Si de promesas se trata, esta es un de las más demagógicas. De ahí que su empleo siempre implique cierta dosis de ironía, referida a la gente que ofrece beneficios considerables que a la postre resultan más fruto de la exageración de que de la realidad.
Al parecer, el origen del dicho se remonta a un hecho de armas protagonizado por un grupo de caballeros jerezanos durante las guerras de la Reconquista. Sucedió que estos caballeros lograron capturar a unos cuarenta moros notables, entre los cuales estaban Abdalá -alcaide de la ciudad malagueña de Ronda- y un sobrino de éste llamado Hamet.
El pago de una fuerte suma de dinero consiguió muy pronto la liberación del alcaide, pero el resto de los prisioneros –incluido Hamet- continuaron en manos de sus aferrados captores, que exigían cien doblas (monedas castellanas de oro) por la liberación del sobrino cautivo.
En virtud de ello, el rey Juan II ordenó que Hamet fuera conducido a la Corte, donde se habló dilatadamente de oro y moro, lo que probablemente provocó que el pueblo andaluz concluyera en que el soberano quería “el oro y el moro”.
No obstante, una hipótesis más simple asegura que es un mero juego de palabras como “troche y moche” u “orondo y morondo”.
Al final, el modismo es algo así como sinónimo de “gato por liebre”, pero sin referencias zoológicas.
Al buen tuntún
Cuando a alguien se le quiere hacer saber que está actuando sin examinar debidamente el caso, se apela a la expresión que preside este párrafo.
Según algunos investigadores, su raíz está en un libro recopilatorio de salmos que salió a la luz a principios del Siglo XVII, transcrito al latín por George Buchanan. Allí se tradujo el salmo 27 de la Biblia, uno de cuyos versos dice “te mens anhelat, vultus ad vultum tuum…” (La mente que anhela mirándote a la cara…).
Tales salmos en latín se leían antiguamente en las iglesias durante la celebración de las misas, y el común de las personas usaba a su conveniencia lo que oía. Así, “ad vultum tuum” derivó de modo inverosímil en “al buen tuntún”. Que no es otra cosa que actuar sin cabeza ni sentido. O mejor aún, al bulto.