Científicos que utilizan el telescopio espacial estadounidense James Webb han obtenido lo que llaman “las señales más fuertes hasta ahora” de posible vida más allá de nuestro sistema solar, informó un despacho de la agencia británica Reuters.
Tales señales han sido detectadas en la atmósfera de un planeta alienígena y consisten en huellas químicas de gases que en la Tierra se producen solo por procesos biológicos.
Dos gases
Los dos gases -sulfuro de dimetilo, o DMS, y disulfuro de dimetilo, o DMDS- involucrados en las observaciones de Webb del planeta llamado K2-18 b son generados en la Tierra por organismos vivos, principalmente vida microbiana como el fitoplancton marino (algas).
¿No estamos solos? Astrónomos hallan la mayor prueba de #vida #extraterrestre hasta la fecha#K2_18b: el #exoplaneta que podría estar “rebosante de vida”, según investigadores que establecieron con un 99,7 % de certeza la existencia de #biofirmas. (few) https://t.co/xmIU6iTH0G
— DW Español (@dw_espanol) April 17, 2025
Esto sugiere que el planeta podría estar repleto de vida microbiana, afirmaron con entusiasmo los investigadores que, sin embargo, llamaron a la moderación de las expectativas.
Los expertos dijeron que no estaban anunciando el descubrimiento de organismos vivos reales, sino una posible biofirma (un indicador de un proceso biológico) y que los hallazgos deben interpretarse con cautela, ya que se necesitan más observaciones.
Primeros indicios hasta el momento
Sin embargo, expresaron su entusiasmo. Estos son los primeros indicios de un mundo extraterrestre posiblemente habitado, afirmó el astrofísico Nikku Madhusudhan, del Instituto de Astronomía de la Universidad de Cambridge, autor principal del estudio publicado en Astrophysical Journal Letters.
Es reconocido por desarrollar técnicas avanzadas para estudiar la composición atmosférica de exoplanetas y por acuñar el término “planetas hycean o hicéano”, que describe un tipo teórico de planeta con océanos líquidos bajo una atmósfera rica en hidrógeno.
“Este es un momento crucial en la búsqueda de vida más allá del sistema solar, donde hemos demostrado que es posible detectar biofirmas en planetas potencialmente habitables con las instalaciones actuales. Hemos entrado en la era de la astrobiología observacional”, afirmó Madhusudhan.
El científico señaló que hay varios esfuerzos en marcha para buscar señales de vida en nuestro sistema solar, incluidas varias afirmaciones de entornos que podrían ser propicios para la vida en lugares como Marte, Venus y varias lunas heladas.
Características del K2-18 b
K2-18 b tiene 8,6 veces la masa de la Tierra y un diámetro aproximadamente 2,6 veces mayor que nuestro planeta.
Orbita en la “zona habitable” —una distancia donde el agua líquida, un componente clave para la vida, puede existir en la superficie planetaria— alrededor de una estrella enana roja más pequeña y menos luminosa que nuestro Sol, ubicada a unos 124 años luz de la Tierra, en la constelación de Leo.
Un año luz es la distancia que recorre la luz en un año: 9,5 billones de kilómetros.
Exoplanetas
Desde la década de 1990 se han descubierto alrededor de 5 mil 800 planetas más allá de nuestro sistema solar, llamados exoplanetas.
Los científicos han planteado la hipótesis de la existencia de exoplanetas llamados mundos hicéanos, cubiertos por un océano de agua líquida habitable por microorganismos y con una atmósfera rica en hidrógeno.
Observaciones anteriores del Webb, lanzado en 2021 y operativo al año siguiente, habían identificado metano y dióxido de carbono en la atmósfera de K2-18 b, la primera vez que se descubrían moléculas basadas en carbono en la atmósfera de un exoplaneta en la zona habitable de una estrella.
Al preguntársele sobre posibles organismos multicelulares o incluso vida inteligente, Madhusudhan respondió: “No podremos responder a esta pregunta en este momento. La hipótesis de partida es que existe vida microbiana simple”.
Se ha predicho que el DMS y el DMDS, ambos de la misma familia química, constituyen importantes biofirmas de exoplanetas.
El Webb descubrió que uno u otro, o posiblemente ambos, estaban presentes en la atmósfera del planeta con un nivel de confianza del 99,7 %, lo que significa que aún existe una probabilidad del 0,3 % de que la observación sea una casualidad estadística.
“La riqueza de datos del K2-18 b lo convierte en un mundo fascinante”, afirmó por su parte Christopher Glein, científico principal de la División de Ciencias Espaciales del Instituto de Investigación del Suroeste en Texas.
“Estos últimos datos son una valiosa contribución a nuestra comprensión. Sin embargo, debemos ser muy cuidadosos y analizarlos con la mayor minuciosidad posible. Espero con interés ver más trabajo independiente sobre el análisis de datos a partir de la próxima semana”.