En tiempo de descuento, y mediante frenéticas negociaciones, la cumbre climática de Dubái pasó de la decepción a la esperanza (luego de conseguir un acuerdo de último minuto un día después de su cierre oficial) para que en 2050 la humanidad logre el cero neto de energía a partir de los combustibles fósiles que están envenenando el planeta.
Guerra semántica
Tras una guerra semántica que debatió los términos a poner en el documento final de la conferencia, entre la palabra más radical phase out (eliminación progresiva) y la menos conveniente unabated (sin técnicas de mitigación), los representantes de casi 200 naciones se decantaron finalmente por transitioning away (haciendo la transición).
El concepto debe garantizar que en poco más de un cuarto de siglo el mundo pueda decir adiós a los combustibles fósiles “en los sistemas energéticos, de manera justa, ordenada y equitativa, acelerando la adopción de medidas en este decenio crítico”.
Mirando hacia París
El texto aprobado en la ciudad emiratí –ella misma una ostentosa vitrina del boato conseguido con las regalías del petróleo y el gas– es el primer balance global que se hace desde el Acuerdo de París.
Revisa las diligencias de perfil climático llevadas a cabo desde 2015 y concluye en un aumento de los compromisos para lograr los objetivos adoptados en la capital francesa: conseguir que el calentamiento del planeta no supere el grado y medio para finales de este siglo, más allá del cual se inauguraría un escenario de infierno casi imposible de gestionar con las herramientas del presente.
Sin embargo, los actuales planes que tienen los países, y que abarcan hasta 2030, llevarán a un calentamiento, en el mejor de los escenarios, de entre 2,1 y 2,8 grados.
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Descarbonización
Igualmente el tratado recoge las metas de descarbonización que recomienda la comunidad científica a fin de asegurar un futuro habitable para todo el planeta: rebajar las emisiones en al menos 43 % para 2030 y en 6 % para 2035 respecto a los niveles de 2019 con el objetivo de lograr la neutralidad en carbono en 2050.
El acuerdo propone también apurar las tecnologías de bajas o cero emisiones, entre ellas “renovables, nuclear y las de captura y almacenamiento de carbono, en particular en los sectores difíciles de descarbonizar, así como la producción de hidrógeno bajo en emisiones”.
Por otro lado, llama a acelerar los esfuerzos para reducir progresivamente el uso de energía basada en carbón sin sistemas de mitigación e incluye uno de los objetivos más procurados: triplicar la capacidad de energía renovable a nivel mundial y duplicar la tasa anual promedio global de mejora en la eficiencia energética para 2030.
Las petroleras: todo un poder global
El grupo estadounidense ExxonMobil obtuvo un beneficio neto de 11 400 millones de dólares durante los tres primeros meses de 2023, algo más del doble de los 5 500 millones del primer trimestre de 2022, mientras que el gigante energético francés Total Energies, por su parte, registró un beneficio neto trimestral de 5 600 millones de dólares, lo que supone un aumento del 14 % con respecto al mismo período del ejercicio precedente.
El texto de la cumbre de Dubái, sin embargo, no pone una losa sobre el poderosísimo sector de las energías fósiles, que durante décadas ha presionado para que en los sucesivos acuerdos climáticos se hable de emisiones de gases de efecto en general, pero no de sus causante:, los combustibles fósiles.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, calificó de “histórico” el acuerdo de Dubái sobre el progresivo abandono de los combustibles fósiles.
“Ponen en peligro nuestro planeta”, manifestó el mandatario del segundo país contaminador del mundo, detrás de China, y el primer productor global de petróleo, uno de los agentes villanos de la debacle climática.