el sábado, pese a que el presidente Emmanuel Macron retiró la subida de impuestos a los combustibles que originó semanas de disturbios.
Sindicatos policiales y autoridades locales celebraban reuniones de emergencia el jueves para trazar una estrategia, mientras distintos grupos de manifestantes compartían sus planes en redes sociales y grupos de chat.
Tras los disturbios del pasado fin de semana, los peores de las últimas décadas en París, muchas tiendas y restaurantes del centro de la capital francesa cerrarán sus puertas el sábado por temor a que se repitan los actos violentos.
Macron accedió el miércoles a anular el aumento de impuestos a los carburantes, pero las demandas de los disconformes se ampliaron otros asuntos.
Estudiantes protestaron el jueves en escuelas y universidades y los conductores seguían bloqueando carreteras en todo el país, exigiendo ahora más rebajas fiscales y ayudas del gobierno.
Un pequeño sindicato que representa al personal administrativo de la policía llamó a la huelga para el sábado, lo que podría dificultar las medidas de seguridad. Otros sindicatos policiales no hablan de huelgas, pero todos temen por la seguridad frente a un movimiento sin líderes evidentes cuyas protestas pueden ser desviadas por grupos violentos de todos los colores.
La policía ha recibido críticas por no impedir los daños al Arco de Triunfo y a las tiendas en la avenida Champs-Elysées en el centro de París, así como por reprimir a los manifestantes con violencia.
Videos que circulan en redes sociales de la policía golpeando a los manifestantes en un Burger King sobre Champs-Elysées han generado más furia. Una vocera policial dijo el jueves que se investiga el incidente.
Macron, el blanco principal de las protestas, ha sido casi invisible durante toda la semana. El centroderechista de 40 años que ganó la elección del año pasado por mayoría abrumadora se ha malquistado con muchos de sus votantes al beneficiar a los ricos con recortes impositivos y otras reformas mal explicadas y con su actitud que muchos consideran elitista y distante.
Los disturbios en París han perjudicado la economía local en medio de la temporada de compras navideñas. Los grupos más violentos han arrojado adoquines a los escaparates y saqueado tiendas de lujo en algunos de los barrios más ricos.
Clement Rozey, gerente de una tienda de motos en el oeste de París, solo pudo observar con impotencia cuando un grupo de matones rompían las ventanas y vaciaban sus estantes.
Cerrará la tienda el sábado y la hará custodiar por una empresa de seguridad.
Sin embargo, no deja de simpatizar con el movimiento.
“Como todo el mundo, estamos estrangulados (financieramente) después del 15 del mes”, dijo a The Associated Press en alusión al día de pago para muchos trabajadores. Los manifestantes “defienden una causa, siguen adelante y tienen razón. Los apoyamos de todo corazón”. En cuanto a los violentos que atacan y saquean, “eso es otra cosa”.