El primer debate presidencial televisado entre demócratas y republicanos tuvo lugar en 1960 al enfrentarse John. F. Kennedy y Richard Nixon. Desde entonces, los expertos han debatido la medida en que los debates presidenciales influyen sobre el electorado. Visto grosso modo, suele haber consenso de que su impacto es escaso.
Muchos estudios producidos por la academia estadounidense señalan que normalmente los espectadores suelen estar “marcados” en lo político y, por consiguiente, tienen una opinión formada antes del tope entre los oponentes. De acuerdo con esta lógica, los ven sobre todo para comprobar cómo se desempeña su candidato. No tienen, en suma, casi ningún efecto sobre su opinión.
Con todo, no puede cerrarse un espacio a la hora de considerar los posibles impactos sobre votantes indecisos, que en ese momento pueden empezar a decidir —incluso hasta por imagen— a quién le darían su voto en las urnas. Pero una actuación fuera de foco de un candidato o un mal papel pueden tener un efecto definitivo en las evaluaciones de los televidentes.
Ese fue, sin duda, el efecto del debate Trump-Biden en junio, que desató un sistema de turbulencias entre los demócratas y condujo al cambio del candidato aun después de que este hubiera ganado las primarias del partido. Fue un hecho sin precedentes en la historia nacional.
El debate entre Kamala Harris y Donald Trump estuvo montado sobre dos peculiaridades fundamentales.
La primera, el hecho de que Harris ha tenido un perfil público mucho menor que el de Trump, aun cuando es la vicepresidenta del país. De aquí para atrás, la norma abrumadora ha consistido en que a estas alturas los votantes ya están familiarizados con los candidatos al cabo de meses viéndolos. Pero Kamala Harris es menos conocida en términos de sus prioridades específicas y sus posiciones políticas, precisamente debido a su entrada tardía en la carrera.
La segunda, su organización. Desde fines de los años 80, la Comisión de Debates Presidenciales (CPD, por sus siglas en inglés) ha sido la responsable de armarlos. Y de negociar acuerdos entre los candidatos y sus campañas acerca del formato y los temas, entre otros muchos aspectos. Lo usual era pactar tres debates presidenciales y uno entre los candidatos a vicepresidente a partir de septiembre.
Pero en estas elecciones el CPD quedó fuera del juego. El Comité Nacional Republicano se retiró del mismo en 2022 alegando un trato injusto. Y en mayo, las campañas del entonces candidato Biden y Trump negociaron un acuerdo independiente para celebrar dos debates, uno el 27 de junio y otro el 10 de septiembre.
Uno de los acuerdos fue silenciar los micrófonos cuando no sea el turno de hablar del candidato y que no hubiera público presente. Recientemente los micrófonos silenciados fueron cuestionados por la campaña de Harris, pero finalmente prevalecieron después de que esta aceptara las reglas, no sin advertir que la candidata estaría “fundamentalmente en desventaja”. Porque no sacar al aire sus interrupciones y comentarios fuera de guión lo exponen. Fue una medida protectiva solicitada por el equipo de Trump. En los debates presidenciales nunca se habían cerrado los micrófonos.
La noche del martes fue la primera vez en la vida que ambos se vieron cara a cara, separados por apenas unos metros de distancia.
Si algo quedó claro durante el debate fueron las visiones diametralmente opuestas en todos los temas en discusión: la economía, el derecho al aborto, la inmigración, la frontera sur, la política exterior, Afganistán, Rusia, Israel y Palestina… Y también las imposibles respuestas de Trump con sus clásicos ideologemas, flip-flops y mentiras de patas cortas.
1. “La peor inflación de la historia”
La inflación bajo Biden es “probablemente la peor en la historia de nuestra nación”, dijo Trump al principio echando mano a lo que repite una y otra vez en sus mítines políticos. “Tenemos una inflación como muy pocas personas han visto antes, probablemente la peor en la historia de nuestra nación”, destacó.
De acuerdo con economistas y académicos, si bien alcanzó un máximo de 9,1% en junio de 2022, en la década de los 80 aumentó a más del 14 %, al 11,1 % en 1974, al 10,9 % en 1942 y al 17,8 % en 1917. Trump, además, omite que cayó al 2,9 % interanual en julio: el nivel más bajo desde marzo de 2021.
El punto va, desde luego, más allá de la propaganda. De hecho, de la inflación no puede culparse únicamente a los presidentes, toda vez que suele ser un fenómeno mundial determinado por factores varios; entre ellos, las cadenas de suministros (que se veían obstaculizadas por la pandemia) y la incidencia sobre esa cadena de la guerra entre Rusia y Ucrania. Son factores importantes en la elevación de los precios al consumidor.
2. Los aranceles
Trump volvió a decir que pondría aranceles del 10 % al 20 % sobre la mayoría de los artículos importados a Estados Unidos, excepto los productos chinos, que tendrían un arancel del 60 %. Según el Instituto Peterson de Economía Internacional, la medida costaría a los estadounidenses 2 600 dólares anuales.
En una nota publicada hace poco, nada menos que Goldman Sachs dio a conocer que las políticas económicas de Trump, en particular en materia de comercio, provocarían una contracción de la economía en 2025.
