¿Quién gana en mis simpatías? ¿Quién, en mi admiración o mis nostalgias?
En una esquina (obviamente la roja), Teófilo Stevenson. El más grande del boxeo amateur, aunque muchos se acuerden a esta hora de Félix Savón y Lazslo Papp, apenas sus discípulos. En la otra esquina, Muhammad Alí, a quien solo le pueden discutir la corona del profesionalismo el bombardero Joe Louis y aquel Sugar Ray Robinson del pelo planchado y la sonrisa eterna. Nadie más. Ni siquiera la muerte, que reina sobre todo.
Se avecina una pelea memorable, tal vez la más mediática que ha sido. Chocan de nuevo Sullivan y Corbett, pero ahora su boxeo es más ordenado con los brazos, eficiente en la danza y elegante en la postura de combate. Otra vez se dan cita Dempsey y Carpentier, aunque esta noche habrá más equilibrio que cuando el Asesino de Manassa destrozó la sonora indefensión del Hombre Orquídea. Será la pugna del amateur contra el pagado, la bronca entre la humildad y la soberbia, una batalla que enfrentará –guantes por medio- al hijo bueno de la Revolución y el niño malcriado del Tío Sam.
Son mulatos los dos. Las mujeres dicen que atractivos; los expertos, que máquinas letales. Stevenson, diez abriles más joven, porta un látigo de domador de leones en la izquierda –suf, suf, suf- y una coz de caballo embravecido -¡boom!- en la derecha. Alí depende de bailar, pegar, salir, debilitar en cuerpo y alma al adversario. El cubano no habla; el norteamericano tiene rota la tecla de callar. El de Las Tunas carga a sus rivales cuando dan el veredicto; el de Louisville les grita tres verdades (y cinco altanerías) tras derrotarlos.
Se han impreso carteles y llueven las apuestas. Hay un montón de gente que desespera por oír al anunciador diciendo aquello de “a mi derecha, Muhammad Alí; a mi izquierda (por supuesto, a su izquierda) Teófilo Stevenson”. Ahora mismo, en Fistiana, todos los rines son un solo ring, y todos los combates, uno.
Contra el veneno de Pirolo han preparado varios tipos de antídoto, y ninguno ha funcionado. Hace un tiempo noqueó a Duane Bobick (la Esperanza Blanca), y después despachó al camionero Stinson, Michael Dokes, puso a dormir a Johnny Tate y le sacó una frase inolvidable a Peter Hussing: “Uno no tiene tiempo de ver su derecha y cuando la ve, es porque la tiene ya sobre el mentón. Nunca me habían golpeado tan fuerte en mis 212 combates”.
Los sabios del tinglado se relamen cada vez que el tunero descarga el golpe recto. “Es el peleador más perfectamente balanceado que haya visto”, asegura Enmanuel Steward. “Posee la misma clase que Alí y Frazier”, escupe Don King. Le han propuesto la mar de propuestas, inclusive la de enfrentarlo con el propio Frazier por el título mundial de los pesos pesados, pero entonces Stevenson los frena con un “no me interesa” sin derecho a réplica. O con algo más duro, del tipo “yo prefiero el cariño de ocho millones de cubanos”.
Sin embargo, los promotores no han cejado, y he aquí que finalmente consiguieron sentarlo en una esquina (es obvio que la roja) de este Garden al borde del infarto pugilístico. Enfrente, parloteante, está Muhammad.
Alí es un genio extraño con la lengua más veloz que el pensamiento. Su esgrima se concentra en un juego de piernas que enloquece al tiempo que fascina, inconcebible en un paquete humano superior a las 200 libras. Durante su carrera ha demostrado que puede hacerlo todo: ganar por puntos, disertación de técnica incluida; imponerse por nocao con un rally eléctrico; vencer por exterminio moral del contrincante; renunciar a una corona; reconquistarla luego con la loca estrategia de dejarse golpear a destajo hasta agotar al otro.
Floto como una mariposa y pico como una abeja. Eso suele decir con la misma arrogancia que lo hizo burlarse de Liston en la lona (“eres un oso feo y lento”, le gritaba); la determinación que lo llevó a oponerse a su reclutamiento para la guerra de Vietnam; y el orgullo poético con que tiró su premio olímpico a las aguas del río Ohio, enojado por no haber sido atendido en un restaurante racista de Kentucky.
En esta noche neoyorquina, la pegada de Stevenson podría taponarle la boca al de Louisville con la alevosía que Montresor condenó a la muerte a Fortunato, según Poe. No obstante, El Bocazas no calla. Mientras Angelo Dundee le palmea los hombros, Alí ve cómo un negro de ojos grandes da las últimas instrucciones al cubano. La pelea va a empezar y, simultáneamente, acaba el sueño lindo de vivirla…
Ocurre que Alí-Stevenson es el combate que nunca se efectuó (The Greatest Fight That Never Was, tituló su documental la ESPN). Hubo gestiones, pero ningún acuerdo. “Él es el mejor entre los aficionados y yo entre los profesionales, ¿para qué pelearnos?”, sostuvo en su momento el estadounidense. “Todo habría terminado en un empate”, aseveró Teófilo una vez.
