Poco antes de fallecer, Henry Kissinger sugirió a Ucrania la aceptación de la fórmula de “paz por territorios” que hoy es retomada. La verdad es que la transacción no es nueva ni es de su cosecha. Otras veces ha sido utilizada. Les contaré una en la cual, casi todo queda en casa.
Cuando en octubre de 1917 triunfó la Revolución bolchevique en Rusia (entonces el Imperio Ruso), participaba de la Primera Guerra Mundial, a lo cual Lenin había prometido poner fin. Convertido en jefe del nuevo estado de obreros y campesinos, el líder de aquel movimiento se dispuso a cumplir la promesa y devolver la paz a Rusia, para lo cual tomó el camino más corto: negociar con Alemania y hacer concesiones.
Sin vacilar, en 1918 la Rusia soviética entabló negociaciones por separado con Alemania. Para sorpresa soviética los imperialistas germanos presentaron exigencias territoriales tan desmesuradas que resultaron inaceptables y fueron rechazadas por el jefe de la delegación soviética, Liev Trotski, para más señas, judío y ucraniano, quien se retiró de las conversaciones y regresó a Moscú.
Después de intensos debates en el seno de la dirección bolchevique, Lenin, quien asumió que para salvar la revolución era pertinente ceder a los reclamos imperialistas alemanes, hizo prevalecer su criterio. El naciente estado soviético suscribió el Tratado de Brest-Litovsk, entregando a Alemania entre otros territorios a: Finlandia, Polonia, Estonia, Livonia, Lituania y Ucrania.
De ese modo, cien años antes de que lo sugiriera Henry Kissinger y lo retomara Putin, el líder bolchevique aplicó la lógica que hoy se propone a Ucrania de ceder soberanía y trocar “territorios por paz”. El acuerdo de Brest-Litovsk fue de corta vida. Meses después Alemania fue derrotada, la guerra llegó a su fin y lo pactado fue anulado. No obstante, la dinámica de aquellos acontecimientos dio lugar a curiosas y trágicas situaciones.
Concluida la primera guerra mundial con la derrota total de Alemania, los países a los que Rusia había renunciado en Brest-Litovsk, no eran parte del Imperio Ruso que ya no existía, no lo eran de Rusia que los había entregado y tampoco de la derrotada Alemania. Técnicamente eran independientes, cosa que todos proclamaron.
Ocurrió entonces que el poder soviético reconoció la independencia de Polonia, Finlandia, Letonia, Lituania y Estonia, pero no la de Ucrania que, en 1922 fue compulsivamente incorporada a la Unión Soviética.
En 1940, en virtud del Pacto Ribbentrop-Molotov, las repúblicas bálticas fueron anexadas a la Unión Soviética. En junio de 1941 reconquistadas por la Alemania nazi que también se apoderó de Ucrania hasta 1945 cuando fue liberada por el Ejército Rojo.
En agosto de 1941, consumada la ocupación de Ucrania por los nazis no pocos ucranianos colaboraron, llevados por confusiones nacionalistas, un profundo anticomunismo y el odio visceral a la Rusia imperial. Esto creó nuevos rencores y dio lugar a ajustes de cuentas que siguieron a la liberación por el Ejército Rojo, y que aún subsisten y parecen no tener fin.
La génesis de la actual guerra en Ucrania se asocia a la conflictiva relación con Rusia iniciada desde los días del Imperio ruso de los zares, la entrega a Alemania por el Tratado de Brest-Litovsk, la problemática incorporación a la Unión Soviética, la ocupación nazi y la colaboración de una parte de la población con ellos, así como la difícil posguerra.
Aquellos trágicos precedentes dieron lugar al desencadenamiento de la guerra actual. Estuvieron signados por matanzas y hambrunas, aunque también por el renacer de Ucrania convertida junto a Rusia en núcleo de la Unión Soviética, así como los procesos políticos asociados al colapso soviético y a la independencia de Ucrania, agravados por el deficiente tratamiento de contradicciones nacionales, y visibles maniobras injerencistas de la Unión Europea, la OTAN, los Estados Unidos y Rusia.
Recientemente los presidentes de Rusia y Ucrania han realizado propuestas que, junto a sugerencias aportadas por otros países y a las conclusiones de la conferencia que ha tenido lugar en Suiza, pueden servir de base para ulteriores negociaciones de paz. Enhorabuena. Allá nos vemos.
*Este texto fue publicado originalmente en el diaro ¡Por esto! Se reproduce con la autorización expresa de su autor.