El exprimer ministro Benjamín Netanyahu, sus aliados religiosos y de extrema derecha obtuvieron la mayoría de los escaños en las elecciones legislativas del martes pasado en Israel, anunció el jueves la Comisión Electoral.
Con los ojos del mundo puestos en la segunda vuelta presidencial de Brasil, muy pocos notaron los comicios en Israel, donde el bloque de derecha ganó 64 escaños de 120 en el Parlamento, divididos entre el Likud de Netanyahu (32), los partidos ultraortodoxos (18) y una alianza de fuerzas de extrema derecha (14) en lo que fue la quinta votación en cuatro años. El bloque centrista del ahora exprimer ministro Yair Lapid obtuvo 51 escaños.
Lapid aceptó su derrota en las elecciones legislativas y felicitó a Benjamin Netanyahu por su victoria, indicó un comunicado de la oficina del jefe de gobierno. Según el documento, Lapid ya ha dado instrucciones al gabinete para que comience a prepararse para una transición del poder.
“El Estado de Israel está por encima de cualquier consideración política. Le deseo éxito a Netanyahu por el bien del pueblo y del Estado de Israel”, dijo el primer ministro saliente.
Lapid fue jefe de gobierno interino durante cuatro meses y decidió anunciar la aceptación de la derrota electoral después de que el recuento de votos, casi al 100%, arrojara que Netanyahu aseguraba la mayoría parlamentaria.
Este desenlace puede poner fin al estancamiento político que ha paralizado a Israel durante los últimos tres años y medio. Pero la agenda del nuevo gobierno se espera que asuma la revisión del sistema legal del país y la línea dura contra los palestinos. Promete polarizar aún más a una nación profundamente dividida y corre el riesgo de antagonizar a los aliados más cercanos de Israel en el extranjero.
Israel celebró el martes sus quintas elecciones desde 2019. La contienda, como las cuatro anteriores, fue ampliamente vista como un referéndum sobre la aptitud de Netanyahu para gobernar mientras él y su esposa, enfrentan cargos de corrupción. Si bien las elecciones anteriores terminaron en un punto muerto, Netanyahu manejó una campaña disciplinada que le dio ventaja sobre una oposición dividida y desorganizada.
La elección se centró en gran medida en los valores que deben definir el Estado: judío o democrático. Al final, los votantes favorecieron la identidad judía.
Se espera que el principal socio de gobierno de Netanyahu sea el sionismo religioso, un partido de extrema derecha cuyo candidato principal, Itamar Ben-Gvir, ha desarrollado una carrera en confrontaciones con los palestinos y que defiende puntos de vista antiárabes alguna vez estuvieron confinados, en gran medida, a una franja extremista.
Ben-Gvir dice que quiere poner fin a la autonomía palestina en partes de Cisjordania ocupada y mantener la ocupación de Israel sobre los palestinos, ahora en su año 56, indefinidamente. Hasta hace poco, colgó una foto en su casa de un militante judío que asesinó a 29 fieles palestinos en un tiroteo en una mezquita en Cisjordania.
Además, ha calificado a los legisladores árabes de “terroristas” y pedido su deportación. El legislador de extrema derecha, que recientemente blandió una pistola mientras visitaba un barrio palestino en el este de Jerusalén, aspira a estar a cargo de la fuerza policial.
El líder del partido, Bezalel Smotrich, otro colono de Cisjordania que ha hecho comentarios antiárabes, tiene la vista puesta en el Ministerio de Defensa. Eso lo convertiría en el supervisor de las fuerzas armadas y de la ocupación militar de Israel en Cisjordania.
Los funcionarios del partido favorecen la construcción agresiva de asentamientos en Cisjordania, algo condenado desde hace décadas por las Naciones Unidas y la Unión Europea entre otros.
Estas posiciones han amenazado con antagonizar a los judíos estadounidenses, abrumadoramente liberales, y poner al próximo gobierno de Israel en curso de colisión con la administración Biden.
La Casa Blanca dijo el jueves que esperaba trabajar con Israel en “nuestras historias y valores compartidos”.
Pero en un comentario separado, el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, dijo que Estados Unidos espera que Israel “continúe compartiendo los valores de una sociedad abierta y democrática, incluida la tolerancia y el respeto por todos en la sociedad civil, en particular por los grupos minoritarios”.
También reiteró su apoyo a una solución de dos Estados entre Israel y los palestinos, una idea con esacaso o ningún apoyo en el gobierno entrante.