Una de los métodos duros del populismo al uso es la construcción y el uso de imágenes. En lo que atañe al trumpismo, este ha venido acumulando una experiencia singular desde que su jefe máximo estuvo al frente del programa El Aprendiz. Unas imágenes evidentemente facturadas para comunicar popularidad, riqueza, presencia, celebridad y fuerza. Esos son sus superobjetivos.
Una biógrafa de Trump, Gwenda Blair, lo resumió así: “Las palabras ya no importan. Las imágenes, sí”. Desde el inicio de la campaña de Trump las imágenes fueron, en efecto, primarias y las palabras secundarias. Y frecuentemente empleaban códigos de antemano presentes en la cultura popular. Esto es lo que permite que un hombre que acaba de cumplir 78 años el pasado viernes 14 de junio siga apareciendo ante sus electores y el público como Rocky Balboa, una imagen puesta a circular en la red por el propio Trump en 2019.
Inversamente, es lo que posibilita fabricar contenidos presentando a su oponente como un viejito disfuncional, dormilón (sleepy Joe) y perdido en el llano, para decirlo en cubano. Pero esa imagen, que estaba ahí desde antes, ha venido subiendo de tono en ciertos espacios después de la condena de Trump en Nueva York ante las posibles implicaciones de este hecho en sectores del electorado, más allá de los fanáticos de MAGA que votarían por el líder supremo indefectiblemente, como corresponde a los miembros de un culto.
Esos contenidos enfatizan la presencia de un anciano tambaleante y apenas capaz de articular un pensamiento. Y suele ser reproducida de manera acrítica por una zona de la prensa europea que ha decidido que Trump va a ganar las elecciones de noviembre.
No por azar un investigador de la Brookings Institution pudo concluir que el famoso “balance y equilibrio” que se supone manejen los medios ha fallado en este caso. Teóricamente, sostiene, ese “ambos lados” permite tratar a los dos contendientes por igual, pero se está “aplicando de un solo lado a Biden”.
Durante el juicio de Nueva York, reportes de prensa señalaron que el acusado se quedaba dormido en la sala y soltaba flatulencias, pero la difusión de este hecho no tuvo la misma intensidad que los deslices y resbalones de Biden, más allá de los programas de humor político liberal como los de Jimmy Kimmel y otros.
Durante la visita de Biden a Europa, adonde viajó para participar en la Cumbre del G7, medios republicanos e instituciones como Fox News comenzaron a circular un video que lo mostraba alejándose de los líderes en un campo, dándoles la espalda y caminando en la dirección opuesta.
Un reportaje de NBC News apunta que los medios de comunicación conservadores utilizaron de forma selectiva un ángulo de cámara “que omitió un contexto importante del hecho para difundir la idea de que el presidente Biden se alejó medio perdido de una reunión de líderes mundiales”.
Otro ángulo, continúa el reportaje, “cuenta una historia diferente”. En lugar de alejarse del grupo sin propósito preciso, Biden camina en dirección a los paracaidistas que acababan de aterrizar y los saluda con un el pulgar en alto.
“El video es uno de los tantos que han circulado ampliamente en las últimas semanas intentando vender la idea de que Biden tiene un deterioro mental”, asegura NBC.
Según el medio, muchos videos engañosos se viralizaron en X, plataforma de creciente influencia en los círculos conservadores hostiles a la Administración Biden.
El New York Post también publicó un video que omitía el contexto. En un texto superpuesto al video, el medio, controlado por la conservadora familia Murdoch, dijo que Biden “parece desviarse”. La publicación alcanzó 4,2 millones de visualizaciones en X.
“Los medios de Murdoch están tan desesperados por distraer la atención del historial de @POTUS que simplemente mienten”, escribió en la misma plataforma Andrew Bates, subsecretario de prensa principal de la Casa Blanca.
Para no quedarse a la zaga, el pasado fin de semana Trump dijo en un mitin que Biden “debería someterse a una prueba cognitiva”. “Ni siquiera sabe lo que significa la palabra ‘inflación’. Creo que debería someterse a una prueba cognitiva como lo hice yo”, enfatizó en la Convención de Turning Point Action, Detroit.
Tal vez hubiera sido una oración políticamente potable de no ser por un pequeño detalle: haber confundido el apellido del médico que lo atendió más de una vez en la Casa Blanca. Su nombre es Ronny Jackson, pero Trump lo identificó como Ronny Johnson. “¿Todos conocen a Ronny Johnson, congresista de Texas? Era el médico de la Casa Blanca y dijo que yo era el presidente más sano de la historia, según él, así que inmediatamente me gustó mucho.”
No obstante, en ese rally Trump se montó sobre el video antes mencionado y dijo que Biden había ido al evento europeo “a mirar los árboles”, provocando risas y gritos de sus partidarios. La campaña de Biden emitió un comunicado desestimando el material por considerarlo “editado de manera engañosa” y acusando a quienes lo difunden de “manipularlo para socializar mentiras”.
Ramin Setoodeh, autor de otra biografía de Trump, Apprentice in Wonderland, acaba de escribir: “Donald Trump tiene graves problemas de memoria. Debo decir que no podía recordar cosas. Ni siquiera podía recordarme. Pasamos una hora juntos en mayo de 2021. Unos meses más tarde volví a la Torre Trump para hablar con él sobre su estancia en la Casa Blanca… y no recordaba la larga entrevista que tuvimos. Creo que el público estadounidense necesita ver este retrato de Donald Trump porque muestra cómo es, quién es y quién siempre ha sido.”
Al final del día, se trata de dos personas, una de 78 y otra de 81. Pero con una cobertura mediática y de redes bastante asimétrica en estos y otros menesteres. Ahí está el detalle.