|
Getting your Trinity Audio player ready...
|
La reunión de líderes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) comenzó este jueves en Belém, Brasil, con un mensaje claro: pasar de las promesas a la acción.
El encuentro, que congrega a cerca de 60 jefes de Estado y de Gobierno, busca sentar las bases políticas para las negociaciones formales de la cumbre, cuyas actividades oficiales comenzarán el próximo lunes.
En tres mesas de trabajo y una sesión plenaria, los líderes revisarán el Acuerdo de París y otros temas centrales de la agenda, como la transición energética.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, anfitrión del cónclave, puso sobre la mesa el Fondo Bosques Tropicales para Siempre (Tropical Forests Forever Fund, en inglés), una iniciativa que propone la remuneración económica a los países que trabajan en la conservación forestal y busca atraer capital público y privado para proteger la Amazonía y otros bosques tropicales en 70 países en desarrollo.

“Alguien nos da 50 millones de dólares. Está bien, pero eso no es nada”, dijo Lula. “Necesitamos miles de millones para enfrentar nuestros problemas, los problemas de la gente que vive en esas regiones”, afirmó durante su intervención en la antesala de la COP30.
Se estima que los países podrían beneficiarse con 4 dólares por hectárea de bosque preservada. Brasil había presentado esta iniciativa durante la COP28, celebrada en Dubái en 2023, y ahora busca dar el siguiente paso para implementarla con el apoyo de cinco países potencialmente inversionistas: Alemania, Emiratos Árabes Unidos, Francia, Noruega y Reino Unido.
Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió en el encuentro que fracasar en mantener el objetivo de 1,5 °C equivale a un “fracaso moral” y urgió a los países a abandonar los subsidios a los combustibles fósiles. “No hay más tiempo para negociaciones, es momento de implementación”, sentenció.

El mensaje de Guterres tiene un trasfondo alarmante: en octubre de este año, el planeta alcanzó su primer punto de “no retorno” climático con la muerte masiva de arrecifes de coral en mares tropicales, los primeros ecosistemas en sufrir los efectos devastadores del calentamiento global.
Según un informe firmado por 160 investigadores de todo el mundo, el 80% de estos arrecifes ya han sido destruidos. “Los impactos serán profundos y amplios: los arrecifes de coral son hábitats esenciales para innumerables especies marinas, fundamentales para la seguridad alimentaria, mueven billones de dólares en la economía global y protegen las zonas costeras de las tormentas”, advierte una nota de CNN.
En ese contexto, el llamado a la acción inmediata de Guterres deja de ser solo una advertencia para convertirse en un ultimátum frente a la necesidad de mantener el calentamiento global a raya. Para ello, enfatizó la importancia de seguir apostando por las energías renovables y destacó los progresos alcanzados en este campo.

“La energía solar y eólica son ahora las fuentes de energía más baratas y las de más rápido crecimiento en la historia”, dijo. “El año pasado, casi toda la nueva capacidad energética provino de fuentes renovables. La economía de la energía limpia está creando empleos y fomentando el desarrollo. Está transformando la geopolítica, ofreciendo seguridad energética y estabilidad de precios. Y está conectando a millones de personas con una energía limpia y asequible por primera vez”.

Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, reafirmó el compromiso de la Unión Europea con el Acuerdo de París y subrayó la urgencia de impulsar la transición limpia a escala global. “En la COP30 de esta semana subrayaremos nuestro firme compromiso con el Acuerdo de París. La transición mundial hacia la energía limpia está en marcha y es irreversible. Nuestra prioridad es garantizar que esta transición sea justa, inclusiva y equitativa. En Belém escucharemos a nuestros socios globales y debatiremos los temas clave. Para mantener a la vista nuestro objetivo común, debemos reconocer las diversas realidades nacionales y trabajar juntos para alcanzarlo”, apuntó.





Los líderes llegan con demandas claras: más financiación para la adaptación en los países que enfrentan impactos severos, mecanismos que recompensen la conservación de los bosques de forma sostenible y medidas que aseguren que la descarbonización se traduzca en empleo y desarrollo. A corto plazo, hay negociaciones técnicas pendientes —incluidas las reglas sobre créditos de carbono y financiamiento— que deberán concretarse durante la cumbre.
Pero las ambiciones y promesas climáticas de la COP30, con Brasil a la cabeza, se desarrollan en un escenario contradictorio. El pasado 20 de octubre, el Instituto Brasileño de Medioambiente y Recursos Naturales Renovables (IBAMA) dio luz verde a un permiso de perforación petrolera en la Amazonía concedido a Petrobras, una de las mayores empresas del país. Una decisión que expertos, líderes indígenas y activistas ambientales consideran desastrosa para la preservación del bioma y contradictoria con la meta de salvar el “pulmón del planeta”, tan defendida por Lula y los anfitriones del evento.












