Contacta el FBI a activistas pro-normalización

Según un artículo del New York Times, un fenómeno reciente al calor del retroceso de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba consiste en la visita de agentes federales a cubanos interesados en la normalización.

El diario asegura que recientemente al menos cinco cubano-americanos de Miami han recibido visitas sorpresivas. Pero los funcionarios, dice, no fueron explícitos sobre sus intenciones. Dieron solo sus nombres y formularon preguntas aparentemente destinadas a conocer encuentros con diplomáticos de la Isla.

Los contactados se encontraban entre un grupo de cubanos que llegaron a Estados Unidos cuando niños, durante la Operación Peter Pan, y que participaron el Diálogo del 78, una causa profundamente emocional que a menudo se castigaba con escarnio y violencia en el sur de la Florida.

Ahora a algunas de estas personas les preocupa ser atacadas en el contexto de las medidas del presidente Trump para restringir los viajes a Cuba y hacer retroceder la apertura con La Habana característica de la administración Obama.

Estas visitas se producen bajo la atmósfera de los llamados ataques sónicos, que afectaron a más de tres docenas de diplomáticos y familiares estadounidenses en Cuba. Como resultado, el personal de la embajada fue reducido a un mínimo.

Según el diario neoyorquino, en algunos casos los agentes dejaron un folleto sobre el “proceso de elicitación”, “una técnica utilizada para recopilar información que no está disponible y lo hace sin levantar sospechas de que se buscan hechos específicos”. El material parece destinado a entrenar a las personas sobre cómo detectarlo.

En realidad pocos de los contactados hablaron con los agentes. La mayoría se negó o no estaba disponible cuando estos se presentaron. No se sabe bien si visitaron a más personas en todo el país o solo del sur de Florida. “Está cerca del hostigamiento, porque no es ilegal hablar de cosas con la embajada del país donde naciste”, dijo Elena Freyre, de 70 años, presidenta de ForNorm, organización pro-normalizacion de las relaciones entre ambos países. “Es un poco extraño tener al FBI haciendo preguntas sobre eso”.

Dijo además que la semana pasada los agentes fueron a su antiguo trabajo y no la encontraron. Mas tarde le dejaron un mensaje de voz. Otros funcionarios se identificaron como representantes de FBI y enseñaron brevemente las insignias.

Un hombre los dejó entrar y les habló durante horas. “Se quedó con la impresión de que estaban tratando de reclutarlo”, dijo una fuente. “Se dio la vuelta y dijo: ‘No soy un soplón’”.

De acuerdo con el texto, varios de los implicados tuvieron una reunión de emergencia con la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), que los alentó a presentar solicitudes de la Ley de Libertad de Información. “En Estados Unidos no es un delito ser pro-normalización, pro-diálogo con Cuba” –dijo Howard Simon, director ejecutivo de la ACLU de Florida.

Pero no es en el fondo nada nuevo. Durante mucho tiempo era práctica rutinaria que académicos fueran entrevistados al regreso de un viaje a Cuba. “Preguntaban con quién se habían reunido y de qué habían hablado”, dijo William LeoGrande, profesor de la American University y co-autor de un importante libro sobre las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. “Obviamente, cuando las relaciones entre Estados Unidos y Cuba son malas, una de las formas en que se manifiesta es una mayor atención por parte del FBI a los problemas de contrainteligencia”, dijo LeoGrande.

“Es un atavismo de la Guerra Fría”, expresó María de los Ángeles Torres, profesora de la Universidad de Illinois. “Un retroceso”.

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