3. Las deportaciones
La propuesta de deportar entre 10 y 20 millones de inmigrantes salió a flote de nuevo. Si se implementara causaría, dicen algunos economistas, un “shock inflacionario”. Es más: llevar a cabo una décima parte de la propuesta elevaría la inflación en 1,3 puntos porcentuales al cabo de tres años, han concluido investigadores del Instituto Peterson de Economía Internacional.
4. Derecho al aborto
La moderadora ABC News, Linsey Davis, le preguntó a Trump sobre sus posturas demasiado cambiantes en temas de aborto, específicamente su cambio en apoyo a la medida de votación sobre el derecho al aborto en Florida.
Fue el clásico flip-flop, o repentino cambio de opinión. Se pasó la mayor parte del tiempo criticando a los demócratas por ser “demasiado liberales”, afirmando que estos apoyan el aborto “después del nacimiento del bebé”. “En otras palabras, ejecutaremos al bebé”, dijo. Es absolutamente falso. El infanticidio es ilegal en los 50 estados de la Unión. “No hay ningún estado en este país donde sea legal matar a un bebé después de que nace”, acotó la moderadora.
5. Quitarles las armas a todo el mundo
Trump aseguró que si Harris era elegida presidenta, confiscaría las armas de los estadounidenses. Ella, por su parte, reiteró que el enfoque de su Administración consistiría en garantizar la posesión responsable de armas y medidas de seguridad, no en confiscar armas de fuego a ciudadanos que cumplan con la ley. Añadió que es propietaria de un arma. “Tim Walz y yo somos propietarios de armas. No le quitaremos las armas a nadie”.
6. Intento de asesinato
Trump sugirió que los demócratas eran responsables de su intento de asesinato. “Probablemente me dispararon en la cabeza por las cosas que dicen de mí. Hablan de democracia, de que soy una amenaza para la democracia. Son la amenaza a la democracia”, dijo.
7. Las mascotas
Trump retomó las afirmaciones falsas sobre inmigrantes haitianos en Springfield, Ohio, que supuestamente se habrían comido las mascotas de vecinos.
El gobernador de Ohio, Mike DeWine, la presidenta de la Comisión del Condado de Clark, Melanie Flax-Wilt, y el alcalde de Springfield, Rob Rue, ya habían declarado en conferencia de prensa el mismo martes:
En respuesta a los recientes rumores que alegan actividad delictiva por parte de la población inmigrante en nuestra ciudad, deseamos aclarar que no ha habido informes creíbles ni denuncias específicas de mascotas que hayan sido lastimadas, heridas o maltratadas por individuos de la comunidad inmigrante.
Tampoco ha habido casos verificados de inmigrantes que participen en actividades ilegales como ocupar o tirar basura frente a las casas de los residentes, ni se han presentado informes sobre miembros de la comunidad inmigrante que interrumpan deliberadamente el tráfico.
8. Ataques personales
Para no variar, Trump llamó a Kamala Harris “marxista”. “Si alguna vez fuera elegida, lo cambiaría todo. Y será el fin de nuestro país. Ella es marxista, todo el mundo sabe que lo es. Su padre es un profesor marxista de Economía y le enseñó bien”, dijo Trump durante el debate presidencial.
Kamala Harris ni respondió.
9. Las reacciones
La estrategia de los asesores de Harris parece haber funcionado razonablemente bien, esto es, presionar a Trump lo suficiente como para hacerlo perder el foco.
La candidata ignoró todos los ataques del republicano, una de las piedras de toque para verlo descolocado frente a las cámaras. Trump estaba claramente frustrado y se volvió más estridente y divisivo a medida que avanzaba el debate, que duró casi dos horas. Estuvo valcilante . Y lo que es peor: a ratos incoherente.
Esa era una de las pesadillas que preocupaban a sus asesores: la imagen de un Trump incapaz de centrarse en las políticas de su oponente. Y sin apenas hilo conductor para atacarla.
Al finalizar la transmisión, una revisión sumaria de varios medios arrojaba, entre otros, los siguientes titulares:
- “Harris pone a Trump a la defensiva”, The New York Times.
- “Resumen del debate: nadie había dominado tan minuciosamente a Donald Trump”, Talking Point Memo.
- “Chris Wallace dice que la actuación de Trump en el debate fue ‘devastadora'”, CNN.
- “Lo destruyó completamente: George Conway contra Trump después de la paliza del debate”, The Atlantic.
- “Los republicanos de la Cámara lamentan el desempeño de Trump en el debate: ‘No fue bueno’”, The Hill.
Los asesores de Harris pidieron inmediatamente hacer un segundo debate. “Bajo las brillantes luces, el pueblo estadounidense pudo ver la elección que enfrentará este otoño en las urnas: entre avanzar con Kamala Harris o retroceder con Trump”, dijo en un comunicado la directora de su campaña, Jen O’Malley Dillon.
“Eso es lo que vieron esta noche y lo que deberían ver en un segundo debate en octubre. La vicepresidenta Harris está lista para un segundo. ¿Lo está Trump?”.
Un nuevo capítulo digno de estudio en materia de debates presidenciales. Las encuestas tienen la palabra.