En enero de 2020 la economía estadounidense distaba de correr como miel sobre hojuelas. Según el Joint Economic Commitee, una entidad bipartidista del Congreso, entonces se caracterizaba, entre otros, por los siguientes indicadores:
- Crecimiento del PIB. En el cuarto trimestre de 2019 el crecimiento del PIB fue del 2,1 %, sin cambios respecto al tercero. Se había desacelerado en relación con 2019 (2,3 %) y 2018 (2,9 %).
- Creación de empleos. En diciembre de 2019 se agregaron 145 000 empleos no agrícolas, en comparación con los 256 000 alcanzados en 2018. El promedio mensual en los primeros 35 meses de la administración Trump fue aproximadamente 36 000 menos que durante los últimos 35 meses de la administración Obama.
- Desempleo. Durante la administración Obama, la tasa de desempleo se redujo a más de la mitad desde su pico de recesión del 10 % a solo el 4,7 %. En enero de 2020 se situaba en el 3,5 % La tasa de desempleo de los negros (5,9 %) era más alta que la de los blancos (3,2 %). La de los hispanos (4,2 %) también era más alta que la de los blancos.
- Salario mínimo. El salario mínimo era de 7,25 dólares por hora. Casi 3 dólares menos por hora en dólares actuales, teniendo en cuenta la inflación.
- El Índice de Precios al Consumidor (IPC) de todos los artículos aumentó un 2,3% durante 2019.
- Precios de la gasolina. A fines de enero los precios promedio de la gasolina a nivel nacional fueron de 2,49 dólares por galón.
- Tasas de interés. A fines de enero, la tasa de interés de un bono del Tesoro a 10 años era del 1,65 %. La tasa de interés hipotecaria promedio era del 3,51 %.
A principios de 2020 la pandemia de la COVID 19 había precipitado una severa contracción de la actividad económica y generado esas pérdidas de empleos. Las restricciones gubernamentales impuestas, más el miedo a contaminarse con el virus, mantuvieron a las personas en sus casas; los negocios se cerraron.
A la altura de mayo de 2020, ya con la nueva Administración, algo más de 1 millón de personas habían muerto por la pandemia, cifra que involucró especialmente a los adultos mayores. Unas 744 825 personas mayores de 65 años habían fallecido hasta mediados de ese mes. La hipertensión (182 893) y la diabetes (150 078) fueron las condiciones preexistentes más comunes. Complicaron mucho el cuadro.
De acuerdo con el Center on Budget and Policy Priotities, entre 2020 y 2021 la nueva administración federal no pudo sino implementar importantes medidas de alivio y recuperación que evitaron llegar a una recesión más profunda. De entrada, se implementó una campaña de vacunación que redundó en un mejoramiento de la situación sanitaria. De acuerdo con la fuente citada,
La respuesta a la recesión pandémica, incluida la Ley CARES y otras tres medidas en marzo y abril de 2020, un paquete de diciembre de 2020 y el Plan de Rescate Estadounidense de 2021, fue mucho más amplia, lo que sugiere que las autoridades habían aprendido lecciones clave de la experiencia de la Gran Recesión. La Reserva Federal adoptó medidas de política monetaria reduciendo su tasa de interés objetivo para la política monetaria efectivamente a cero e implementando compras de activos a gran escala (flexibilización cuantitativa). Estas políticas, combinadas con fuertes medidas fiscales, respaldaron una recuperación mucho más rápida de la recesión pandémica.
Más adelante, sostienen:
La aparición de la inflación en 2021 creó un entorno más desafiante para la política monetaria, que requirió esfuerzos para reducirla y mantener al mismo tiempo un alto nivel de empleo. La Fed revirtió su política monetaria expansiva en marzo de 2022 y comenzó a elevar su objetivo de tasa de interés a corto plazo y a reducir sus tenencias de activos a largo plazo (ajuste cuantitativo).Y enfatizó que tomaría las medidas necesarias para evitar que se arraigaran las expectativas de inflación más altas.
Y concluyen:
La economía se ha recuperado en gran medida y los grupos que experimentaron las mayores pérdidas en la recesión han recuperado una parte sustancial de sus pérdidas o las han borrado por completo. En general, la respuesta de la política fue fuerte y eficaz para promover una rápida recuperación económica. Desde el punto de vista del empleo y el crecimiento, la economía estaba esencialmente recuperada a fines de 2023.
“Estados Unidos ha experimentado una sólida recuperación económica, pero los acontecimientos mundiales han hecho subir los precios, privando a los trabajadores de todos los beneficios de la recuperación”, concluyó el informe del Congreso.
El discurso oficial sobre la economía
La Administración Biden ha venido subrayando ese cuadro de recomposición económica post-COVID, tanto en comunicados oficiales como en los discursos sobre el estado de la Unión del presidente. Aunque la agenda maneja temas diversos, dos han sido sus puntos más publicitados: el índice de precios al consumidor y la inflación.
Un informe técnico subraya que en julio de 2024 el IPC aumentó un 0,2%, dato congruente con lo que se esperaba. En términos anuales, el IPC fue de 2,9 %, la tasa de crecimiento anual más baja desde marzo de 2021; también estuvo ligeramente por debajo de las expectativas (3 %). De manera similar, la inflación básica del IPC —que excluye los precios de los alimentos y la energía— en julio aumentó un 0,2%, en línea con las expectativas. En términos anuales, el IPC básico es de 3,2 %; es decir, su tasa anual más baja desde abril de 2021.
Según la Casa Blanca, “la inflación de los alimentos fue del 0,2 % en julio y también se ha moderado sustancialmente desde su nivel máximo. Este es particularmente el caso de los precios de los alimentos, que subieron 0,1 % en julio y un 1,1 % durante el año pasado (los alimentos representan alrededor del 8 % de todas las compras para el hogar promedio y el 11 % para aquellos de ingresos más bajo). El enfriamiento de la inflación de los alimentos marca una tendencia positiva. El cambio porcentual anualizado de tres meses en los precios de los alimentos se ha mantenido por debajo de la inflación general del IPC desde marzo de 2023”.
El problema consiste en que esos mensajes positivos que reflejan una labor de cerca de tres años y medio no suelen ser validados por importantes segmentos poblacionales, un punto problemático para la campana de los demócratas.
En efecto, la inflación y los altos precios siguen figurando como la principal preocupación, al margen de sus variaciones, y dominan la evaluación de mucha gente sobre la economía.
En una encuesta de The Economist/YouGov el 22 % de los votantes identificó la inflación y los precios como su problema más importante. Y según un análisis de Data for Progress, el 68 % de quienes priorizan la inflación y los precios mencionaron el costo de los alimentos como su principal preocupación, seguido por la vivienda (17 %), los servicios públicos (8 % ) y la gasolina (3 %).
Y lo que es más: el 65 % de los votantes dijeron que la economía fue buena durante la presidencia de Trump, en comparación con el 38 % que dijo lo mismo bajo el gobierno de los demócratas.
Para los demócratas, la economía sigue siendo una debilidad política. Esta y otras encuestas muestran que más votantes confían en que Trump gestione mejor la economía y controle la inflación, aunque esa confianza se ha ido reduciendo desde que Harris entró en la carrera.