Nueva Orleans puede ser una ciudad distinta en la noche. De día la Catedral de San Luis, El Cabildo, el Café Du Monde, y en la noche, unas cuadras más abajo, las luces de neón, las vallas de colores y los clubes nocturnos hacen el contraste con lo antiguo.
En el Barrio Francés, particularmente, se notan los matices de la herencia de franceses, españoles y africanos. Allí brillan en la madrugada las puertas de los bares y el anuncio de las tiendas abiertas. Es la parte más festiva de la ciudad, con el rock que sale de los establecimientos y el jazz en el saxofón de un hombre negro sentado en la acera. A lo largo de Bourbon Street –su arteria principal– está la gente, un coche tirado por caballos y el Tarot.
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