Muchos años más tarde, casi veinte, los dos dioses se verán en La Habana y posarán para las cámaras en actitud de ataque. Se harán amigos y hablarán de mil cosas, entre ellas el combate que todo el mundo quiso. Pero eso será, como le digo, dentro de largo tiempo. Ahora mismo, en New York corre la primavera del 78 y ya no habrá pelea.
MI VOTO: Stevenson. Siempre he adorado a Alí, seguramente porque admiro a los atletas diferentes, esos que se resisten a ser una etiqueta más en los envases y son ellos en cada espacio y tiempo. Pero los puñetazos de Teófilo marcaron el recuerdo de mi infancia –no exagero- con la misma intensidad que los juguetes del Día de los Niños, las aventuras de Erich Kaupp y el afán fetichista de verle la ropa interior a mis hermosas, indulgentes amigas de la escuela primaria.
en fin chovinismo e ignorancia boxistica por parte del q escribe este articulo.
Afán eternizado…supongo. 😉
Luis Gálvez…¿Por qué chovinismo? Ahhh, ya se disculpa. Te equivocaste. Querías decir PERIODISMO. CLASE MAGISTRAL DE PERIODISMO. Y obvio que amo el boxeo de Alí, pero fue el quien no quiso pelear con un Stevenson 10 años más joven y en pleno ascenso. Ambos fueron grandes. Pero este articulo es una joya de Michel. Otra más. Felicidades.
Michel… mi socio en buen cubano “te la comiste”, no soy de los que acostumbran a llenar de elogios a los que hacen con claridad su trabajo; pero compadre este artículo para mí: queda para la historia. Muy balanceado en tu estilo, y logras hacernos viajar por ese sueño de lo que pudo ser. Que aprendan algunos de los jóvenes periodistas de los que escriben acá, que falta les hace. Como tú y muchos de nuestra generación, Michel, yo le daba la victoria a Pirolo; en 1978 no había nadie sobre la faz de la tierra que le ganara. Alí grande, grande quizás el más grande, pero el 1,2 de Pirolo era devastador y sobre todo más en 1978.
Otra realidad, pura realidad dios gigantes quedejaronLos mejores recuerdos de grandeza
Dos pugiles EXCLUSIVOS.
Trenes redacción y hoy tenemos el nuevo Teófilo( el chacal) y el nuevo Ali (floyd mayweather) sólo que en pesos diferentes
el combate nunca se efectuo porque ali no tenia nada que ganar y si mucho que perder. claro que el voto del periodista es para stevenson, si es tan cubano como el del central delicias.
El que ha visto boxeo sabe bien que Stevenson no hubiera aguantado 3 rouder a Ali.
Creo que faltó al menos una mención para aquel vendedor de periódicos que se dio el lujo de paralizar calles allá en la acera de enfrente. Kid Chocolate no puede faltar en ninguna crónica de boxeo cubano.
Excelente artículo. Gracias Michel por romper con los cánones del periodismo que se hace en Cuba… yo desde Chile, te leo y te sigo. Ojalá y escribas pronto un artículo sobre el “polémico” Yuli Gourriel, que todo el que tiene dos dedos de frente sabe el final de esa historia.
COINCIDO EN QUE LA PEGADA DEL NUESTRO,ME REFIERO A STEVENSON,ERA FULMINANTE Y SU TECNICA TIPICA DE LA ESCUELA CUBANA,POR EL OTRO LADO LA CONSTANCIA Y LA MAESTRIA DE ALI ERA UNICA,POR ESO MI VOTO ES PARA STEVENSON SOLO EN LOS TRES O CUATROS PRIMEROS ASLTO SI EL COMBATE PASABA DEL CUARTO CREO ERA DE ALI
Que me tilden a mí también de chovinista. Ni Alí ni nadie hubiese derrotado a Teófilo en aquel entonces. él más que ningún otro puede reclamar para sí la antológica frase de Kid Chocolate: el boxeo era él. Elegancia en los movimientos, rapidez, exactitud y fuerza demoledora en el golpeo. Cuba ha dado muchos grandes en el deporte de los puños, muchos, pero ninguno como él.
!Sorpresa! Asi que Steveson derrotaria a Ali. Je Je. Tus opinions deportivas estan motivadas por la politica.
Entre Pele y Maradona, Je Je Maradona, Entre la pulga y C R, la pulga Hasta ahi, paso.
Pero ahora te apeas con esto.
Stevenson no lucia tan bueno cuando peleaba con aquel ruso que le tenia cogida la medida
Leo esta serie (en mi neófita opinión, estos artículos son como una serie) y cuando leo algunos comentarios, me surge una interrogante.
Sera que me he perdido algo en esta serie de artículos y tendrán otra intención que no sea, dar a conocer quien gana en las simpatías, admiración y nostalgias del periodista?
Personalmente, creo que no. A veces coincido con su voto, otras no.
Pero la forma de narrar sus simpatías, admiraciones y nostalgias, conmueve.
Seguiré leyéndolas, disfrutándolas y sobre todo APLAUDIENDO.